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El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, anunció este jueves el cierre paulatino de los centros migratorios que han funcionado desde 2016 en la provincia del Darién, donde atendieron a cientos de miles de indocumentados, debido a la caída en hasta un 98 % del flujo hacia el norte del continente.
“No permitiremos más migrantes en esa zona del Darién y cerramos una operación que comenzó en el año 2016 (...). Me da mucha complacencia haber cumplido y haber cerrado el Darién, con lo que eso significa para la seguridad regional y panameña”, declaró Mulino durante su conferencia de prensa semanal.
Se trata, explicó el jefe de Estado, de los centros de Bajo Chiquito y Canaan Membrillo, donde las autoridades panameñas, junto con cerca de una veintena de entes de Naciones Unidas y ONG, atendían a los migrantes apenas salían de la peligrosa selva del Darién, la frontera natural con Colombia y que también da nombre a la provincia panameña.
En las estaciones los migrantes recibían alimentación y servicios médicos, y se les tomaban datos biométricos. Las autoridades panameñas han cifrado en más de US$50 millones el costo de esa operación “humanitaria”.
“Hace un año teníamos 36.841 migrantes cruzando por el Darién. Este marzo llegamos a 112, una disminución importantísima, que representa entre el 97 y 98 % de éxito por parte de las autoridades de Migración y el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront)”, detalló el mandatario.
La operación migratoria en el Darién comenzó en 2016, durante la primera crisis, debida al paso de 30.055 cubanos con rumbo a Estados Unidos, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá. Las cifras estallaron a partir de 2021 con 133.726 migrantes irregulares llegando a la provincia selvática panameña, 248.284 en 2022 y 520.000 en 2023.
El año pasado el flujo cayó 300.000 migrantes, lo que se atribuyó al cierre de caminos en la selva por parte del gobierno de Mulino y al temor por el endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos si vencía Donald Trump en las elecciones, como finalmente ocurrió.
La crisis migratoria por el Darién de los últimos años la protagonizaron los venezolanos, que representaron más del 85 % del flujo a través de la selva.
Las deportaciones masivas del nuevo gobierno de Trump están haciendo que los migrantes desistan de entrar a Estados Unidos. Muchos están volviendo desde México, donde permanecieron meses intentando obtener una vía legal de ingreso a territorio estadounidense.
“El otro flujo, que viene del norte, comienza a subir. 961 personas, 94 % venezolanos, han comenzado a bajar del norte”, dijo Mulino el jueves refiriéndose, aparentemente, a cifras correspondientes a lo que va de marzo.
El pasado 7 de este mes, el ministro de Seguridad Pública, Frank Ábrego, dijo que hasta ese día y desde el 1 de enero ingresaron a Panamá desde Costa Rica, por pasos regulares, unos 3.100 migrantes con dirección hacia al sur. Las autoridades creen que pueden muchos más, pues también están entrando por puntos ciegos de la frontera.
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