Las primeras elecciones primarias del país podrían ser la última batalla de los republicanos que se oponen a Trump.
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Desde 2016, un grupo cada vez más reducido de estrategas republicanos, legisladores retirados y donantes ha tratado de quitarle a Donald Trump su posición de mando en el partido. Y una y otra vez, pese a un motín en el Capitolio, dos procesos de destitución, tres elecciones presidenciales y cuatro acusaciones criminales, no han logrado influir mucho entre sus votantes.
Tras años de crisis legales, culturales y políticas que han trastocado las normas y expectativas estadounidenses, la que quizá sea la batalla final de los republicanos anti-Trump no se librará en el Congreso ni en los tribunales, sino en las abarrotadas estaciones de esquí y los ayuntamientos nevados de un estado de 1,4 millones de habitantes.
Antes de las elecciones primarias de Nuevo Hampshire de este martes, la vieja guardia del Partido Republicano se ha unificado en torno a Nikki Haley porque consideran que su candidatura es su última y mejor oportunidad para finalmente desbancar al expresidente de la cima de su partido. Cualquier cosa que no sea un resultado muy reñido para ella en el estado —donde los votantes moderados e independientes representan el 40 por ciento del electorado— llevaría a Trump a una marcha imparable hacia la nominación presidencial.
La oposición a Trump tiene inferioridad numérica y funcional. El estilo polarizador del expresidente y sus tácticas de mano dura han hecho que muchos republicanos que se le oponen se jubilen antes de tiempo y sufran derrotas humillantes, o abandonen el partido por completo. Sin embargo, la larga guerra en su contra ha hecho que la contienda por la nominación esté definida en torno a una prueba central y profundamente tribal: la lealtad a Trump.
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Gordon Humphrey, exsenador de Nuevo Hampshire, fue un líder conservador durante la era de Ronald Reagan, pero abandonó el partido después de que Trump ganara la nominación presidencial en 2016. Este año produjo videos anti-Trump en Facebook destinados a animar a los estudiantes universitarios y a los votantes independientes que, según las encuestas, son más propensos a apoyar a Haley que a Trump.
“Es mucho lo que está en juego”, dijo Humphrey, de 83 años. “Si gana aquí, Trump será imparable”.
En su campaña por todo el estado a favor de Haley, el gobernador Chris Sununu, de Nuevo Hampshire, un republicano moderado, argumentó que el hombre que rehizo el partido a su imagen no es su mejor abanderado.
“Trump no representa al Partido Republicano”, comentó Sununu mientras hacía campaña con Haley en un rústico espacio para eventos en Hollis, Nuevo Hampshire. “No representa al movimiento conservador. Trump es sobre Trump”.
Un gran número de republicanos no está de acuerdo. Trump, que iba por detrás en algunas encuestas de las primarias hace solo un año, ahora tiene el apoyo de casi dos tercios del partido, según un promedio de encuestas nacionales de FiveThirtyEight, el sitio de noticias basado en datos. En los caucus de Iowa, Trump se impuso sobre sus rivales por casi 30 puntos porcentuales y ganó en casi todos los grupos demográficos, regiones geográficas y otros segmentos del electorado.
Los republicanos electos se han unido al expresidente. El viernes, el senador Tim Scott, de Carolina del Sur, apoyó a Trump en un mitin en Concord, Nuevo Hampshire. Incluso Sununu —el apoyo político más potente de Haley en Nuevo Hampshire— admitió que apoyaría a Trump si gana la nominación del partido por tercera vez.
Algunos de los oponentes más fuertes de Trump dudan que, después de tantas derrotas, vayan a tener éxito. Barbara Comstock, una funcionaria republicana de larga trayectoria que fue desbancada de su escaño en el Congreso de los suburbios de Virginia debido a la arremetida contra Trump en las elecciones de mitad de mandato de 2018, dijo que creía que el expresidente ganaría la nominación. La única manera de que el partido se deshaga de Trump, opinó, es si pierde en 2024, un resultado que cree que les podría costar a los republicanos decenas de escaños en el Congreso.
“Tiene que perder y arrastrar a mucha más gente con él en la papeleta, y eso es lo único que cambia eso”, dijo Comstock, quien se opone a Trump. “Si pierde, será malo, habrá perdido por segunda vez ante un tipo muy débil”.
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Los últimos sondeos muestran que Haley va dos dígitos por detrás de Trump en Nuevo Hampshire, lo que pone de relieve cuán difícil será la batalla del martes. Sin embargo, incluso si Haley logra superar los pronósticos en Nuevo Hampshire, se enfrenta a la pregunta de qué es lo que sigue.
Una derrota el mes que viene en un enfrentamiento crucial en su estado natal de Carolina del Sur, donde también va a la zaga por dos dígitos, podría reducir su impulso de cara a marzo, cuando dos tercios de todos los delegados de las primarias republicanas están en juego.
Pero una victoria le daría impulso de cara al Supermartes del 5 de marzo. Doce de las 16 primarias del Supermartes permiten la participación de votantes independientes o de otro tipo, una dinámica que ha ayudado a Haley a mantenerse competitiva en Nuevo Hampshire.
La extraordinaria naturaleza de esta campaña que son las elecciones primarias podría alterar esos cálculos. Algunos estrategas dicen que, si Haley no gana de manera rotunda, debería esperar hasta que la Corte Suprema decida si el nombre de Trump aparecerá en la papeleta electoral en Colorado, Maine y otros estados. Los demócratas y algunos funcionarios electorales han argumentado que su papel en el intento por anular las elecciones de 2020 debería descalificarlo para volver a postularse.
Sin embargo, la fuerte lealtad que Trump sigue inspirando en su propio partido ha hecho que Haley, y quienes la apoyan, defienda su candidatura de manera cuidadosa y un tanto tortuosa. Haley ha moderado sus ataques contra Trump, y presenta su candidatura menos como una elección existencial sobre el futuro de la democracia y más como un momento de cambio generacional.
Los votantes de las primarias de Nuevo Hampshire tienen un historial de impulsar a candidatos desvalidos, como en 2000, cuando John McCain apeló a los independientes y derrotó a George W. Bush quien, como Trump, era el gran favorito. Se espera que 322.000 votantes, una cifra récord, acudan a las primarias del martes, según el secretario de Estado de Nuevo Hampshire. Esa cifra podría presagiar un repunte de la participación de los independientes, quienes pueden votar en las primarias. Los llamados votantes no declarados pueden participar eligiendo una papeleta de cualquiera de los dos partidos en el colegio electoral.
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Parte del problema al que se enfrenta el ala anti-Trump es una cuestión de simple aritmética. Una mayoría del Partido Republicano sigue apoyando de manera incondicional al expresidente. Además, muchos de los votantes moderados e independientes que se oponen a Trump han votado por candidatos demócratas en varios ciclos electorales, lo que disminuye la probabilidad de que respalden a otro candidato republicano.
Estos cambios se han producido en función de la clase social: los votantes con estudios universitarios y mayores ingresos se han decantado en gran medida por el Partido Demócrata. Los atractivos populistas de Trump estimularon el apoyo de la clase trabajadora blanca a los republicanos.
“Muchos de los moderados con estudios universitarios que solían impulsar estrategias para esta gente como McCain en Nuevo Hampshire se han autodeportado del Partido Republicano”, dijo el representante Matt Gaetz, republicano de Florida, un partidario incondicional de Trump. “Es decir, los republicanos de Nikki Haley en realidad ya ni siquiera son republicanos”.
En un memorando de campaña emitido este mes, los principales estrategas de Trump acusaron a Haley de crear una campaña “diseñada para cooptar y apoderarse de un proceso de nominación del Partido Republicano con no republicanos y demócratas”.
En los últimos días, Trump ha repetido ese mensaje en los eventos de campaña en Nuevo Hampshire.
“Nikki Haley está contando con demócratas y liberales para infiltrarse en las primarias republicanas”, dijo el miércoles por la noche en Portsmouth, Nuevo Hampshire. Haley, dijo, está respaldada por “todos los republicanos solo de nombre, globalistas, los del movimiento Alto a Trump y los mayores donantes del corrupto Joe Biden”.
Haley ha rebatido que eso es mentira, señalando que los demócratas no pueden cambiar su voto y tampoco pueden votar en unas elecciones primarias republicanas. Cualquier demócrata registrado que quisiera votar en las primarias republicanas tenía que cambiar su afiliación partidista antes del 6 de octubre. Casi 4000 votantes lo hicieron antes de la fecha límite, según el secretario de Estado de Nuevo Hampshire.
Pero Haley también ha defendido el atractivo que tiene para un amplio espectro de votantes.
“Lo que estoy haciendo es decirle a la gente a favor de qué estoy”, declaró el jueves por la noche en un evento con CNN. “Si a los independientes y a los republicanos conservadores y moderados les gusta, eso me encanta. Si los demócratas conservadores dicen: ‘Quiero volver a casa, al Partido Republicano’, porque lo abandonaron, entonces yo quiero que regresen”.
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