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Por primera vez en la historia moderna, la celebración de la Batalla de Boyacá —una de las fechas patrias más importantes de Colombia— no tendrá lugar en Bogotá ni en otra capital del interior del país. El presidente Gustavo Petro anunció que el evento se realizará en Leticia, en la frontera sur del país, como gesto “simbólico” ante lo que calificó como una ocupación peruana de territorio colombiano en el Amazonas.
La decisión marca un nuevo capítulo en la disputa por la isla Santa Rosa, una franja de tierra emergida en el río Amazonas cuya soberanía ha sido ambigua durante décadas, pero sobre la que desde 2024 ha escalado en tensión diplomática.
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¿Qué dice Petro?
Según el presidente, el gobierno peruano estaría violando el Protocolo de Río de Janeiro, firmado en 1934, que puso fin a la guerra colombo-peruana y definió que la frontera entre ambos países en esa región seguiría el thalweg del río Amazonas: es decir, su cauce más profundo.
Petro acusó a Perú de apropiarse de nuevas islas surgidas por los cambios en el caudal del río —entre ellas Santa Rosa— y afirmó que el gobierno colombiano utilizará “primero que todo, los pasos diplomáticos” para defender la soberanía nacional.
¿Qué significa el thalweg?
El thalweg es la línea que sigue los puntos más profundos de un río. En zonas fluviales como el Amazonas, esta línea cambia constantemente por razones naturales: erosión, sedimentación y fluctuaciones del caudal. Eso hace que islas nuevas aparezcan y otras cambien de lado respecto al cauce principal, complicando los límites acordados hace un siglo.
Un estudio académico de 2011 indica que Santa Rosa emergió alrededor de 1965 y que otras islas, como Patrulleros-Vamos o Corea, también aparecieron décadas después de los tratados.
El gobierno peruano sostiene su posición en el tratado original y evita discutir los efectos del cambio natural del cauce del Amazonas, un punto clave para Colombia, que insiste en que el thalweg actual debería ser la referencia.
El trasfondo de la disputa: la isla Santa Rosa
La isla de Santa Rosa se encuentra justo frente a Leticia, en el corazón del trapecio amazónico, y ha sido administrada de facto por autoridades peruanas durante décadas. En la práctica, ondean banderas peruanas y hay presencia estatal de ese país en la isla. Sin embargo, legalmente, su estatus es incierto.
El origen del conflicto radica en que Santa Rosa no existía cuando se firmaron los tratados de límites entre Colombia y Perú. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, esta isla emergió tras 1929 debido a los movimientos sedimentarios del río. Y aunque el tratado Lozano-Salomón asignó las islas entonces existentes, no contempló las que han aparecido después.
Esta no es la primera vez que el gobierno Petro revive la polémica
En julio de 2024, el director de Soberanía Territorial de la Cancillería colombiana, Felipe Cadena, desató la polémica al declarar que Santa Rosa era “una isla nueva, no asignada y ocupada irregularmente por el Perú”. Esto provocó una reacción airada de las autoridades peruanas, incluyendo el envío de una nota de protesta diplomática y llamados a reforzar la presencia militar en la zona.
Por otro lado, el presidente del Consejo de Ministros de Perú, Gustavo Adrianzén, anunció en 2024 que se instalaría un Centro de Atención Municipal en la isla Santa Rosa, en un gesto explícito de soberanía. Por su parte, el gobernador de Loreto, René Chávez, afirmó que la isla “seguirá siendo territorio loretano y peruano”.
La Cancillería peruana se limitó a enviar una nota de protesta a su par colombiana, la cual respondió desautorizando las declaraciones de cadena y asegurando que se mantiene “abierto el diálogo para abordar asuntos técnicos sobre el río Amazonas, nuestra frontera común. Reafirmamos la vocación de diálogo y la disposición para avanzar en seguridad, integración y desarrollo fronterizo, promoviendo una buena vecindad”.
A los intentos de Colombia para rebajar la tensión se sumó el alcalde de la ciudad fronteriza Leticia, Elquin Uni Heredia, quien ofreció disculpas “a nuestros hermanos peruanos por el inconveniente causado. Decirles que esto ya va a ser un tema de Ministerio a Ministerio, de Relaciones Exteriores”. Para julio del año pasado, las tensiones se calmaron.
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¿Y ahora qué?
La tensión se agrava por el hecho de que Colombia no tiene actualmente embajador en Lima, tras el distanciamiento entre Petro y la presidenta peruana Dina Boluarte por la destitución de Pedro Castillo. Las relaciones diplomáticas siguen congeladas a nivel de encargados de negocios.
Aunque ambas cancillerías han manifestado su voluntad de mantener el diálogo, los gestos simbólicos, como el traslado de la celebración del 7 de agosto, muestran que la disputa podría volverse un nuevo foco de conflicto regional si no se maneja con cautela. Por esta razón, hacen falta que salgan a relucir los diplomáticos de carrera que tienen gran conocimiento sobre este caso.
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