La maquinaria afana en retirar la iluminación y taladras las grandes letras amarillas que forman el fresco “Black Lives Matter” (La vida de las personas negras cuenta) a todo lo ancho de la calzada. Fue una visión que angustió a Joseph White, un diseñador de fragancias afroamericano que había hecho una parada de camino al trabajo.
“Los afroamericanos ayudaron a construir toda la nación, este país, Washington DC. Dice mucho de lo que los políticos piensan de los negros. Es sólo un fresco en la acera. Dice mucho de la gente que quiere quitarlo. Pero creo que el fresco debe permanecer”, afirma.
Unos metros más allá, entre los periodistas que inmortalizan el momento, Jessica Sawyer, una profesora jubilada, sostiene una pancarta de “Black Lives Matter”. Está sola.
“Es lunes, mucha gente va a trabajar. Esperaba que hubiera más estudiantes aquí. Pero me alegro de que los periodistas estén aquí, porque están cubriendo esto y creo que eso es importante”. “Fue una alegría cuando se creó esta plaza hace unos años y ahora esta administración está obligando a la alcaldía de Washington DC a eliminarla”, se lamenta.
La alcaldesa demócrata de Washington, Muriel Bowser, dijo la semana pasada que tenía “otras cosas de las que preocuparse que luchar por lo que ha sido muy importante para nosotros y para la historia”.
“Ahora estamos centrados en garantizar la supervivencia de nuestros residentes y de nuestra economía”, añadió la alcaldesa, que teme que los despidos masivos de empleados federales decididos por Trump y su aliado Elon Musk perjudiquen las finanzas de la ciudad.
Preguntada sobre si la retirada del mural se había decidido bajo presión de la Casa Blanca, Bowser se negó a entrar en “detalles”. “Pero creo que es seguro decir que a la gente no le gusta, no le gustó”.
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Por RFI
