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La primera vez que Cuba estuvo en la lista de países patrocinadores del terrorismo fue en 1982 y solo fue hasta 2015 cuando logró salir de ella. El presidente de Estados Unidos del momento, Barack Obama, decidió sacar a la isla de ese listado como un paso en el deshielo de las relaciones entre las dos naciones.
Pero en enero de 2021, Cuba regresó a la lista de países patrocinadores del terrorismo. El gobierno de Donald Trump anunció que la negativa de Cuba a extraditar a miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia tras un atentado con bomba en enero de 2019 en una academia policial de Bogotá en el que murieron 22 personas, era una de las razones para revertir la medida de Obama.
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Luego de terminar con las conversaciones, el expresidente Iván Duque le pidió a las autoridades cubanas la entrega del equipo negociador de esa guerrilla. Cuba señaló que no podía hacerlo por su papel como mediador de los diálogos de paz entre el ELN y el gobierno colombiano.
Entonces, Bogotá le pidió a Estados Unidos que volviera a considerar a Cuba como un país patrocinador del terrorismo.
El secretario de estado de Trump, Mike Pompeo, señaló también que Cuba es el santuario de fugitivos de Estados Unidos como Joanne Chesimard, también conocida como Assata Shakur, una militante de Black Power que huyó a la isla tras escapar de la prisión en que cumplía condena por la muerte de un policía en Nueva Jersey en 1973.
“Con esta medida de nuevo hacemos responsable al gobierno de Cuba y mandamos un claro mensaje: el régimen castrista debe acabar con su apoyo al terrorismo internacional y con la subversión de la justicia estadounidense”, dijo Pompeo en un comunicado.
Estados Unidos señaló también que el apoyo de la isla permite al presidente Nicolás Maduro mantenerse en el poder y crear “un entorno permisivo para que terroristas internacionales vivan en Venezuela”.
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Cuando Joe Biden ganó la presidencia, muchos anticiparon que venía un nuevo acercamiento con Cuba. Lo cual no se ha dado. Los que pensaban que Biden revertiría la decisión de Trump se equivocaron y hoy alegan que mantener la isla en la lista socava aún más su economía que no logra recuperarse tras los devastadores efectos de la pandemia.
Este lunes, aprovechando la visita de Antony Blinken, secretario de Estado de EE. UU. a Bogotá, el presidente Gustavo Petro puso el tema sobre la mesa. Según dijo el mandatario, le dijo que Estados Unidos debería corregir la “injusticia” que cometió con Cuba al incluirla en la lista de naciones que apoyan el terrorismo solo por haber prestado su territorio para negociar la paz con rebeldes colombianos.
Le “dije que lo que había pasado con Cuba es una injusticia”, afirmó Petro, añadiendo que la isla terminó pagando un costo por haber aceptado años atrás un pedido de Colombia para que fuera sede de diálogos de paz.
Que por eso Estados Unidos declarara a Cuba “un país que estimula actividades terroristas (...) se llama una injusticia. Por tanto, en mi opinión, no depende de nosotros, debe ser corregida”, sostuvo Petro en conferencia de prensa con Blinken, quien no se refirió al tema en público, pero en privado habría dado una negativa.
De acuerdo con un análisis de Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas y analista del centro de pensamiento, Council on Hemispheric Affairs (COHA), “si en lugar de bloquear a Cuba, la administración Trump hubiese continuado la política de interacción del presidente Obama, que incluyó la presencia de Bernie Aronson, ex subsecretario de Estado para Asuntos hemisféricos bajo el presidente Bush (1989-1993) como representante de EE. UU, quizás hoy el diálogo auspiciado por Noruega entre el gobierno y la oposición venezolana hubiese avanzado con el apoyo de aliados de las partes en conflicto. Otro tanto podría decirse del diálogo entre el ELN y el gobierno colombiano que más temprano que tarde tendrá que ser reanudado como la vía óptima para desmovilizar esta guerrilla y los disidentes de las FARC que se mantienen en armas en el territorio colombiano”.
¿Por qué Cuba sigue en la lista?
Las razones son políticas y sobre todo electorales. El martes 8 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones de medio término en EE. UU., unos comicios que se celebran cada dos años (mitad de mandato presidencial) y que son cruciales para el rumbo que tomará el país, pues define el control de los partidos Demócrata y Republicano en el Congreso; además es una especie de referendo sobre la administración actual. También se elegirán 36 gobernaciones.
Y Donald Trump empieza a hacer sombra y a catapultar a sus candidatos, lo que tiene preocupados a los demócratas. Analistas advierten que Biden podría salir mal librado por el peso de la inflación, lo que dejó el coronavirus, el tema del aborto y por supuesto el tema migratorio. Añadir el factor Cuba a las preocupaciones sería un factor de preocupación más para el presidente, que anuncia que aspira a un nuevo mandato.
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El temor demócrata se centra en Florida y otros estados con alta migración cubana y donde cualquier decisión sobre Cuba puede inclinar la balanza a favor de los republicanos. “La suerte de Trump depende totalmente de estas pequeñas contiendas, su récord de victorias en las elecciones generales va a ser increíblemente importante para sus perspectivas en 2024″, dijo al Washington Post un exfuncionario de su Administración.
Biden, por su parte, ha logrado repuntar en los últimos días con su gestión en algunos frentes y las encuestas de intención de voto favorecen a su partido. Pero una decisión que divide y polemiza como sacar a Cuba de la lista de países terroristas, explican analistas, le podría jugar en contra. Es decir, que si se llega a contemplar esta opción, será mucho más adelante. El momento no es ahora.
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