Protestas contra la cuarentena, el debate entre la salud y la libertad

Aunque la mayor parte del mundo acordó socavar las libertades civiles personales en pro del bienestar de la salud pública, los intereses políticos lograron prender la mecha de los grupos más radicales que ahora protestan contra las medidas adoptadas.

Camilo Gómez / @camilogomez8
27 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
 Decenas de personas salieron a protestar con pancartas en contra de las medidas de aislamiento obligatorio en el estado de Wisconsin.  / AFP
Decenas de personas salieron a protestar con pancartas en contra de las medidas de aislamiento obligatorio en el estado de Wisconsin. / AFP

“El COVID-19 es una mentira”, “sacrifiquen a los débiles” o “dame libertad o dame muerte”, son algunos de los mensajes que se viralizaron. Pero esto último, la muerte, es quizás lo que consigan quienes salen a protestar, pues estos “revolucionarios de primavera”, como los describió la columnista de The Washington Post Kathleen Parker, no solo han expuesto sus vidas en aras de su “libertad” al manifestarse como lo han hecho, sino que su desobediencia civil ha expuesto la supervivencia de los demás. Quizás el ejemplo más revelador está en Estados Unidos, donde los manifestantes bloquearon el paso de una ambulancia que iba camino al hospital. ¿Qué hay detrás de las protestas?

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El número de contagios incrementó en Kentucky y Wisconsin tras presentarse una semana de protestas, según informaron los gobiernos locales. Los nombres de estos estados son importantes para entender el contexto de la manifestación, pues junto a Ohio, Minnesota y Michigan son estados clave de cara a las elecciones presidenciales de noviembre en las que Donald Trump se juega su reelección. No es sorpresa por ello que el presidente se haya puesto del lado de los manifestantes en estos lugares. Hace poco más de una semana, Trump tuiteó “liberen Minnesota, Virginia y Michigan”, todos estados en los que busca reforzar su base electoral. “Ellos aman a nuestro país, solo quieren trabajar”, dice en apoyo. Pero para analistas políticos, y para la misma ciudadanía, este mensaje tiene más un trasfondo electoral que solidario.

Los manifestantes tienen un perfil claro: son seguidores de Trump que hacen mucho ruido. Han sido convocados por grupos de derecha, conocidos como “la base de Trump”. Pero el republicano no es el único en llevar la pandemia a la arena política e ideológica, y convencer a sus seguidores de hacer lo que diga, incluso aunque sea una idea tan descabellada como inyectarse desinfectante. También lo ha hecho Jair Bolsonaro, su homólogo brasileño, quien, tras chocar con los gobernadores locales por el manejo de la crisis, propició un desequilibrio en el orden del Gobierno.

“Los gobernadores no tienen fuerza. Y es porque aquí hay un problema grande que acerca al bolsonarismo con el chavismo: Bolsonaro tiene una influencia muy grande entre la policía militar, estatal. En la rebelión de Ceará, los bolsonaristas estaban a favor de los policías que se rebelaron contra el Gobierno estatal de Ceará. O sea, que tiene el poder militar, ligado a fuerzas armadas. Y existe una milicia bolsonarista que puede crear problemas”, dice Paulo Motta, periodista brasileño.

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“Lo que hemos visto con Bolsonaro es que los políticos, al menos en Brasil, se han vuelto celebridades. La gente los sigue como ídolos. Para muchos él es el mesías, y todo lo que dice es la verdad. No importa quién esté en contra de él. Hay mucha gente que lo ha criticado, pero sus seguidores más fieles siguen apoyándolo. Así que si dice que el coronavirus es una mentira y que la cuarentena no es necesaria, sus seguidores hacen protestas reproduciendo sus discursos”, agrega Felipe Morgan, estudiante de Medios en Niterói.

Quienes se manifiestan contra la cuarentena no solo han causado terror por las implicaciones que sus actos pueden tener en la salud pública, sino ira, pues han quebrantado un pacto mutuo entre la sociedad para mantenerse a salvo unos a otros. Morgan cuenta que le tiró huevos con sus vecinos a los carros que protestaban contra la protesta, pues se sentían ofendidos por lo que estaba pasando. “Nos acercamos, ¿no? Por un momento, sentimos como si todos estuviéramos en el mismo equipo, luchando juntos por la seguridad”, reflexiona Parker.

La pregunta entonces es cómo se llegó a este escenario, al quiebre del trabajo en equipo y a las protestas de un sector de la población. Y la respuesta puede encontrarse en la perversión en la que ha caído la palabra “libertad”. Aunque la mayor parte de personas en el mundo, de distintas inclinaciones políticas, religiosas o ideológicas, acordaron socavar las libertades civiles fundamentales para combatir la pandemia, la versión que tienen los seguidores de Trump y Bolsonaro sobre la libertad es, en palabras del periodista Charlie Warzel, “retorcida, paranoica y radical”. Ellos disfrazan como “expresión de libertad” el egoísmo y los intereses personales o de su patrón político.

Tom Scocca, editor político de varios medios en Estados Unidos, ha explicado que los partidarios de esta ideología como la de Trump y Bolsonaro están “condicionados a creer que pensar en las necesidades de los demás es una forma de tiranía”, y Anna Merlan de Vice añade que ellos no piensan que sus elecciones afecten a las de otras personas, un factor esencial de la libertad. Ahí es donde encontramos la perversión de la libertad en estos grupos de protesta: no hablan de libertad, sino de libertinaje. No marchan por la reactivación de la economía para el país, sino por sus propios intereses.

Las protestas, como documentan los medios, han revelado que quienes se encuentran marchando en Estados Unidos y Brasil son personas privilegiadas. Según Morgan y Motta, en sus ciudades las protestas se han presentado en los barrios más ricos. Los manifestantes no tienen en cuenta que el peso de la reapertura económica que reclaman recaerá en los trabajadores más pobres y menos capaces de protegerse.

“Si la reapertura comienza en mayo, será gradual, no por consejo médico, sino por la dura gramática de la riqueza y la pobreza: primero los más pobres, los últimos más ricos. En el caso de una reapertura temprana y parcial, las disparidades solo pueden ampliarse. Aquellos que pueden teletrabajar estarán mejor posicionados para minimizar su exposición que aquellos llamados a volver a trabajar en fábricas, plantas y servicios de entrega”, destaca el analista David Frum en The Atlantic.

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“Eso no es libertad; Eso es esclavitud salarial. Las personas que no pueden arriesgarse a perder un sueldo o perder un trabajo se verán obligadas a arriesgar su salud, mientras que las personas que pueden permitirse refugiarse en el lugar un poco más tendrán la "libertad" para hacerlo. Que estos manifestantes expresen su demanda de obligar a la gente a volver al trabajo en el lenguaje del patriotismo es una broma enferma. El patriotismo contempla sacrificar sus deseos individuales por el bien del país. El patriotismo implica la idea de solidaridad y sacrificio ante el peligro nacional. Mi libertad de vivir es tan importante como su libertad de morir”, agrega Elie Mystal de The Nation.

Los manifestantes han mostrado no estar dispuestos a ningún sacrificio. Han salido a marchar sin utilizar métodos de protección, aumentando la posibilidad de contagio. Además, solo han seguido el juego de quienes son expertos en causar desconfianza en la autoridad y promover la conspiración para beneficio propio. Sin embargo, hay un problema para estos líderes, la gran mayoría del público en sus naciones sí apoya el distanciamiento social, y las protestas contra este no reflejan la opinión pública. Y para que Trump o Bolsonaro salgan victoriosos de esta crisis necesitan no fomentar la desobediencia, sino salvar al sector rural. Algo que ninguno está haciendo.

Testimonios desde Brasil

Paulo Motta, periodista brasileño, y Felipe Morgan, estudiante de Medios en Niterói, hablaron con El Espectador sobre la situación en su país recientemente, y cómo la pandemia ha afectado también la esfera política en el país. Estos son sus relatos.

Paulo Motta, periodista brasileño

Hay dos tipos de reacciones a la cuarentena aquí en Brasil. La primera es una de los desempleados (12 millones) y 30 o 40 millones de subempleados. Gente que no tiene protección social, que trabaja del día a día. No es que estas personas estén en contra de la cuarentena, sino que tienen que trabajar porque no tienen dinero ni ahorros y tienen que levantar su sustento. Ellos están desamparados por el gobierno y la burocracia está exigiendo un certificado CPF para depositar 600 reales. (110 usd al mes aprox) pero eso es para los desempleados oficiales, no para los subempleados.

Estas personas tienen que sobrevivir porque no tienen apoyo del estado. Pero hay una segunda línea ligada al empresariado y la clase media alta que está con miedo de perder dinero. Ellos están más preocupados por sus negocios que por el bienestar de la población, Son los que financian a Bolsonaro y a las fake news. Hay una asociación llamada Brasil 200 que apoyó a Bolsonaro y reúne empresas que financian fake news, el llamado Gabinete de odio de la presidencia de la República, para apoyar la reapertura de la economía.

Yo sé que debe hacer una cuarentena para disminuir la curva del contagio, pero esas personas no. Y ellos incentivaron las “carreatas” para pedir la reapertura del país. Lo incongruente es que salen en carro, con máscaras, pidiendo que se reabra el comercio. Los que tienen que agarrar bus y tren exponiéndose a la contaminación, son desempleados que se están quedando en casa. 

Las “carreatas” son minoritarias, 100 carros por ciudad grande. Una minoría, pero una minoría muy ruidosa que está apostando con la vida de los otros. Lo gracioso es que son “carreatas” de BMW, Mercedes, marcas importadas que revelan bien su carácter.

*Motta señala que no sabe si esto podría tener efectos en el orden político, pero es claro que este episodio, el de la pandemia, se ha metido en todas las esferas sociales, y podría tener implicaciones en el gobierno de Bolsonaro.

Motta se mantiene hoy por hoy en oposición frente al gobierno de Bolsonaro, y explica cuál es la crisis que se vive al interior del gobierno del presidente brasileño.

No sabemos (si tendría efectos en el orden político). Hay gente que dice que Bolsonaro puede renunciar, que no creo, que se podría abrir un proceso de impeachment o apartarlo del cargo por problemas mentales. Quien asumiría sería un vicepresidente que es de derecha, pero no es un lunático. No cree que la tierra es plana, que haya que pelear con China o que el Amazonas es una persona que habla 4 lenguas, que ha estado en otros países y tiene más vivencias. No es ni de centro ni de izquierda, pero no es un loco como Bolsonaro.

En este momento, después de que Bolsonaro se pronunció y después de que Moro haya dicho que el presidente intentó interferir en investigaciones que involucran a sus hijos, de acusaciones de estar involucrado en el robo de recursos públicos con funcionarios fantasmas (Eduardo y Carlos, ligados al “gabinete de odio” que llamamos, que existe al interior del Gobierno de Planalto y divulga fake news y ataques a odio al que se oponga a Bolsonaro). Quien no está de acuerdo es un enemigo, desde el punto de vista de los bolsonaristas. Pero con la renuncia de Moro denunciando eso, los intentos de interferir en la policía federal y nuestra economía que van a caer en los próximos días, Bolsonaro pierde mucho apoyo. La cuestión es hasta cuándo los militares van a soportarlo o si se van a adherir a una retirada para que el vicepresidente haga el mandato en los próximos dos años.

Felipe Morgan, estudiante de Medios en Niterói

¿Por qué comenzaron las protestas? Morgan apunta a que el factor que detonó todo fue la incertidumbre sobre la economía.

Es principalmente económico. Creo que una de las frases más usadas en esas protestas es que la economía no puede pararse. Incluso hemos hecho varios memes acá con eso usando las más variadas tragedias como, por ejemplo, no sé, los meteoritos en la época de los dinosaurios diciendo 'uh, la economía'. Porque para estas personas es más importante salvar la economía que salvar vidas. Ellos ponen la economía en primer lugar. Dicen que va a haber mucha hambre, mucha gente desempleada, pero la verdad es que esas protestas están sucediendo en las zonas más ricas, al menos acá en el interior. No es esta gente la que va a pasar hambre.

Por supuesto. Hace protestas con tanta frecuencia hace que haya aglomeraciones frecuentes por todo el país, y el coronavirus es altamente contagioso e incluso puede ser transmisible antes de la manifestación de los primeros síntomas. Así que el virus está siendo transmitido por todo eso, porque mucha gente no respeta la cuarentena. Así que el virus seguirá siendo transmitido hasta llegar a los grupos de riesgo, y pues ellos se van a enfermar y el sistema público de salud entrará en colapso porque la gente no toma en serio, así que sí, creo que es un comportamiento muy irresponsable y que pone a todo en riesgo.

Sin lugar a duda. Lo que hemos visto con Bolsonaro es que los políticos, al menos acá, están volviéndose celebridades. La gente los sigue como ídolos. Y para mucha gente Bolsonaro es como el mesías, y todo lo que dice es verdad. No importa quién esté en contra de Bolsonaro. Hay mucha gente que ha dicho algo en contra de Bolsonaro y así mismo sus seguidores más fieles siguen apoyándolos. Así que, si Bolsonaro dice que el coronavirus es una mentira, que es 'fake news', y que la cuarentena no es necesaria, que es una exageración, sus seguidores hacen protestas reproduciendo sus discursos, es lo que está pasando acá.

Las entrevistas fueron logradas gracias al trabajo de Valeria Cortés y Camilo Gómez. @cortesbernal_v y @camilogomez8, periodistas de Negocios e Internacional.

Por Camilo Gómez / @camilogomez8

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