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¿Puede Alcatraz volver a ser una prisión tras la orden de Trump?

Trump quiere reabrir Alcatraz para los criminales “más violentos” como símbolo de ley y orden. Es difícil que lo logre.

Redacción Mundo

05 de mayo de 2025 - 01:01 p. m.
Un globo inflable con forma de Donald Trump, vestido con un traje de presidiario a rayas blancas y negras, navega en señal de protesta frente a la isla de Alcatraz.
Foto: EFE - JOHN G. MABANGLO
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El presidente Donald Trump volvió a generar polémica este fin de semana al anunciar que ordenará la reapertura de la temible prisión de Alcatraz. En su plataforma Truth Social, el republicano dijo que “La Roca”, como se conocía a la isla-prisión frente a San Francisco, volvería a operar como símbolo de “ley, orden y justicia”.

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La idea surgió luego de que tribunales federales limitaran ciertas deportaciones, algo que Trump aprovechó para insistir en su discurso contra la migración irregular y la supuesta laxidez del sistema judicial.

Aunque después dijo que era “solo una idea”, su comentario fue tomado en serio por analistas, políticos y defensores de derechos humanos, que advierten sobre el peligro de revivir un símbolo del castigo extremo como solución a problemas estructurales. ¿Qué tan viable es reabrir Alcatraz y qué implicaciones tendría? Para entender esto, hay que comenzar por el principio: la historia de esta prisión.

¿Qué es Alcatraz y por qué fue tan temida?

Alcatraz es una pequeña isla en la bahía de San Francisco que funcionó como prisión federal de máxima seguridad entre 1934 y 1963. Aislada por aguas heladas y fuertes corrientes, su ubicación natural la convertía en una fortaleza ideal para albergar a los criminales más peligrosos y rebeldes del país.

Conocida como una cárcel de “máxima seguridad y privilegios mínimos”, Alcatraz ofrecía a sus reclusos solo lo esencial: comida, ropa, un techo y atención médica. Todo lo demás debía ganarse. Durante casi tres décadas, la prisión mantuvo un aura de terror y disciplina.

Por las celdas de Alcatraz pasaron algunos de los criminales más notorios del siglo XX, cuyas historias ayudaron a forjar la leyenda del penal. Entre ellos estaba Al Capone, el célebre mafioso de Chicago, encarcelado por evasión de impuestos pero responsable de una ola de violencia durante la Prohibición.

El mafioso Al Capone fue considerado un preso de comportamiento "estelar" en Alcatraz.
Foto: AP

También estuvo George “Machine Gun” Kelly, conocido por sus secuestros y su fanfarronería con armas automáticas, aunque en prisión fue un reo dócil. Otro nombre icónico es el de Robert Franklin Stroud, apodado el “Hombre pájaro de Alcatraz”, un asesino que se volvió experto en ornitología durante sus años en aislamiento, aunque nunca crió aves en la isla.

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Los escapes de Alcatraz

A lo largo de sus 29 años de funcionamiento como prisión federal, Alcatraz registró 14 intentos de fuga protagonizados por 36 reclusos. Oficialmente, ningún preso logró escapar con éxito: 23 fueron capturados, seis murieron durante la huida y el resto simplemente desapareció.

El escape más célebre fue el de 1962, cuando Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin ejecutaron un plan meticuloso durante meses. Usaron cucharas para excavar túneles en sus celdas, fabricaron cabezas falsas de papel maché para engañar a los guardias y huyeron por un conducto de ventilación.

Aunque se presume que murieron en las frías aguas de la bahía, sus cuerpos nunca fueron hallados. El caso, que inspiró la película Escape from Alcatraz protagonizada por Clint Eastwood, sigue siendo uno de los grandes misterios sin resolver del sistema penitenciario estadounidense.

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Con el paso de los años, la isla pasó de ser una simple prisión a un símbolo de castigo extremo, reforzado por las películas y la cultura popular que contribuyeron a su aura casi mítica de peligro y horror.

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¿Por qué cerró Alcatraz en 1963?

Aunque Alcatraz fue concebida como una prisión de máxima seguridad e imposible de escapar, su cierre se volvió inevitable. La infraestructura de la isla estaba deteriorada y su mantenimiento resultaba extremadamente costoso.

Operar “La Roca” implicaba transportar alimentos, agua, suministros y personal a diario, lo que elevaba los costos por preso a más del doble que en cualquier otra cárcel federal. Mientras en promedio se gastaban US$5 al día por recluso en otras prisiones, en Alcatraz la cifra superaba los US$13.

La fuga de Frank Morris y los hermanos Anglin en 1962 fue la gota que rebosó el vaso. Aunque oficialmente nunca se confirmó que lograran escapar con vida, la posibilidad de que lo hubieran hecho encendió las alarmas.

Días después, el entonces alcalde de San Francisco pidió el cierre de la prisión, y el fiscal general Robert F. Kennedy ordenó clausurarla el 23 de junio de ese mismo año. El último grupo de presos abandonó la isla en marzo de 1963, marcando el fin de una era y el inicio de la leyenda.

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Aunque Alcatraz cerró sus puertas hace más de 60 años, sus últimos días aún viven en la memoria de quienes la habitaron. Jim Albright, el último guardia en escoltar a un preso fuera de la isla, recordó en una entrevista con NPR que no quería marcharse.

“Me gustaba estar allí”, dijo Albright.

¿Qué propone Trump y por qué quiere reabrir Alcatraz? ¿Cuánto costaría?

Trump ha propuesto reabrir y expandir la prisión federal de Alcatraz para albergar a los “criminales más violentos y despiadados” del país. La iniciativa surge en medio de sus políticas de detención más extremas, como el uso del centro penal CECOT en El Salvador para deportados, o la intención de abrir un megacentro de detención en Guantánamo con capacidad para 30.000 personas.

Aunque no dio detalles, por su historial y tono, es probable que Trump se refiera a migrantes con antecedentes penales, miembros de pandillas y personas condenadas por delitos federales graves, como narcotráfico o terrorismo doméstico.

Sin embargo, el proyecto ya enfrenta una fuerte oleada de críticas, en especial por su elevado costo. Según estimaciones citadas por Newsweek, rehabilitar Alcatraz podría costar entre US$235 y US$370 millones, y su operación anual podría ascender a US$60 o incluso US$75 millones, más del triple de lo que cuesta una prisión similar en tierra firme.

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Los críticos también señalan los problemas logísticos: todos los suministros (agua, comida, combustible) deben ser transportados en barcazas, al igual que los desechos. Además, la reapertura pondría en riesgo uno de los destinos turísticos más emblemáticos de San Francisco, administrado hoy por el Servicio de Parques Nacionales (NPS, por sus siglas en inglés).

Por esto mismo, Nancy Pelosi, la expresidenta de la Cámara de Representantes y representante del distrito de California que incluye a la isla de Alcatraz, cuestionó la viabilidad del plan, resaltando que la propuesta de Trump no era seria.

Y es que no solo la conversión de la isla de nuevo en una prisión podría generar una fuerte resistencia tanto a nivel local como nacional debido a su importancia en el sector turístico, sino que hay otras barreras en el campo legal.

¿Es legalmente posible reabrir Alcatraz como prisión?

Reabrir Alcatraz como prisión enfrenta varias barreras legales, debido a su estatus actual como monumento nacional. Como señalamos, desde su cierre en 1963, la isla ha sido gestionada por el NPS, lo que la convierte en un sitio protegido bajo la Ley de Parques Nacionales y es la NPS la que tiene autoridad sobre este territorio. Bajo la ley, existen restricciones sobre el uso de tierras federales para fines específicos, como la construcción de instalaciones carcelarias.

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Alcatraz es también un patrimonio histórico que ha sido parte de los esfuerzos por preservar y honrar su significancia cultural, incluida su ocupación en 1970 por activistas indígenas que reclamaban la isla como parte de su resistencia política. Esta ocupación, que duró 19 meses, es un símbolo poderoso de la lucha indígena y un recordatorio de los compromisos incumplidos del gobierno con las tribus.

Por esto mismo, los derechos de los pueblos indígenas sobre el territorio, aunque no confieren la propiedad de la isla, continúan siendo un tema de relevancia en las discusiones sobre el uso y el acceso a la isla, lo que suma otra barrera para la reconstrucción de la prisión.

Con todo esto, el cambio de uso de la isla de un sitio histórico y de interés cultural a una prisión operativa, requeriría una modificación legislativa significativa y una revisión de las normativas federales que protegen este espacio, que sumada a los costos mencionados anteriormente harán muy difícil que la idea de Trump se ejecute.

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