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Ecuador aparece en la pantalla regional con expectativa y preocupación. Las elecciones presidenciales y legislativas abren el camino para ocho procesos electorales que ocurrirán en América Latina a lo largo de 2021. El país viene de una historia de larga y difícil transición, el próximo gobierno recibirá un país que se ha desplomado. Entre 2007 y 2017 Ecuador vivió la era del correísmo, cuya ancla fue la Revolución Ciudadana. En aquel entonces, América Latina disfrutaba del alto valor de los commodities y políticas públicas de redistribución de renta, acompañadas de avances significativos en salud, educación e infraestructura.En aquellos años, Ecuador logró un crecimiento promedio del 3,4 % anual. Una nueva Constitución fue aprobada en 2008, se llevaron a cabo iniciativas de vanguardia como los derechos de la naturaleza y el buen vivir rescataron la cosmovisión de los pueblos indígenas.
Cuando se habla de acciones simbólicas del correísmo aparecen el cierre de la base de Manta, el enfrentamiento con empresas petroleras, el asilo político a Julián Assange, la inauguración de la sede de Unasur en suelo ecuatoriano, varias de esas muy audaces medida para enfrentar al establishment interno e internacional, fueron tildadas de autoritarias y populistas.
Se fue Correa y se desconoció su revolución ciudadana. Tan pronto Lenín Moreno llegó al poder, demostró que jamás había estado conforme con las principales directrices de su antecesor. Moreno optó por viejos caminos conocidos un alineamiento automático con Washington, una renegociación de la deuda externa y una severa persecución política al expresidente Rafael Correa y sus aliados. Durante su mandato Lenín Moreno, con orgullo, se incorporó a un escenario regional del populismo de derecha.
Sin un proyecto político propio que pudiera responder al interés de Ecuador y a las necesidades más urgentes del pueblo ecuatoriano, Lenín Moreno gradualmente se ganó el descontento del pueblo ecuatoriano. En 2019, distintos segmentos de la sociedad ecuatoriana tomaron las calles para protestar contra sus medidas.
En la primera ola de la pandemia, las imágenes de un Ecuador en las manos del COVID-19 que los azotó sin piedad conmocionó al mundo y, en las últimas semanas, la mala gestión de Moreno para garantizar las dosis necesarias de vacuna ha bajado aún más su popularidad. Junto con Perú, Ecuador lidera el índice de mayor número de muertos por habitantes.
El Fondo Monetario Internacional anuncia que el decrecimiento de Ecuador podría alcanzar una cifra del 11 %. Con una economía dolarizada y una fuerte dependencia de sus exportaciones de petróleo y una deuda externa significativa el panorama inmediato de ese país presenta innumerables retos y desafíos.
La disputa de la segunda vuelta electoral en Ecuador seguramente será entre la Alianza para la Esperanza, de Andrés Arauz, un discípulo de Correa, que pretende rescatar el rol y la capacidad del Estado para recuperar la economía, reactivar el sector productivo y fortalecer el mercado interno. Arauz tiene una historia de autosuperación, tan típica de esas latitudes. Se destaca su alto perfil académico y su experiencia en la administración pública. Ministro de Conocimiento y Talento Humano de Correa, ministro de Cultura de Lenín Moreno, investigador en el Centro Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y fundador del Observatorio de la Dolarización. Con sus propias palabras, se define como postkeynesiano y pretende lograr una mayor unidad en un Ecuador herido por sus propias circunstancias. y Guillermo Lasso, representante del sector financiero, o Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik. Observadores internacionales indican ciertas irregularidades en el proceso electoral. Pareciera ser que el sálvese quien pueda en Ecuador podrá traer sorpresas no gratas para el país y la región. Falta saber quién decidirá por Ecuador.
Profesora U. Externado.
