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El nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, llegó el 6 de mayo a la Casa Blanca para reunirse por primera vez con el presidente Donald Trump en el marco de una hostilidad latente.
El segundo mandato de Trump ha traído una guerra arancelaria y frecuentes comentarios sobre anexar Canadá al territorio estadounidense, desestabilizando la relación diplomática y económica más sólida que tenía Canadá.
Tras la renuncia del liberal Justin Trudeau en enero, muchos esperaban el regreso del Partido Conservador después de cuatro mandatos consecutivos del Partido Liberal. No obstante, la amenaza arancelaria y anexionista de Trump se convirtió en el asunto principal durante la contienda electoral canadiense. El ahora primer ministro, Mark Carney, supo capitalizar esa amenaza a su favor y puso en el centro de la narrativa su perfil como la persona idónea para hacerle frente al controvertido presidente estadounidense.
Diplomacia estratégica antes del cara a cara
Previo a conocerse los resultados electorales, Carney le dijo a la BBC que no creía en la posibilidad real de ningún anexo al territorio estadounidense y que lo que estaba buscando era cerrar un acuerdo económico con Estados Unidos. Además, advirtió que solo visitaría Washington si hubiera una “discusión seria que respetara la soberanía de Canadá”.
Incluso antes de reunirse con su vecino más próximo, Carney prefirió hacer un viaje corto a Europa a mediados de marzo para reunirse con los dirigentes de Francia y el Reino Unido. Se estima que su visita buscaba solidificar sus relaciones con las dos naciones para diversificar la economía canadiense, depender menos de Estados Unidos y así contrarrestar la presión de Donald Trump.
La expectativa aumentó cuando finalmente se pactó el encuentro oficial, ya que ambos mandatarios habían mostrado posturas divergentes. Carney expresó que esperaba conversaciones “difíciles” pero “constructivas” con su homólogo estadounidense, mientras que Trump dijo a la prensa el lunes que no estaba muy seguro de por qué lo visitaba Carney.
El secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, avivó aún más la tensión en una entrevista el lunes en el programa “Kudlow” donde calificó a Canadá como un “régimen socialista” que ha estado “básicamente alimentándose de América”.
La prensa canadiense estaba a la expectativa del encuentro, recordando constantemente las decisivas frases de campaña cuando Carney aseguraba que “todo en mi vida me preparó para este momento” y tras ganar confirmaba que fue elegido específicamente para “enfrentarse” al presidente de Estados Unidos.
Además, la presión escalaba si se tenía en cuenta la relación poco amigable entre Trump y la pasada administración de Trudeau. Con el recuerdo aún fresco del incidente en que Trump se refirió a su homólogo como “gobernador” Trudeau, haciendo alusión al cargo de quienes dirigen los estados y no al de primer ministro de una nación independiente.
Primer encuentro: cortesía y tensión
El primer encuentro entre el primer ministro de Canadá, Mark Carney, y el presidente estadounidense Donald Trump se desarrolló inicialmente con cordialidad. Trump elogió la victoria política de Carney como “una de las remontadas más grandes en la política”, lo llamó un hombre talentoso y destacó su desempeño en los debates. Carney, por su parte, agradeció el gesto y describió a Trump como un “presidente transformador, enfocado en la economía y en los trabajadores americanos”.
Carney subrayó la fortaleza de la relación histórica entre Canadá y EE. UU. Trump afirmó que lo que busca con Canadá es una “amistad, puesto que ama el país y respeta a los canadienses.” Sin embargo, la tensión surgió ante la pregunta directa sobre anexar Canadá.
Trump afirmó que a él le parece una buena idea pero que “para bailar se necesitan dos.” Reiteró beneficios como menos impuestos y “milicia gratuita”, dijo que sería un matrimonio maravilloso porque los dos países se llevan muy bien, e incluso se describió a sí mismo como “una persona muy artística,” que considera que borrar la línea imaginaria del mapa “crearía una figura geográfica hermosa.” Carney respondió con tono calmado que “viniendo del mundo inmobiliario, Trump sabe muy bien que algunos lugares nunca están a la venta.”
Durante la rueda de prensa, Trump defendió los aranceles impuestos a productos canadienses y reiteró su plan de impulsar la producción local de “carros, acero, aluminio y varias cosas más.” Declaró que “no hay razón para que sigamos subsidiando a Canadá. Canadá es un país que va a tener que hacerse cargo de sí mismo económicamente.” También criticó al ex primer ministro Trudeau, sugiriendo que su gabinete intentó aprovecharse de acuerdos comerciales.
Hacia el final de la reunión, Trump recalcó que “nosotros no hacemos negocios con Canadá, son ellos quienes hacen negocios con nosotros.” Carney no respondió ni se mostró perturbado. Una periodista le preguntó al presidente si hay algo que el primer ministro le pudiera decir en esa reunión para hacerlo cambiar de opinión frente a los aranceles. “No,” dijo automáticamente. “¿Por qué no?” preguntó la periodista. “Porque así es.” En ese punto Carney intervino para recordar a la prensa que este encuentro no se puede reducir a una sola declaración que haga cambiar de opinión a Trump: “esta es una discusión más amplia, hay cosas mucho más grandes en juego, y esto va a tomar más tiempo y más reuniones.”
Próximos pasos
Luego de su victoria el pasado 28 de abril, Carney declaró en su discurso que “ya han superado la traición estadounidense,” pero tras la reunión usó un tono mucho más diplomático y calmado frente a los comentarios incómodos de Trump. Carney dijo en rueda de prensa que los dos acordaron seguir en comunicación durante las próximas semanas y se verán en persona para la cumbre del G7, que este año tiene lugar en Canadá.
Se espera que Trump, Carney y los dirigentes del Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón, se encuentren en Kananaskis, en las montañas de la provincia Alberta, a mediados de junio. Carney afirmó que la cumbre del G7 que Canadá albergará será “muy importante para decidir el futuro del conflicto comercial global.”
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