La reconocida juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, informó este viernes que comenzó un proceso de quimioterapia en mayo, luego de que una biopsia reveló lesiones en su hígado. Según comunicó su equipo de prensa, el tratamiento está dando resultados positivos, y por eso ha proporcionado esta información. En el pasado, la magistrada miembro del ala liberal del máximo tribunal estadounidense se sometió a un tratamiento para el cáncer de colon en 1999 y una cirugía para tratar el cáncer de páncreas en etapa inicial en 2009.
“A menudo he dicho que seguiría siendo miembro de la corte siempre que pueda hacer el trabajo a toda máquina. Sigo siendo capaz de hacer eso”, dijo en un comunicado emitido por la Corte Suprema. “Estoy tolerando bien la quimioterapia y me siento alentado por el éxito de mi tratamiento actual”, dijo el comunicado. Continuaré con la quimioterapia quincenal para mantener a raya mi cáncer y ser capaz de mantener una rutina diaria activa. En todo momento, me he mantenido al día con la redacción de opiniones y todo el trabajo de la corte”, agregó.
Ginsburg, considerada una heroína en el país por su labor como abogada y luego como juez, ocupa uno de los cargos más importantes en el país. Todos en el lado demócrata entran en pánico cuando la longeva funcionaria enferma, pues si ella muere o llega a retirarse obligaría a que el presidente Donald Trump nombrara a un nuevo juez en la Corte Suprema, el cual sería más conservador que Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch, los dos magistrados que el presidente ya nombró en el tribunal.
Considerando que la Corte Suprema cuenta con cinco jueces conservadores y cuatro liberales, incluyendo a Ginsburg, un nuevo cambio bajo esta administración cimentaría la mayoría conservadora en el tribunal, y marcaría una tendencia que duraría muchos años en revertirse. El presidente Trump prometió en su campaña de 2016 que llenaría los tribunales con jueces conservadores para hacer una “revolución” en el país.
Hasta ahora, el mandatario ha cumplido con su promesa y, además de poner dos magistrados aliados en el máximo tribunal, ha puesto a poco más de 200 jueces en las distintas cortes del país, quienes ejercen un poder inmenso a la hora de decidir quién vota, quién tiene acceso a la atención médica, quién tiene acceso al aborto, quién es considerado un criminal y quién puede casarse, entre otros debates polémicos.
Pero además de las preocupaciones por lo que pueda suceder en la Corte Suprema, Ruth Bader también es muy apreciada dentro del sector liberal del país. Por su obra repleta de la defensa al feminismo, la juez fue convertida en un ícono de la cultura popular. Bader se fue además una de las primeras mujeres que se inscribieron a la Escuela de Derecho de Harvard en 1956, aunque luego se trasladó a la Escuela de Derecho de Columbia, convirtiéndose así en la primera mujer que trabajó en la revisión de leyes en ambos colegios.
En 1973 alcanzó el éxito al ganar cinco de seis casos de discriminación de género ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos. En 1980, el presidente Jimmy Carter la nominó para pertenecer a la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, uno de los puestos más importantes en la rama judicial. En 1993, el presidente Bill Clinton la nominó a la Corte Suprema. Ginsburg se convirtió en la segunda mujer nominada a ese cargo en el país. Desde que llegó al máximo tribunal, a medida que este se ha vuelto más conservador, la jueza Ginsburg se ha movido más hacia la izquierda. Para muchos, Ginsburg abrió el camino para una nueva generación de jóvenes feministas en el país.