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Las reservas de oxígeno para pacientes de COVID-19 que requieren de apoyo de respiración artificial están en niveles “preocupantes” en seis de los 27 estados de Brasil, en pleno auge de la pandemia, informó este martes la Fiscalía General. “De acuerdo con el seguimiento del ministerio de Salud, la situación es más preocupante en seis estados: Acre y Rondonia al noroeste, Mato Grosso en el centro, Amapá al norte, Ceará y Rio Grande do Norte en el noreste”, precisó la Fiscalía en un comunicado.
Solo en enero, decenas de personas murieron asfixiadas por la falta de tanques de oxígeno en los hospitales de Manaos, la capital del estado Amazonas, de 2,2 millones de habitantes. Manaos se sumergió en el caos, con decenas de personas en busca de abastecimiento de oxígeno en el mercado negro para cuidar a sus familiares en casa.
Con el objetivo de evitar que una tragedia como la de Manaos se repita en otras regiones, la Fiscalía organizó esta semana una reunión con representantes del ministerio de Salud y de la empresa White Martins, uno de los principales distribuidores de oxígeno para uso médico. “La empresa registra un aumento exponencial del consumo del producto. La demanda llegó a aumentar 300% en algunas regiones”, señala la nota de la Fiscalía.
A tal de nivel de crisis ha llegado la situación, que este lunes el estado de Sao Paulo anunció que instalará una fábrica para producir oxígeno en un plazo de diez días cerca de Ribeirao Preto, en alianza con el gigante de la cerveza Ambev. Producirá 125 tanques al día, destinados a los hospitales más sobrecargados de la región.
En Brasilia, más de 400 personas están en lista de espera para tener un cupo en la UCI. Según videos publicados en las redes sociales, algunos cuerpos fueron dejados en los corredores de un hospital de la ciudad, a la espera del traslado a una morgue.
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El nuevo ministro de Salud, Marcelo Queiroga, asumió funciones este martes en una ceremonia discreta y sin presencia de periodistas, más de una semana después de ser designado por el presidente Jair Bolsonaro. El cardiólogo asume cuando la pandemia está fuera de control en el país, diez meses después de que su predecesor, el general Eduardo Pazuello, asumiera el cargo sin experiencia en el ramo de la salud ni en cargos políticos.
Y es que el país ya bordea los 300.000 muertos por el COVID-19 y la crítica situación tiene al gigante suramericano en jaque, pues, además de la fuerte crisis que se vive en el sistema de salud, permanecen las críticas a la cuestionada gestión del Gobierno de Jair Bolsonaro, que trabaja de forma desarticulada con los mandatarios regionales para enfrentar el recrudecimiento de la pandemia en el país.
Mientras que algunos de los estados más poblados de Brasil, como Sao Paulo y Río de Janeiro, adoptaron severas medidas para frenar los contagios, el líder de la ultraderecha continua negando la gravedad de la pandemia; asegura que el país es un ejemplo en el manejo de la misma y hasta ha acudido a la Corte Suprema para limitar los poderes de los mandatarios regionales.
Bolsonaro, el negacionista
El Supremo rechazó este martes la petición del mandatario, tras calificarla de “totalitaria”, y ratificó la decisión que ya había dado desde el año pasado, de que Gobiernos regionales y locales tenían autonomía para imponer medidas restrictivas contra el coronavirus siempre y cuando estén respaldadas por un comité científico.
Bolsonaro, uno de los líderes más negacionistas sobre la covid, incentiva a los brasileños a salir a las calles, no tiene reparo en participar en actos públicos aglutinados y sin protección, y critica constantemente el endurecimiento de medidas adoptadas por alcaldes y gobernadores del país, como el cierre de comercios y toques de queda para restringir la movilidad y evitar la propagación del virus.
A la crisis se suma un Ministerio de Salud a la deriva, pues tan sólo ocho días después de haber sido nombrado Marcelo Queiroga como nuevo titular -el cuarto durante la pandemia- solo hasta hoy asumió como jefe de la cartera en lugar del general del Ejército Eduardo Pazuello, en una ceremonia privada que no fue agendada por la Presidencia.
La interinidad trabó aún más la gestión frente a la covid del Ministerio, que adelanta una lenta campaña de vacunación y opera de forma reactiva, buscando apagar los incendios ocasionados por la escasez de oxígeno y la falta de insumos para las UCI (Unidades de Cuidados Intensivos), sin un plan concreto para enfrentar la crisis sanitaria en el país.
Desde el pasado 17 de enero, cuando se inmunizó a la primera persona en Brasil, se han aplicado unos 14 millones de dosis en todo el país, es decir, que de los más de 210 millones de habitantes que tiene el gigante suramericano, tan solo el 6,6 % ha recibido al menos una dosis de algún antídoto contra la covid.
En cuanto a la escasez de oxígeno, el Ministerio señaló que seis estados preocupan por la falta del vital gas (Acre, Rondônia, Mato Grosso, Amapá, Ceará y Rio Grande do Norte). Aunque la cartera no la incluyó, la situación también tiene bajo alerta a Sao Paulo, donde la Fiscalía investiga la muerte de tres personas que fallecieron en la capital paulista, tras ser trasladadas de un centro de salud por falta de oxígeno.
El motor de Brasil, al limite
Sao Paulo, motor económico nacional y con una población de unos 46 millones de habitantes, es el estado más castigado por la pandemia, con más de 68.000 muertes y 2,3 millones de contagios desde que se registró el primer caso en el país -y de toda Latinoamérica- el 26 de febrero de 2020.
En las últimas 24 horas el estado registró 1.021 muertes por covid, un nuevo máximo diario para la región y casi el doble de los 679 fallecidos el martes pasado, hasta entonces el máximo récord en Sao Paulo. La cifra de pacientes hospitalizados con COVID-19 se ha disparado en las últimas semanas hasta las casi 30.000 personas, de las que 12.168 están en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).