A Edward Snowden, el extécnico de la CIA que reveló los programas de espionaje masivo del gobierno estadounidense, se le complica cada vez más su petición de asilo temporal en Rusia. Una misiva enviada desde Washington, que garantiza que no se le dará la pena de muerte, intenta presionar a Moscú para que devuelva al joven a su país.
La semana pasada, cuando estaban a punto de darse las condiciones para que Snowden saliera de la zona de tránsito del aeropuerto de Sheremétievo, con un refugio temporal que las autoridades migratorias estaban tramitando, el gobierno estadounidense retrasó la operación pidiendo explicaciones minuciosas sobre la calidad del refugio que se le daría.
Días después, Washington puso otro obstáculo. Uno que complica mucho más los argumentos de Snowden para solicitar asilo en Rusia o cualquier otro país. El secretario de Justicia de EE.UU., Eric Holder, envió una carta en la cual garantiza a su homólogo ruso, Alexandr Konoválov, que la justicia estadounidense no pedirá la pena de muerte para el extécnico de la CIA, aun cuando se le imputen cargos que lleven a esa condena.
Holder también aseguró que si Snowden es llevado a su país, no será torturado, porque “la tortura es ilegal en EE.UU.”, y que será juzgado en un tribunal civil. “Creemos que estas garantías eliminan las razones alegadas” por Snowden para solicitar asilo a Rusia, escribió el secretario de Justicia.
En efecto, Snowden había dicho en su solicitud de asilo temporal en Rusia que, en caso de ser devuelto a EE.UU., podría enfrentarse a la pena de muerte y a torturas. El presidente ruso, Vladimir Putin, usó ese argumento para justificar su negativa a la extradición de Snowden, por ser EE.UU. un país que aplica la pena capital. Ahora la misiva de Eric Holder los tiene en jaque, mientras el ministro de Justicia ruso prepara una respuesta.
Entretanto, el joven ya cumplió cinco semanas en la zona de tránsito del aeropuerto moscovita. Dado el complejo debate que ha despertado entre rusos y estadounidenses, su situación podría resultar similar a la de Julian Assange, el fundador de Wikileaks declarado enemigo por Washington, que ya lleva más de un año asilado en la embajada de Ecuador en Londres, pero sin poder viajar al país suramericano, a la espera de que la alta diplomacia resuelva los dilemas sobre su condición de refugio.
En medio de ese ajedrez del caso Snowden, no ha dejado de salir información sobre el espionaje estadounidense. El último reporte, publicado ayer por la revista brasileña Época, habla de “documentos sigilosos del servicio secreto de EE.UU.”, que apuntan a que Brasil y otros países del Consejo de Seguridad de la ONU (entre ellos Japón, México y Francia) fueron espiados en 2010, cuando se sancionaron medidas contra Irán promovidas por Washington en el organismo internacional.
Según la revista brasileña, con las maniobras de espionaje EE.UU. pretendía informar de manera anticipada a su representante ante la ONU, Susan Rice, sobre cómo votarían los países frente a la resolución.
Pero no sólo Brasil se sacude con ese tipo de escándalos. En Alemania crecen las sospechas sobre la ayuda de la canciller, Ángela Merkel, a la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) para facilitarle el trabajo de espionaje electrónico. La revista Der Spiegel publicó el facsímil de dos informes secretos de la NSA que causaron inquietud en la cancillería.
En el primero, con fecha del 17 de enero de este año, está registrado que el Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND) trabajó para lograr que el gobierno federal “flexibilice la interpretación de las leyes a largo plazo para poder compartir informaciones”. Y en el segundo, del 29 de abril, se dice que el Gobierno ha modificado la interpretación de la ley que protege las comunicaciones de los ciudadanos alemanes y así “proporcionar al BND más flexibilidad para compartir información protegida con sus socios extranjeros”.
Der Spiegel denunció además que los servicios de inteligencia han empleado programas diseñados por la NSA para espiar en territorio alemán y para apoyar a la agencia estadounidense en su lucha contra el terrorismo internacional. Ha sido tal la conmoción despertada por estas revelaciones, que durante el fin de semana miles de personas se tomaron las calles de Berlín para protestar en contra de Ángela Merkel y a favor de Edward Snowden.