“No amenace nuestra soberanía, porque despertará el jaguar”, así le respondió en X el presidente Gustavo Petro a su homólogo, Donald Trump, en un capítulo más de la saga que mantienen ambos desde el regreso del republicano a la Casa Blanca. ¿El motivo? Trump afirmó, durante una reunión de gabinete minutos antes del trino de Petro, que Colombia o cualquier país que produzca drogas que lleguen a su país “está sujeto a ataques” terrestres.
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“He oído que Colombia produce cocaína. Tienen plantas de fabricación. Y luego nos venden cocaína. Cualquiera que haga eso y la venda a nuestro país está sujeto a ataques, no necesariamente solo Venezuela”, fue, en concreto, la frase de Trump a la prensa. Una retórica que refuerza la visión que tiene del país al menos desde octubre, cuando llamó a Petro líder narcotraficante y posteriormente lo incluyó a él, a su hijo, Nicolás Petro; su esposa, Verónica Alcocer, y al ministro del Interior, Armando Benedetti, en la lista Clinton, o de la OFAC, lo que implica considerables sanciones económicas para los involucrados.
El problema es que ya no estamos hablando de vuelos con deportados devueltos, aranceles, sanciones económicas personales o ayudas internacionales. Como en tantas otras salidas de ambas presidencias, se trata de discursos sin mucho sustento estratégico, pero con un agravante sin precedentes: cruza la línea hacia insinuaciones militares directas.
La respuesta de Petro
Como en cualquier enfrentamiento entre Petro y Trump, el uno ataca con declaraciones y el otro responde. Pero, teniendo en cuenta el calibre de la insinuación de Trump, ¿el presidente colombiano “compró” la provocación o respondió dentro de un marco debido o jurídico? Las respuestas son variadas, según los analistas consultados por El Espectador.
Sandra Borda, analista y docente de la Universidad de los Andes, le da la razón al presidente, alegando que cualquier anuncio de operación militar sin autorización del Estado anfitrión es una violación a la soberanía y habilita el derecho a la defensa. “En derecho internacional existe el derecho a la defensa. Entonces, si hay una agresión, tendríamos derecho a la defensa, y eso es básicamente lo que está anunciando Petro”, explica.
Por otro lado, Alejandro Bohórquez-Keeney plantea el símil con el ataque de Colombia en territorio ecuatoriano en 2008: “Aquí el presidente Petro tiene toda la razón. Eso sería hacer ejercicios de soberanía, como llevar tropas y demás sin la autorización de otro Estado. Eso es una declaratoria de guerra. Recordemos que eso fue lo que Ecuador le demandó a Colombia por allá en 2008, cuando la Operación Fénix, en la que se dio de baja a “Raúl Reyes”, de las FARC. Entonces, claro, el presidente Petro está en todo su derecho de responder”. Bohórquez añade, sin embargo, que Trump ya vio, con su campaña de intimidación a Venezuela de los últimos cuatro meses, que ni China, Rusia ni otras potencias han salido en su defensa. Por ello, puede que tenga confianza para intimidar ahora a Colombia, en especial cuando el “derecho internacional no está funcionando”. En palabras más sencillas, no hay un árbitro que entre a mediar o que frene a Washington.
Los ataques terrestres en Latinoamérica son algo que Trump ya anunció hace semanas, afirmando incluso en la declaración sobre Colombia que contra Venezuela vendrán pronto. Por eso es prematuro afirmar si meter a nuestro país en la misma bolsa fue deliberado o está planeado. Sin embargo, para Luis Moreno, exdiplomático estadounidense, es una muestra más de su forma “de hacer política extranjera de una manera muy poco clara. No hay ningún proceso de consultas con el Departamento de Estado ni con el Departamento de Defensa; solo lo que le corre en este momento”.
Moreno afirma que incluso puede ser una forma de distraer las secuelas que están dejando los 21 ataques en aguas de la región, que han matado a 82 personas. Recuerda que la semana pasada se conoció que en uno de los ataques se dio la orden de rematar a dos sobrevivientes de una de las lanchas pequeñas que recién había sido destruida. “Estaban flotando sin amenazar a nadie, indefensos, y ni siquiera estaba claro quiénes eran, y los dieron de baja. Entretanto, sigue la controversia del caso Epstein y muchas otras cosas. (Trump) indultó al expresidente Juan Orlando Hernández (de Honduras) de la cárcel después de ser sentenciado”, pone como ejemplos.
En retrospectiva, es una de los cientos de movidas que Trump hace semanalmente, y tiene bastantes lecturas. De momento no existe un respaldo electoral, un aval del Congreso de Estados Unidos o públicamente ninguna estrategia militar que represente una amenaza real.
Por ahora no habrá guerra, pero sí hay daño estructural cuando un presidente de EE. UU. amenaza militarmente a un aliado histórico. Moreno lo resume de forma optimista: “Espero que las autoridades en EE. UU. no vayan a ser tan absurdas de seguir órdenes de atacar ciegamente a Colombia. Hay demasiada gente con sentido común como para dejar que algo así pase”.
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Por Hugo Santiago Caro
