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Trump y Al Capone: “gánsteres con el mismo talón de Aquiles”

El imperio criminal de Al Capone no cayó por los robos, los asesinatos, la prostitución ni el contrabando, sino por algo mucho más simple: la evasión de impuestos.

05 de julio de 2021 - 02:00 a. m.
Un hombre disfrazado de Donald Trump, con un uniforme de prisión, posa a las afueras de la fiscalía de Manhattan.
Un hombre disfrazado de Donald Trump, con un uniforme de prisión, posa a las afueras de la fiscalía de Manhattan.
Foto: Getty Images - Getty Images

Harry Houdini era considerado el mejor escapista de todos los tiempos, hasta que apareció Donald Trump y reclamó dicho título. El expresidente estadounidense, ante los ojos de todos, ha sabido escurrirse de la justicia una y otra vez como por arte de magia. Ni los escandalosos pagos de su primera campaña a la presidencia, ni la novela del Ucraniagate, que condujo a su primer juicio político, o la misma trama rusa en la que se habla de una coordinación de su equipo con Moscú para injerir en las elecciones de 2016, pudieron atraparlo.

Las investigaciones han llegado y se han esfumado sin causarle un rasguño, sin que eso signifique que lo dejen exento de culpabilidad. Los jurados lo han dejado ir considerando que “ha aprendido su lección”, reconociendo implícitamente su responsabilidad. La condena, sin embargo, ha sido imposible por las prácticas de la política en Washington.

Tampoco lo lastimó un segundo proceso de destitución en su contra, esta vez por su responsabilidad en el asalto al Capitolio del 6 de enero de este año. Trump siempre encuentra una salida a todo, por lo menos hasta ahora.

Con cada una de sus fugas, sus detractores veían menos realizable la fantasía de ver al expresidente pagar por su perversión de la ley. Después de que Trump escapó de su segundo impeachment y los republicanos del Congreso sepultaron la iniciativa de crear una comisión para investigar qué pasó el 6 de enero en Washington D. C., las esperanzas de una rendición de cuentas estaban por el piso. Luego llegó el jueves de la semana pasada y cambió todo el panorama.

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“Al Capone finalmente cayó porque consiguieron a su contador”, dijo en febrero Timothy L O’Brien, reconocido biógrafo de Trump, anticipándose a las noticias de julio.

El gánster más famoso de todos los tiempos, amo de Chicago y rey de la mafia estadounidense, cometió una amplia lista de delitos en su vida, pero lo único que pudo precipitar la caída de Al Capone fue un cargo por evasión fiscal por el que fue condenado a once años de prisión. Ese fue su talón de Aquiles. Ahora Trump, quien según James Comey, exdirector del FBI, tiene un “comportamiento de capo mafioso”, podría tener un destino similar al de Scarface.

El jueves de la semana pasada, la Fiscalía del distrito de Manhattan presentó una acusación formal contra la Organización Trump, la entidad que abarca todas las empresas del magnate, por conspirar con altos ejecutivos para evadir impuestos. El fraude fiscal que se habría cometido es bastante simple de explicar: en lugar de aumentar el salario de sus empleados, la Organización Trump negociaba tras bambalinas una serie de “beneficios complementarios” con ellos. ¿Para qué? De esta manera, el empleado y el empleador evitaban pagar más impuestos. La Organización Trump ha dicho que “esta es una práctica estándar en toda la comunidad empresarial de Estados Unidos”. Pero el “todo el mundo lo hace” no es un buen argumento en la Corte, puesto que sigue siendo de fondo un delito. Esto es fraude fiscal.

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En el centro de esta investigación está Allen Weisselberg, contador y director financiero de Trump, leal al clan de los Trump desde que Fred Trump, el patriarca de la familia, lo llevó a trabajar con él en 1973. Weisselberg ha sido un tipo que ha trabajado en las sombras y solo ha sido mencionado por el expresidente pasajeramente en los libros que ha escrito sobre “éxito empresarial”. De todas maneras, es bien sabido en Nueva York que él es el “Robin” de Trump. Su trabajo, además de maquillar las cifras, es pasar inadvertido.

“Es tan descolorido que se confunde con los muebles… mirando siempre las planillas y la calculadora”, dijo Gwenda Blair, quien entrevistó a Weisselberg para su libro Los Trump: tres generaciones de constructores y un presidente.

Los documentos que obtuvo la Fiscalía del distrito de Manhattan señalan que la Organización Trump pagó el alquiler de un apartamento para Weisselberg y su familia en la ciudad de Nueva York por US$1,2 millones. Ahí estaban incluidas las facturas de servicios y otros gastos como la renta del garaje. También se les pagó la matrícula a dos de sus familiares desde 2012 en una escuela privada de Nueva York, con cheques firmados por el mismo Donald Trump; el alquiler de dos Mercedes-Benz para él y para su esposa, Jennifer; el “entretenimiento navideño”, que incluía las vacaciones de la temporada de fiestas, y camas nuevas, televisores y muebles para una residencia en Florida.

Verán: todos estos “beneficios complementarios” no hacen parte del salario de un empleado, pero tienen un valor monetario y por eso se deben considerar ingresos imponibles pagados por el empleador. En el Código Tributario hay tipos de beneficios que están excluidos de los impuestos, como el pago del seguro médico proporcionado por la empresa, pero la vasta mayoría de beneficios de este tipo se deben declarar. Todos estos ingresos, sin embargo, fueron omitidos de la declaración personal de impuestos de Weisselberg, por lo que se le acusa de evasión.

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Pero ahí no termina todo: al no informar de las compensaciones indirectas, Weisselberg y la Organización Trump pudieron reembolsar miles de dólares en impuestos federales en sus cuentas bancarias al deducir impuestos. No solo esquivaron los impuestos, sino que le cobraron por su dudosa práctica. Este es un gran entramado de fraude que se venía desarrollando desde hace por lo menos quince años.

La evasión fiscal no es nueva en el clan Trump. El padre del expresidente, Fred, es recordado por estas prácticas mientras llevó el negocio. “Mi padre siempre se había opuesto mucho a pagar impuestos, así que en la medida en que pudiera pagar menos era algo bueno”, dijo Robert Trump, hermano del exmandatario. Y Donald Trump heredó ese mantra. De hecho, una de las tareas que el republicano le encomendó a Weisselberg fue que no saliera ningún centavo de las arcas de la empresa a menos que fuera necesario. La evasión fiscal, maquillar los registros y valorar los bienes para obtener beneficios eran su política interna.

Ahora, ¿está Trump en peligro por esta investigación en particular? No en realidad. El expresidente no figura en la acusación en curso, sino el emporio que lleva su nombre y que poco a poco se ha ido desmoronando a costa del mismo Trump. Con el asalto al Capitolio, la Organización Trump ha tenido dificultad para cerrar negocios, y la presidencia del magnate no ayudó a que esta tuviera una mejor imagen en el mundo. Es su empresa y no su figura la que está en problemas. Los cargos podrían dañar las finanzas de Trump y poner aún más en peligro sus relaciones con los bancos, con quienes tiene grandes préstamos pendientes.

Sin embargo, a largo plazo esta sí es la mayor amenaza que ha enfrentado el expresidente en su vida. “Es la punta del iceberg”, dijo Michael Cohen, exabogado de Trump. Y es que, como dice Cohen, hay mucho más por venir. Weisselberg es apenas una pieza del rompecabezas para continuar las querellas contra la Organización Trump hasta llegar al propio magnate. Al igual que Weisselberg, los hijos de Trump, Ivanka, Don Jr. y Eric, pudieron recibir “beneficios complementarios” de la empresa. Todos trabajaban en altos cargos. Según los reportes, la Organización Trump pagó más de US$100.000 al peluquero de Ivanka y los hizo pasar como gastos de la empresa. Todos estos sobrecostos y compensaciones personales para el círculo cercano parece que tenían el mismo objetivo: la evasión fiscal.

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No es lo único en juego, por otro lado. Según Cohen, Weisselberg habría ayudado a orquestar los pagos a la actriz del cine porno Stormy Daniels, para que guardara silencio sobre su relación con Trump cuando este se lanzó de candidato presidencial en 2016. También sería el artífice de las oscuras maniobras en la valorización de los bienes raíces del magnate: Weisselberg subvaloraba el precio ante el fisco para reducir sus impuestos y los sobrevaluaba ante los bancos para conseguir préstamos. Weisselberg ha sido el asistente de Trump en todos sus trucos y escapes. Él es la clave para arrastrar al expresidente a la justicia y por eso la Fiscalía de Manhattan ha tratado de voltearlo a su favor para que testifique y cuente todo lo que sabe. Fraude bancario y fraude de seguros se podrían sumar a la lista de cargos contra la Organización Trump en un futuro, si los fiscales continúan examinando el rastro que hay detrás de Weisselberg.

Trump cometió muchos delitos durante su presidencia sin haber pagado por ellos… hasta ahora. Sin embargo, esta vez es totalmente diferente y parece que no hay cartas bajo la manga que lo puedan salvar. Al igual que Al Capone, podría ser una falta minúscula dentro de un gran historial de agravios la que puede derribar por fin al magnate. ¿Le importará todo este escándalo? Para nada. A Trump le encanta regodearse de no pagar impuestos. “No pagar me hace inteligente”, le dijo a Hillary Clinton durante un debate en septiembre de 2016.

Trump, por el contrario, se alimentará de esta investigación para decir que los liberales lo están persiguiendo como en una “cacería de brujas”, mientras tiene en la mira las campañas electorales de 2022 y 2024. Los resultados de este caso no tendrían un gran impacto en los seguidores del expresidente. Después de todo, ni el mal manejo de la pandemia y 500.000 vidas perdidas no quebrantaron esta relación. Pero los adelantos del caso sí podrían sacarlo de la carrera electoral más adelante y destruir sus ya malheridas finanzas. Para quienes esperaban un ápice de justicia sobre Trump, el momento está por llegar. Puede que no pague por ninguno de sus grandes delitos como presidente, pero este caso lo golpeará donde más le duele: en sus bolsillos y su marca.

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James(98616)05 de julio de 2021 - 10:15 p. m.
DONALD RATA TRUMP RACISTA FASCISTA, INEPTO, INCOMPETENTE, VIOLADOR DE MUJERES, PUSO NIÑOS Y NIÑAS EN JAULAS SEPARÁNDOLOS DE SUS PADRES, EXTORSIONÓ PRESIDENTE DE UCRANIA PARA ENLODAR A JOE BIDEN, COMULGA CON DICTADORES QUE ASESINAN PERIODISTAS, ESTAFÓ ESTUDIANTES CON SU FALSA UNIVERSIDAD, TRAIDOR PERMITIÓ A VLADIMIR PUTIN PAGAR RECOMPENSAS A TALIBANES PARA ASESINAR PERSONAL AMERICANO EN AFGANISTÁN.
DORA(2370)05 de julio de 2021 - 10:05 p. m.
En Colombia, donde todos los lacayos del capo mayor se inmolan antes de denunciarlo y con todas las ias en el puño, ¿Cuándo será ese cuando?
Eduardo(26198)05 de julio de 2021 - 08:20 p. m.
Muy buen informe ; aquí hay un culi-bajito que sigue impune.
Larsen(kw2m3)05 de julio de 2021 - 04:21 p. m.
Genial comparativo. En Colombia hay un personaje que goza de esos atributos sobre todo el de burlar a la justicia y otros desafueros...
Carlosé Mejía(19865)06 de julio de 2021 - 03:25 p. m.
No me parece suficiente que este sujeto y su familia se desmoronen económicamente. Debería ir a la cárcel. Además, no debería participar en política. ¡Es inaudito!
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