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Un refugio polémico: el trasfondo político del arribo de los afrikáners a EE. UU.

La llegada de un grupo de afrikáners a suelo estadounidense despertó críticas por el beneficio de refugio que Donald Trump les dio. Detrás de la decisión del republicano hay un boicot político que su administración está llevando a cabo en contra de Pretoria, que representa intereses globales contrarios a los suyos.

María José Noriega Ramírez

13 de mayo de 2025 - 07:00 a. m.
El primer grupo de afrikáners en llegar a Estados Unidos desde Sudáfrica.
Foto: AFP - SAUL LOEB
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“Un refugiado es alguien que tiene que abandonar su país por miedo a sufrir persecución política, religiosa o económica, y ellos no encajan en ese perfil”, dijo el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, sobre los cerca de 50 afrikáners que llegaron a Estados Unidos a bordo de un avión privado. Entre protestas y reclamos, los extranjeros fueron recibidos en un país que en los últimos tres meses ha llevado a cabo una redada contra la migración irregular, deportando a cientos de personas, suspendiendo los programas de refugio e interrumpiendo la llegada de individuos de otras partes del mundo, como Afganistán, Irak y la mayoría de los países de África subsahariana. Entonces, esto no es un asunto migratorio, es más bien político y de cómo las posturas de Washington no encuentran eco en las posiciones de Pretoria.

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Trump alega que los afrikáners, una minoría blanca descendiente de colonos, principalmente holandeses y franceses, que estuvieron al frente del apartheid, están siendo perseguidos por razones de raza. Según el jefe de la Casa Blanca, ellos son víctimas de genocidio: “En Sudáfrica están asesinando brutalmente a agricultores blancos y confiscando tierras”. Las autoridades locales, en cambio, comentan que esas afirmaciones son falsas y que responden a una visión errónea del país.

La administración liderada por Ramaphosa argumenta que ese sector es uno de los más ricos del Estado y uno de “los más privilegiados económicamente”, pues ellos representan el 7 % de la población y aun así concentran el control del 70 % de las tierras agrícolas. Además, los datos de la Policía contradicen lo dicho por el republicano: entre abril de 2020 y marzo de 2024, 225 personas fueron asesinadas en granjas. La mayoría de ellas (101) eran trabajadores o extrabajadores agrícolas, sobre todo de raza negra. Es decir, no hay registros de una matanza masiva de dicha minoría, como la que argumenta Washington, aunque sí se sabe que en ese mismo período de tiempo 53 agricultores, generalmente blancos, también fueron víctimas de homicidio.

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Para Aymeric Durez, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana, esta actitud responde a la filosofía política trumpista, que cuenta con fuertes aliados, como Elon Musk, que se oponen al liderazgo del país africano. No hay que olvidar, por ejemplo, que el magnate y jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental escribió en la red social X, ante sus más de 219 millones de seguidores, que su proveedor de servicios de Internet satelital, Starlink, “no tiene permitido operar en Sudáfrica simplemente porque no soy negro”. Antes criticó “las leyes de propiedad racista”, haciendo referencia a la aprobación de una disposición de este año que permite que el Gobierno expropie tierras privadas sin compensación en casos específicos, como cuando no están en uso, no hay una intención de desarrollarlas ni de ganar dinero con ellas, o cuando representan un riesgo para las personas. Esto, según Durez, es un pretexto de Trump y Musk para castigar a Sudáfrica y mostrar su hostilidad ante su Gobierno.

En una sociedad donde todavía hay efectos de la segregación racial, el docente considera que la actitud de Estados Unidos también responde a las posiciones sudafricanas frente a cuestiones globales, que se oponen a las suyas. Ahí, por ejemplo, menciona la vocería que ha tenido Pretoria a favor de la causa palestina, a través de la demanda que presentó contra Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, pero también el hecho de que el embajador en Estados Unidos, Ebrahim Rasool, fue declarado persona non grata, luego de que el secretario de Estado, Marco Rubio, lo acusara de odiar a Donald Trump, así como de ser un “político que incita al racismo”. A esto se suma el hecho de que el jefe de la diplomacia del republicano no asistió a la reunión de los ministros de Exteriores que se realizó en febrero en Johannesburgo, pues, según el funcionario de Washington, el país africano tiene una agenda “antiestadounidense”.

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Durez no cree que haya una migración masiva de Sudáfrica a Estados Unidos, pues, al menos con lo que se vio el lunes, las cifras son bajas. Ahora bien, la llegada de ese grupo de personas se encontró con fuertes críticas. Una de ellas se escuchó en voz de Shawn VanDiver, quien dirige #AfghanEvac y aseguró que dejar entrar a ese grupo mientras se mantiene afuera a los afganos es una “hipocresía”. Él, citado por France24 y que apoya a reasentar a los ciudadanos de ese país que ayudaron al Ejército estadounidense en la guerra, agregó: “Los afganos que enseñaron a niñas, que lucharon por la democracia y que ahora enfrentan represalias de los talibanes, cumplen con todas las definiciones de refugiados”. Por su parte, Kenn Speicher, de 73 años, hizo parte de las manifestaciones llevadas a cabo en el Aeropuerto Internacional Dulles, a las afueras de Washington, y a través de un cartel expresó: “Los verdaderos refugiados siguen esperando”. Sobre los afrikáners, le dijo a The New York Times que desconoce su situación, pero que “se les ha acelerado el proceso, y aquí están por motivos políticos”.

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