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“Ya no damos abasto con tanta muerte”

Entrevista a José Reyes, alcalde de Ciudad Juárez, donde sólo en enero murieron mil personas.

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Joaquim Ibarz / Ciudad Juárez (México)
17 de febrero de 2010 - 10:07 p. m.
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Allá donde va, José Reyes Ferriz carga con la pesada cruz de verse señalado como el alcalde de la ciudad más violenta del mundo. No es cómodo dirigir a una población de la que se dice no tiene gobierno, no existe autoridad y no se castiga a los responsables de los 2.640 homicidios registrados en el año 2009. En su despacho, desde donde se divisa la malla metálica que marca la línea fronteriza con Estados Unidos, Reyes habla de lo difícil de su trabajo.

¿Qué se siente ser alcalde de la ciudad más violenta del mundo?

Me duele. Pero me anima a combatir tantas muertes. Juárez no es sólo violencia. Es el principal centro de intercambio comercial con EE.UU. y Canadá y con las mejores comunicaciones con Estados Unidos. Estas facilidades logísticas atraen a muchas empresas, pero con el estigma de ser la ciudad más violenta del mundo es difícil atraer inversionistas.

¿Se siente impotente ante tanta violencia?

Es algo muy difícil, complicado, doloroso. Duele ser alcalde con tantas muertes. Hay muchísima exigencia de la misma ciudadanía. Todos queremos que esto termine pronto.

¿Cómo explica tantos muertos en una ciudad vigilada por 7.000 soldados, 2.000 policías estatales, 400 locales, 3.000 agentes municipales?

Es un problema que se dejó crecer. En primer lugar, el crimen organizado corrompió las instituciones policíacas durante 15 años, de tal manera que llegamos a tener una policía con una infiltración por los narcos de más del 40%. El número de policías no creció mientras la población se multiplicaba, no tenían equipamiento, ni preparación. Por otro lado, tuvimos un grave problema social.

¿En qué consistió?

Juárez llegó al empleo total en los años ochenta. Padre, madre, hijos mayores, todos trabajaban; mientras, los niños vivían en la calle. No tenían el cuidado y atención de sus padres. El gobierno no hizo las inversiones de estructura social que se requería, y perdimos una o dos generaciones de jóvenes, que hoy son sicarios y miembros del crimen organizado. La violencia no es culpa del actual gobierno, es un problema de muchos años.

Cada vez muere más gente inocente, que no tiene nada que ver con narcotráfico ni pandillas.

Es el gran problema que estamos viviendo. Estos grupos en sus enfrentamientos promueven la muerte de gente inocente, como los 15 estudiantes que asesinaron hace unos días.

¿Esas muertes de inocentes buscaron aterrorizar a la población?

No fue terrorismo. Para sembrar el terror se tiene que reivindicar el atentado. Un muchachito que sobrevivió, escuchó que un atacante le decía al otro. “Pero estos no son”. El otro sicario le contestó. “Pues qué tiene, ya estamos aquí”. Los autores no eran terroristas sino asesinos que perdieron cualquier valor.

¿Las autoridades policiales y judiciales se ven rebasadas por el incremento de la violencia?

Fiscales y forenses ya no dan abasto con tanta muerte. La infraestructura de justicia del estado de Chihuahua está rebasada por tantos asesinatos.

¿Fue una equivocación del presidente Calderón meter al Ejército en la guerra contra los narcos sin tener preparación para funciones policíacas?

Creo que no. No había otra opción que enviar refuerzos del Ejército, única institución con fuerza suficiente para enfrentar al crimen organizado. Cuando Felipe Calderón asumió la presidencia teníamos 4.000 policías federales, un año después ya eran 20.000. Hoy son más de 40.000. Siguen siendo pocos para enfrentar el poder del narcotráfico.

¿Qué responsabilidad tiene EE.UU. en estas muertes? A medio kilómetro de acá se pueden comprar libremente armas de alto poder.

Gran parte del problema lo genera que se vendan armas de grueso calibre con total libertad al otro lado de la frontera. Además, EE.UU. deporta cien mil personas al año a través de Ciudad Juárez. De ésas, 7.000 son delincuentes peligrosos que los avientan a este lado de la frontera. Les dicen, caminen 20 pasos para allá, ése es su país.

Ciudad en espera de un rescate

Ciudad Juárez  ha sido por décadas punto estratégico para el flujo ilegal  entre Estados Unidos y México.

Bastión del cartel de Juárez y cuna de maquilas y pobreza, la ciudad fronteriza se ha convertido en símbolo de los peores males latinoamericanos: en los noventa, los crímenes contra mujeres la conviertieron en la ciudad de los feminicidios (por los cuales el estado Mexicano fue condenado por la justicia interamericana, el año pasado). Ahora, las luchas entre los narcos locales y el Cartel de Sinaloa sumadas a la llegada de 6.000 militares y policías federales,  la conviertieron en la ciudad más violenta del mundo: en 2009, 2.640 personas fueron asesinadas. El incremento de la violencia en México en los últimos ocho años supera, según estadísticas oficiales, el  800%.

Por Joaquim Ibarz / Ciudad Juárez (México)

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