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Cartas de Ucrania: explicar Ucrania

Me veo obligada a explicar a otras personas la realidad cotidiana en Ucrania. El enfrentamiento constante con los estereotipos es una prueba aparte. Pero en verdad, se puede explicar todo, si hay ganas.

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Iryna Tsilyk*, especial para El Espectador
30 de agosto de 2025 - 05:44 a. m.
El 28 de agosto de 2025, un misil ruso explotó cerca de este edificio residencial de nueve pisos en Kyiv, Ucrania. Al menos 14 personas murieron, entre ellas tres niños. El ataque a la media noche incluyó 598 drones y 31 missiles,  de acuerdo con el Servicio Estatal de Emergencias. EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO
El 28 de agosto de 2025, un misil ruso explotó cerca de este edificio residencial de nueve pisos en Kyiv, Ucrania. Al menos 14 personas murieron, entre ellas tres niños. El ataque a la media noche incluyó 598 drones y 31 missiles, de acuerdo con el Servicio Estatal de Emergencias. EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO
Foto: EFE - SERGEY DOLZHENKO
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“¡Hola, buenos días!”, veo un meme gracioso con un gato dormido en el chat con mis compañeros, unos artistas franceses que están trabajando a distancia en mi nueva película. Además de hablar de trabajo, nos permitimos intercambiar imágenes divertidas y charlar sobre el tiempo. Hoy tampoco he dormido bien, ya que durante la noche mi Kyiv ha vuelto a ser brutalmente atacado por los misiles y drones rusos. Uno de los misiles impactó en un edificio residencial y destruyó el portal entero; hay muchos muertos y heridos, y continúan las labores de rescate entre los escombros. Dudo si contárselo a los franceses, porque entonces tendré que aceptar sus sinceras condolencias. Y además, seguramente tendré que volver a explicarles cosas...

Da la casualidad de que en los últimos años me veo obligada a explicar a otras personas la realidad cotidiana en Ucrania, especialmente durante mis intervenciones públicas. Como directora de cine y escritora, ahora hablo de mi país en diferentes escenarios del mundo. Nunca deseé desempeñar este papel de embajadora, pero de repente descubrí que la actividad en el campo de la diplomacia cultural tiene sus propias razones y superpoderes. Por eso, aprendo una y otra vez a elegir las palabras adecuadas, sintiendo una gran responsabilidad por cada una de mis afirmaciones, cada emoción e incluso por mi propia apariencia y mi pintalabios rojo, que a veces no encaja en la idea que algunos extranjeros tienen sobre los «ucranianos que sufren».

El enfrentamiento constante con estos y otros estereotipos es una prueba aparte para mí y para mis compañeros ucranianos, que ahora dan muchas conferencias en diferentes auditorios del mundo. Pero en verdad, se puede explicar todo, si hay ganas. En particular, el pintalabios rojo y la sonrisa constante como una forma de autodefensa. ¿Recuerdan esa foto famosa de 1995 de una mujer de Sarajevo durante el asedio? Con un vestido bonito, tacones y la cabeza bien alta, que se dirige al trabajo pasando junto a un soldado armado, y toda su apariencia dice solo una cosa: lo que más le asusta es perder su sentido de la dignidad.

A veces, para explicar algo sobre las sutilezas de nuestra vida durante la guerra, basta con ilustrarlo con ejemplos del pasado, porque la historia se repite y muchas cosas se repiten. Pero, ¿qué pasa con aquellos fenómenos que no encajan en ningún marco preestablecido? Durante esta guerra, los ucranianos rompieron muchos guiones que no fueron escritos por nosotros desde los primeros días de la invasión rusa, cuando la gran mayoría de los países, incluso nuestros aliados potenciales, estaban totalmente convencidos del éxito rápido de Rusia. Solo tres días, ¿lo recuerdan? Esas eran las previsiones. Sin embargo, algo salió mal para los rusos. Y sigue saliendo mal, de hecho.

Oh, cuántas veces nos han enterrado ya durante estos largos años, incluso nuestros aliados. Y luego, un día, el mundo entero se despierta y se sorprende una vez más con las últimas noticias sobre cómo, por ejemplo, los ucranianos atacaron decenas de aeronaves de la aviación estratégica rusa con drones de bajo costo. Y entonces intentan compararnos con David, que se rebela obstinadamente contra Goliat, recuerdan Tsushima y otras operaciones militares del pasado. Pero la verdad es que se trata de una operación militar completamente nueva, que cambia en gran medida la posible coreografía no solo de esta guerra, sino también de guerras futuras. Y no siempre es posible explicar el futuro con ejemplos del pasado.

Sí, esa es la cuestión. Se trata, ante todo, de una conversación sobre el futuro, y no solo el nuestro, ya que esta guerra existencial no es un conflicto local, sino un factor bastante importante para muchos cambios tectónicos en el orden mundial. Por supuesto, Ucrania no es el único foco de atención en este momento, ya que hay diferentes guerras en todo el mundo. Pero todos estamos conectados entre nosotros más de lo que parece. El mundo actual se asemeja a un castillo de naipes, donde muchas cosas se sostienen sobre pilares demasiado finos y frágiles. Quita un par de cartas importantes, como el respeto a las instituciones democráticas, las leyes de justicia, etc., cierra los ojos, ignora la enésima guerra genocida, permítete creer definitivamente que cada uno de nosotros es una persona insignificante de la que nada depende, y todo se desmoronará definitivamente.

No tiendo a idealizar mi propio país y veo muchas lagunas en su política interna. Pero nuestra guerra de liberación lleva más de 11 años, no solo por los territorios ocupados por los rusos, ciertos objetos y demás, sino, ante todo, por el concepto de la dignidad y seguridad de todo el mundo libre, por muy grandilocuente que suene. Tengo algo en lo que apoyarme de forma interna, ya que esta lucha nunca ha sido inútil, y por eso sigo hablando de ello con quienes están dispuestos a escuchar. Aunque la verdad es que no es nada fácil hablar de nosotros a otras personas, si nosotros mismos aún no nos hemos explorado. La nación ucraniana se encuentra en el proceso de reformateo, estamos buscando de nuevo las respuestas a tales preguntas como “quiénes somos”, “cuáles son nuestros valores”, etc., y la guerra solo ha agudizado y acelerado esta búsqueda de nuestra propia identidad.

Sea como fuere, el diálogo con el resto del mundo es muy importante, algo de lo que me he convencido infinitamente a lo largo de muchos años. No es ningún secreto que para la mayoría de los demás países Ucrania fue una terra incognita o se percibía únicamente como un satélite del «mundo ruso» durante mucho tiempo. Lamentablemente, fue precisamente la guerra lo que llevó a muchas personas a centrar su atención en este gran país europeo, a menudo desconocido e incomprendido, incluso para sus vecinos más cercanos.

Aunque, por supuesto, los diálogos pueden ser muy diferentes. Cuántas veces he presenciado el buen viejo westsplaining, en que los occidentales intentan explicarnos con condescendencia lo que realmente está pasando aquí. O incluso cierta irritación por el hecho de que los ucranianos no siempre encajan en su idea de víctimas pasivas de la guerra y de refugiados pobres. O la sincera incomprensión de muchas otras personas del mundo de que no todos los europeos fueron colonizadores en su momento y que, por ejemplo, los ucranianos, por el contrario, sufrieron el pasado colonial. Lo más curioso es que, en realidad, algunas naciones y nosotros tenemos traumas muy similares, pero, al mismo tiempo, sabemos tan poco unos de otros y estamos tan envenenados por la propaganda que somos incapaces de separar el grano de la paja y ver lo esencial.

Pues bien, ha llegado el momento de la desintoxicación y la reevaluación. El mundo está cambiando rápidamente, ya no podemos permitirnos basarnos en los conocimientos del pasado, debemos ser flexibles, curiosos y abiertos a todo lo nuevo. Como los niños. Solo así tendremos la oportunidad de sobrevivir.

Y para ello siempre se necesitan dos. Conversaciones entre iguales, con respeto por la experiencia desconocida o incomprensible del otro y, al mismo tiempo, con un deseo sincero de encontrar todo lo que nos une. Habla conmigo y trataré de explicártelo todo. Y luego me callaré y te escucharé atentamente.

* Iryna Tsilyk es una directora de cine, escritora y poeta ucraniana. Su documental “La Tierra es Azul como una Naranja” (2020) obtuvo el premio a la mejor dirección en el Festival de Cine de Sundance, y el Premio Nacional de Ucrania de Tarás Shevchenko (2022).

* “Cartas de Ucrania” es un proyecto de la campaña de solidaridad latinoamericana ¡Aguanta Ucrania!, en conjunto con PEN Ucrania, UkraineWorld y el Instituto Ucraniano.

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Por Iryna Tsilyk*, especial para El Espectador

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