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Masas de escépticos que desdeñaban la Expo de Osaka 2025 por considerarla vacua, grandilocuente o derrochadora, se abalanzan sobre el evento mundial y, a menos de un mes de que termine, provocan la pesadilla de todo organizador de eventos multitudinarios: colas interminables, incontrolables y, para el visitante, insufribles. (Lea más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
“Es inevitable”, me dice el curtido comisario general, o jefe máximo, de un pabellón que en previsión de la oleada final que él ya ha visto en otros lares, hizo construir amplios espacios para las serpenteantes filas que desde la mañana llenan calles, callejones, tiendas, restaurantes, baños y, finalmente, se acumulan a la entrada de cada pabellón.
Me advierte de ciertos pabellones diseñados por maestros arquitectos expertos en galerías de arte que se esmeran en crear experiencias intimistas sin pensar que las exposiciones universales son, sobre todo, excursiones familiares que implican también abuelos, bebés y equipos respectivos que incluyen sillas de ruedas y pañales.
El temor a perderse un evento de repercusión mundial, que años después será recordado por algún edificio espectacular, un hecho histórico, un invento prodigioso o la visita de alguna celebridad, suele ser, según los sociólogos, una de las principales razones para querer subirse al barco cuando quedan pocas entradas.
Como suele ocurrir también con otros eventos que se refrescan periódicamente, como las olimpiadas o los campeonatos mundiales de fútbol, los celos sociales se apoderan de personas que posponen su visita y se dan cuenta de que ha llegado el momento definitivo.
Las redes sociales magnifican, pero al mismo tiempo contribuyen a amainar las ganas de entrar.
La constante subida de contenidos con eventos y celebraciones, permite que alguien con diez o quince minutos libres al día pueda seguir la actualidad.
Pero un factor que al parecer no se ha tenido en cuenta, es la gran cantidad de gente que un recinto relativamente pequeño tiene para ser recorrido a pie por más de doscientas mil personas cada día.
En la Expo de Osaka hay 188 pabellones, entre los que se incluyen 152 nacionales de diversos tamaños.
Los estudiosos de las colas aseguran que el respeto que este país siente por una línea de gente que se dirige a algún evento determinado, simboliza el respeto que la población siente por sus conciudadanos.
El temor a perderse un evento histórico es palpable, y se refleja en los datos: mientras que en los primeros meses la Expo recibía una media de 180.000 visitantes al día, esa cifra se ha disparado a 230.000, lo que representa una tasa de crecimiento del 27% en las últimas semanas.
Todos aconsejan evitar el día, cuando la luz y el calor agotan la energía de las personas, y aprovechar la espectacular iluminación.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.