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Lejos de sonrojarse por el hecho de que sus dos personajes de ficción más conocidos en el mundo sean la gata de Hello Kitty y el gato Doraemon, Japón se jacta de su culto legado gatuno. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
La excelente reputación de los gatos japoneses se inicia con la llegada al archipiélago de los primeros mininos, en el siglo VI. Según la crónica más citada, fueron traídos para proteger de los ratones las escrituras budistas importadas desde China.
Su insigne función como guardianes de las letras ha sido recompensado a lo largo de la historia con un papel destacado en obras literarias como el clásico Los relatos de Genji, escrito por Murasaki Shikibu en el siglo XI.
En esa obra, considerada la primera novela de la historia, la autora emplea gatos y atributos gatunos para caracterizar a mujeres silenciosas, seductoras, misteriosas y distantes.
La capacidad del gato de pasar desapercibido en sus paseos por los vecindarios fue aprovechada por otro autor notable: Natsume Soseki (1867-1916), para convertir a un anónimo micifuz en el sarcástico narrador de su inmortal novela Yo soy un gato.
Los nombres más populares para gatos en Japón suelen ser bisílabos, como Mimi o Goma, los gatos principales en la trama fantástica de la novela Kafka en la orilla, de Haruki Murakami.
Para aprovechar la popularidad de las películas de anime y remediar la falta de personalidades japonesas que pueden promover Japón en el mundo en otros idiomas, el Ministerio de Asuntos Exteriores nipón nombró al gato Doraemon como el primer “Embajador Anime” en 2008.
La cuarentona gata Kitty, uno de los pocos personajes capaz de competir con Mickey Mouse en la venta de productos con su rostro, recibió también cargo diplomático como embajadora del turismo japonés y mensajera mundial de la Unicef.
Por no requerir el paseo evacuatorio de los perros, el gato es el animal de compañía más popular en un país donde cada vez más personas viven solas.
En 2020 había 9,6 millones de gatos con dueño registrado. Sumados a los perros, el total resultó en 18 millones de mascotas, una cifra preocupante para los sociólogos, pues supera los 15 millones de niños menores de 14 años censados ese mismo año.
El pedigrí cultural de los gatos japoneses está amenazado por un hallazgo arqueológico de 2007. Se trata de una posible huella de garra gatuna en una vasija de arcilla cuya fecha sería anterior a la establecida para la llegada del primer felino a Japón.
Cuando se anuncie la confirmación científica, el gato nipón ganará en antigüedad, pero perderá su aura romántica de escolta de las letras. Y todo por un inquieto micifuz que hace más de 1.400 años metió la pata.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.