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Torre de Tokio: normativa samurái


Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.

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Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
25 de agosto de 2024 - 02:00 a. m.
Escultura de Saigo Takamori (1828-1877), en cuya vida se basó la película El último samurái.
Escultura de Saigo Takamori (1828-1877), en cuya vida se basó la película El último samurái.
Foto: Gonzalo Robledo
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El código samurái, un conjunto de preceptos que, según Wikipedia, conlleva “frugalidad, lealtad, dominio de las artes marciales y honor hasta la muerte”, reaparece en la conversación social de Japón a medida que el país se rearma para una hipotética guerra. (Lea más columnas de Gonzalo Robledo sobre la cultura japonesa)

Dramatizada en la reciente serie Shogun, la normativa del estoico guerrero nipón que prioriza el honor sobre su propia vida, se empezó a conocer en occidente en 1900, cuando el académico Inazo Nitobe publicó en Estados Unidos un libro titulado Bushido, el alma de Japón.

Casado con una norteamericana de la religión cuáquera y convertido a ese credo de origen protestante, Nitobe explicó al mundo cristiano que los japoneses aprenden moral con un sistema de valores heredados de la antigua casta guerrera samurái. El libro predica valores como la benevolencia y la cortesía, la veracidad, el honor y la lealtad a una autoridad superior.

También presenta el suicidio ritual seppuku (el corte de vientre seguido de la posterior decapitación a manos de un asistente), como una forma de asumir responsabilidad y de mostrar sinceridad.

Nitobe señala que el concepto japonés de quitarse la vida por principios o por honor, no es ajeno a Occidente. “Me atrevo a decir que muchos buenos cristianos, si son lo suficientemente honestos, confesarán la fascinación, cuando no su admiración positiva, por la sublime compostura con la que Catón, Bruto, Petronio y una multitud de personajes antiguos, terminaron su propia existencia terrenal”, dice en el capítulo titulado “Las instituciones del suicidio”.

Escrito y publicado originalmente en inglés, el Bushido (literalmente “el camino del guerrero”), fue traducido a otros idiomas y se popularizó tras la sorprendente victoria militar japonesa sobre el gigante ruso en la guerra de 1905.

El entonces presidente de EE. UU., Teodoro Roosevelt, repartió varias copias entre sus amigos, y el libro inspiró al fundador de los Boys Scouts, Robert Baden-Powell, cuando quiso infundir los valores de la antigua caballería en sus imberbes exploradores.

El jefe de propaganda del general Francisco Franco, José Millán-Astray, lo tradujo al español y lo utilizó para inculcar patriotismo en los soldados que se alistaban a la causa franquista en la Legión Española.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el bushido provocó desprecio por los aliados que no se quitaban la vida cuando caían prisioneros, y fue la razón de que muchos militares y civiles nipones se vieran obligados a suicidarse para mostrar devoción por su emperador.

Hoy, un prestigioso militar retirado, el teniente Takashi Araya, pregona en YouTube el Bushido para conseguir “el mejor ejército del mundo”, una frase nada retórica para un país que ha prometido duplicar su gasto de defensa para hacer frente a la expansión china.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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