Con su última obra inspirada en el misticismo, la cantante española Rosalía demuestra que puede cantar en trece idiomas —incluido el japonés—, y ha puesto a circular en las redes sociales el nombre de Ryonen Genso, una hermosa monja nipona del siglo diecisiete que por razones religiosas se desfiguró el rostro. (Lea más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
Ryonen vivió entre 1646 y 1711, en plena era Edo, una dictadura hereditaria que mantuvo al archipiélago aislado durante más de dos siglos y medio.
Entre sus antepasados figura Shingen Takeda, señor feudal famoso por haber inspirado Kagemusha (1980), la película de Akira Kurosawa en la que el guerrero protagonista ordena ocultar su muerte y contrata a un doble para que lo suplante.
Ryonen estuvo casada y tuvo cuatro hijos. De común acuerdo con su marido decidió tomar los votos y consiguió una concubina para que la reemplazara en su hogar.
Quiso ingresar en un monasterio budista pero fue rechazada porque, según le dijeron, su perturbadora belleza sería una distracción para los monjes.
Como muestra de su determinación se puso en la cara un recipiente de hierro recalentado al fuego.
La escena quedó para la posteridad en la imagen que difunde Wikipedia firmada por Utagawa Kunisada en el siglo XIX, en su serie “Famosas mujeres del pasado y del presente”.
El grabado de madera estilo ukiyoe, de línea negra con colores planos, muestra a Ryonen desfigurándose como si estuviera ejecutando un ritual.
A su lado hay un brasero con carbones ardientes adornado por un león que puede simbolizar su voluntad inquebrantable.
Ryonen celebró su heroico acto con un verso que, según una tosca traducción digital, diría: “Antes, para divertirme en la corte, quemaba incienso de orquídea; ahora, al entrar en la vida del Zen, quemo mi propio rostro”.
En la canción Porcelana, Rosalía canta en un japonés impecable un verso que en traducción libre dice algo así como: “Mi belleza la voy a tirar, antes de que tú la arruines. ¿Pensarán que soy una chica peligrosa? Es mi talento innato. Soy la reina del caos. Porque así lo quiso Dios”.
El álbum se llama Lux y para prepararlo Rosalía se puso a investigar hagiografías, biografías de santas de culturas dispares como la española Santa Teresa de Jesús, la mística sufí Rabia al Adawiyya o la propia Ryonen.
El resultado, etiquetado como “feminismo místico”, suscita elogios entre sacerdotes católicos, raperos, críticos musicales y hasta políticos que quieren sincronizar con las nuevas generaciones.
Un notable certificado musical provino de Andrew Lloyd Weber, el veterano compositor inglés de musicales como Jesucristo Superestrella (1970), quien la bendijo desde su cuenta de Instagram con un erudito piropo en latín: Et lux perpetua.
“Será un álbum eterno”, dictaminó.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.