Torre de Tokio: sexualidad robótica

Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.

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Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
01 de octubre de 2023 - 02:00 a. m.
Modelo real posa como androide en una feria de videojuegos en Tokio.
Modelo real posa como androide en una feria de videojuegos en Tokio.
Foto: Gonzalo Robledo
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“¿Siente celos si su marido mira a una atractiva robot con interés?”, es una pregunta que incluye en sus investigaciones la profesora alemana Jessica M. Szczuka, a quien conozco online gracias a un reportaje sobre el sexo del futuro en Japón. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).

Lejos de ser retórica, la pregunta es muy pertinente pues la también investigadora de psicología social en la Universidad de Duisburg-Essen acompaña sus indagaciones con fotos de androides que parecen fabricados a imagen y semejanza de una actriz porno.

En sus inquietantes conclusiones, la relación íntima con un robot ha dejado de ser una opción de solitarios o de aquellos cuyo objeto del deseo suele ser una máquina, los llamados “robosexuales”.

Muchos de sus encuestados son europeos heterosexuales que declaran estar dispuestos a tener una relación extramarital con un androide.

La consecuencia en la autoestima de una mujer humana al ser engañada por su consorte con un robot es una de las principales inquietudes de la profesora, que se ha propuesto abordar cuestiones éticas con la urgencia que requiere un planeta donde cada vez más niños descubren el sexo a través de su propia pantalla táctil.

Le pregunto sobre la afición japonesa a enamorarse de protagonistas de historietas de manga o anime y cito una de las explicaciones más recurrentes sobre la devoción nipona por muñecos y robots: su religión panteísta, que atribuye divinidad a todo lo que nos rodea.

Me explica que mientras los japoneses se encaprichan con un muñeco animado y su biografía, el consumidor occidental de robots querrá inventarles una historia para humanizarlos.

La conversación con la profesora es un viaje por las siguientes tres décadas y mi libreta de apuntes se llena de frases densas que seguro usaré en el futuro.

La llegada de los androides de compañía a todos los rincones del mundo parece más viable si se piensa en la disminución de los precios de la tecnología y la creciente ubicuidad de robots en áreas como las manufacturas, la agricultura, la medicina y el comercio.

Para entender cómo aceptaremos los romances con las máquinas, basta visitar novelas que empiezan a parecer proféticas, como La Eva del futuro, de Auguste Villiers de L’Isle-Adam (1838-1889), autor francés inventor del término “androide” y precursor de otros que han explorado nuestra relación sentimental con la tecnología, como Isaac Asimov, Philip K. Dick y Kazuo Ishiguro.

Infaltable, por supuesto, el anime Ghost in the Shell 2: Innocence, dirigido por Mamoru Oshii, un coctel filosófico disfrazado de película de detectives ciberpunk que abre con esta cita de Villiers de L’Isle-Adam: “Si nuestros dioses y esperanzas no son nada más que fenómenos científicos, se puede decir que nuestro amor es también científico”.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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