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Torre de Tokio: tomar partido

Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

21 de octubre de 2023 - 09:00 p. m.
Manifestación contra las operaciones militares de Israel en Gaza, cerca de la Embajada de Israel en Tokio, Japón, el 16 de octubre de 2023.
Foto: EFE - FRANCK ROBICHON
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El gusto japonés por la armonía y el consenso ayuda a entender la ambigüedad del gobierno de Tokio a la hora de tomar partido en la guerra territorial entre Israel y Palestina. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo).

Al conocer los recientes ataques de Hamás, Japón emitió un comunicado en el que atribuía la violencia a “militantes palestinos”. Poco después lo rectificó para incluir el calificativo “acto terrorista”.

La enmienda fue alabada por Israel, y su embajador en Tokio exhortó a Japón a apoyar una guerra que vaticinó prolongada.

Pero pese a siete décadas de relaciones diplomáticas con Israel, Japón apoya el derecho de los palestinos a la autodeterminación y su deseo de establecer un Estado.

Como si quisiera ilustrar el dilema ético expuesto por Francisco Canaro en su metáfora tanguera: “Qué difícil es quedar bien con el diablo y bien con Dios”, Japón ha aportado fondos para reconstruir zonas palestinas devastadas por algunas de las demoledoras incursiones israelíes. En la última década Tokio ha donado a Palestina US$2.300 millones, según un documento oficial citado por los medios nipones.

Aunque muchos analistas aseguran que en política exterior Tokio no abre la boca hasta que Washington opine, Japón tiene canales diplomáticos contrapuestos a Estados Unidos que demuestran independencia y pragmatismo.

Un caso destacado en América Latina es la devoción por Cuba, que desde los tiempos de Fidel Castro profesa el gobernante Partido Liberal Democrático de Japón, una fuerza conservadora con un importante componente de políticos ultranacionalistas. Además de insólita, por el antagonismo ideológico, la afectuosa relación sorprende por el exiguo intercambio comercial nipón con la isla caribeña.

El interés por Palestina, y por la estabilidad en el mundo árabe, está más justificado por el acceso a los recursos de aquella zona. Japón importa el 90 % de su petróleo de Oriente Medio y apoyar a Palestina es visto como una forma de mantener su influencia en la región.

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La represalia israelí por los violentos ataques de Hamás, y la perspectiva de pasar de ser víctima de un genocidio a convertirse en el verdugo de otro, genera preocupación en Tokio más allá de las consecuencias energéticas.

Un popular analista, Takahiro Suzuki, advierte sobre la posibilidad de que Israel use armas nucleares para borrar del mapa a Gaza. Las consecuencias de esta guerra serán más graves que la invasión rusa a Ucrania, vaticina y concluye que la paz mundial nunca ha estado tan amenazada.

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Y cuando el embajador israelí acababa de pedir a Japón “vigilar” cómo se están utilizando sus fondos en Palestina, Tokio anunció US$10 millones para los civiles de Gaza y llamó a Irán para que intervenga y ayude a poner fin al conflicto.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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