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¿Es migrante y busca cupo en colegios colombianos? Así lo puede encontrar

Pese a que ya se iniciaron las clases en los colegios oficiales, los niños que todavía no se hayan matriculado tienen la opción de acceder a los cupos que siguen disponibles.

Laura Alejandra Moreno Urriaga
27 de enero de 2023 - 02:00 p. m.
Los estudiantes migrantes representan el 6 % del alumnado en el país.
Los estudiantes migrantes representan el 6 % del alumnado en el país.
Foto: Nicolás Díaz Roldán

Entre 2018 y 2022, el volumen de estudiantes migrantes que han ingresado al sistema escolar colombiano se ha multiplicado por 17, al pasar de 34.030 a 586.971 en el último año. La alta demanda de cupos ha significado un reto para el país no solo en términos de capacidad, sino de adaptación de los entornos para acoger a los nuevos estudiantes y garantizar que puedan gozar del derecho a la educación libres de cualquier forma de discriminación.

En ciudades como Bogotá, Medellín y Cúcuta, los colegios han incluido en sus agendas culturales días especiales para resaltar y compartir la cultura venezolana, sus tradiciones y fechas conmemorativas, en un esfuerzo por generar entornos más amigables entre los compañeros. Sin embargo, son pequeñas acciones en un largo camino para tener entornos educativos que realmente incluyan a esta población.

Con el fin de lograr su inclusión social, promoviendo su desarrollo integral y el ejercicio de sus derechos, el Ministerio de Educación ha hecho un llamado a las instituciones educativas del país para facilitar el acceso de los jóvenes migrantes al sistema. Algunas de las estrategias que han puesto en marcha son flexibilizar los requisitos en materia de documentación, fortalecer el registro de los estudiantes provenientes de Venezuela en los sistemas de información con variables que permitan una completa caracterización, facilitar los procesos de validación de grados y convalidación de títulos e impulsar la regularización migratoria para estudiantes.

“La falta de acceso a la educación no solo niega a los niños su derecho y conduce a una interrupción de su trayectoria educativa, sino que adicionalmente los pone en riesgo de violencia, trabajo y explotación sexual, especialmente por las condiciones de vulnerabilidad y la falta de recursos económicos; lo cual conlleva incluso al reclutamiento por parte de grupos armados al margen de la ley”, explica el Ministerio sobre la prioridad de escolarizar a los niños migrantes.

De acuerdo con los registros de esta cartera, se estima que en el país se encuentran radicados más de 700.000 migrantes en edad escolar, de los cuales el 94,9 % está matriculado en los colegios públicos y privados del país. Más de la mitad de los estudiantes activos (55,3 %) están cursando primaria; el 23,4 %, bachillerato; 14 % corresponden a transición; el 6 % a educación media y un 1,2 % son niños de primera infancia en prejardín y jardín.

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Virginia Torres Montoya, directora de Inclusión e Integración de Poblaciones de la Secretaría Distrital de Educación de Bogotá, ha identificado en el proceso de matrícula que muchos de los estudiantes presentan un nivel académico más bajo al que corresponde a su edad y curso en el que deberían estar. La funcionaria explica que este fenómeno se debe, en parte, al abandono de las actividades escolares durante el tránsito de los estudiantes y sus familias entre países y ciudades.

La concentración del 79,1 % de los estudiantes en zonas urbanas ha hecho que las ciudades donde más se han asentado los migrantes provenientes de Venezuela desarrollen estrategias adicionales a las propuestas de escala nacional para mejorar el acceso y la atención de los jóvenes.

Bogotá

En 2022, la capital tuvo 62.942 estudiantes migrantes, la mayor cifra en las ciudades principales del país. La concentración de jóvenes en los colegios corresponde a los lugares en los que también confluyen los sitios de trabajo de sus padres o tutores, en las localidades de Santa Fe y La Candelaria; así como las zonas de mayor asentamiento en localidades como Suba, Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa y Engativá.

Torres explica que “una ventaja en el país para los jóvenes migrantes es que no tienen una barrera de acceso; no tienen que certificar su nivel de escolaridad porque, en el caso de no tener los documentos, se les hace una prueba de entrada para validar a qué curso deben entrar. Tienen todas las garantías de un estudiante nacional, acceso a rutas escolares si están disponibles, refrigerio y alimentación”.

Aunque los 405 colegios públicos de la ciudad ya iniciaron sus actividades, la Secretaría ha puesto en marcha un sistema de búsqueda de niños que no se encuentren matriculados en ningún colegio para acercarse a sus familias y poder asignarles un cupo en las instituciones disponibles. Quienes todavía estén buscando un cupo pueden acercarse directamente al colegio que deseen o revisar la disponibilidad en otras instituciones en la página web de la Secretaría.

Adicionalmente, los estudiantes migrantes pueden acceder a la iniciativa Juégalo, un comité de fortalecimiento del aspecto socioemocional de los estudiantes cuando han tenido alguna dificultad en sus colegios o hogares, donde el menor de edad y su familia pueden recibir orientación.

Por otro lado, el alto volumen de estudiantes ha hecho necesario crear estrategias para prevenir, identificar y atender casos de discriminación de los que puedan estar siendo víctimas los estudiantes migrantes. Aunque la Secretaría no tiene un reporte de que esta sea una problemática mayor, la falta de denuncia y el subregistro hacen que este fenómeno se invisibilice y sea difícil tomar medidas. Hasta el momento, se está diseñando una ruta de acercamiento con las instituciones, docentes, padres de familia y directivos de los colegios para hacer pedagogía de cómo identificar los casos de xenofobia.

El protocolo de atención a estos casos todavía no es oficial en la ciudad. Durante este año, en siete colegios con un número significativo de estudiantes migrantes, se realizará el piloto de la implementación de dicho protocolo para identificar su pertinencia y realizar los ajustes que correspondan. Se espera que, después de esta etapa inicial, la ruta de atención sea implementada en todos los colegios de la ciudad en 2024.

“Este protocolo no solo va a servir para atender los casos que se puedan presentar en todas las instituciones de Bogotá, sino que se va a poner a disposición de otras ciudades e incluso de otros países, pues, como principales receptores de población migrante, podemos crear estrategias que luego pueden servir en otras regiones”, añade Torres.

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Medellín

La falta de información y el desconocimiento de la ruta para acceder a un cupo estudiantil son las barreras principales que Alexandra Agudelo Ruiz, secretaria de Educación de Medellín, ha identificado en las jornadas que realiza “la tropa de la educación” en las comunas de la ciudad.

La “tropa” es la iniciativa con la que la Alcaldía buscar escolarizar a los niños y jóvenes que todavía están por fuera del sistema educativo y, además, les ha servido para hacer llegar la información a los padres de los estudiantes migrantes. En 2018, eran alrededor de 5.000 los matriculados en los colegios públicos de la ciudad: en 2022 la cifra llegó a 28.418 y esperan que este año supere los 31.000.

La Secretaría se ha enfocado en crear ambientes incluyentes en los colegios. Con todos los maestros han realizado capacitaciones e implementado el programa Entorno Escolar Protector, para hacer seguimiento a las matrículas y los estudiantes que son migrantes, de quienes acaban de llegar al país, para hacer más amena su transición a un nuevo país y una nueva cultura.

Este año, los colegios están realizando campañas de donación de útiles escolares para apoyar a los estudiantes migrantes y nacionales con dificultades económicas. Las donaciones se focalizan en las comunas de Villa Hermosa, Manrique, Aranjuez, Belén y La Candelaria, donde hay mayor presencia de población migrante y refugiada.

“A los estudiantes de media técnica los hemos incluido en los programas que los benefician con computadores; el año pasado, 3.000 recibieron esta herramienta que facilita su proceso académico”, cuenta Agudelo sobre la inclusión de los migrantes en todos los beneficios a los que tienen acceso los estudiantes nacionales.

Para mitigar los casos de xenofobia, los colegios y la Secretaría han dispuesto el “botón fucsia” para reportar casos de discriminación en la página web de la entidad, pero también de forma presencial se ha capacitado a los psicólogos de los colegios para atender denuncias de acoso escolar y bullying por su origen.

Barranquilla y Cúcuta

En estas ciudades, con alta presencia de población migrante, los estudiantes matriculados provenientes de Venezuela superan los 20.000. Las administraciones de estas ciudades han hecho un llamado a que durante su permanencia en el país tanto los estudiantes como sus familias tramiten los documentos de regularización en Colombia, pues aunque este no es un requisito para ingresar al sistema educativo, sí lo es para recibir el acta y diploma de grado una vez terminen el bachillerato.

Al igual que se presenta en Bogotá y Medellín, la Secretaría de Educación de Barranquilla dispone de cursos y actividades adicionales para los estudiantes migrantes, con el objetivo de adelantar y actualizar el nivel académico de quienes llegan con un rezago en su aprendizaje. Con esta estrategia buscan también que la adaptación al entorno escolar sea rápida y libre de señalamientos o prejuicios por parte de otros compañeros.

Cúcuta y Barranquilla se han apoyado en organismos de cooperación internacional para aumentar su capacidad de atención a los estudiantes. En la ciudad fronteriza se ha desarrollado el Centro Integra, donde trabajan por la escolarización de menores y garantizan su acceso a servicios educativos y de salud.

Barranquilla, por su parte, estableció un convenio con el Programa Mundial de Alimentación (PMA), para el suministro de raciones alimentarias diarias a población migrante. Actualmente 13.000 estudiantes migrantes son beneficiarios de esta alianza.

Aunque las secretarías no hablan de deserción escolar, pues, en general, dicen que no es recurrente, sí se refieren a los traslados, que son frecuentes en los estudiantes provenientes de Venezuela por la inestabilidad económica que pueden sufrir sus familias o la búsqueda constante de un lugar para radicarse.

Laura Alejandra Moreno Urriaga

Por Laura Alejandra Moreno Urriaga

Comunicadora y periodista de la U. Javeriana. Hago parte del equipo editorial de Impacto Mujer en El Espectador. He trabajado como periodista en temas de género, verdad y conflicto. También en coordinación de proyectos de innovación social y estrategias de contenidos multimedia.@lamorenourlamoreno@elespectador.com

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