El dirigente conservador Alexander Schallenberg se posesionó como canciller de Austria, luego de que su antecesor, Sebastian Kurz, renunciara el sábado pasado a cuenta de una investigación que transcurre en su contra por presunta malversación de fondos públicos para generar encuestas manipuladas.
Dejando su cargo como ministro de Exteriores para ser el nuevo canciller federal, Schallenberg hizo notoria su cercanía con Kurz, al punto de asegurar que “trabajará muy de cerca con él”, pues está convencido de que las acusaciones en su contra son falsas. Ante este movimiento político, Michael Linhart, quien era embajador en Francia, fue nombrado ministro de Exteriores en su reemplazo.
Le sugerimos: El papa Francisco convoca a una consulta pública sobre el futuro de la Iglesia
Alexander van der Bellen, jefe de Estado, afirmó que la tarea que tienen estos dos funcionario es la de “recuperar la confianza de la población”, tras los recientes escándalos de corrupción. “Confío en que los socios de la coalición consigan crear una base viable para una cooperación gubernamental estable”, aseguró. Sin embargo, desde la oposición se ha argumentado todo lo contrario: “Todos los partidos de la oposición están de acuerdo en que el sistema Kurz no ha cambiado. Él todavía está moviendo todos los hilos y el canciller designado Schallenberg es parte del sistema Kurz”, dijo el diputado socialdemócrata Jan Krainer. “Mi impresión es que tiene la intención de volver a la normalidad y actuar como si nada hubiera pasado”, agregó la líder del partido liberal Neos, Beate Meinl-Reisinger.
Schallenberg, con 52 años, es abogado y ha consolidado una carrera diplomática en la representación austriaca en Bruselas y en el Ministerio de Exteriores. Con un línea dura frente a la inmigración, se espera que actúe bajo preceptos similares a los de Kurz.
¿Ya está enterado de las últimas noticias en el mundo? Lo invitamos a ver las últimas noticias internacionales en El Espectador.