Casi 40 soldados desertan del ejército sirio

Mientras los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea discuten en Luxemburgo qué medidas tomar respecto al ataque contra un avión turco que, según el gobierno de Ankara, fue derribado cuando volaba en espacio aéreo internacional por las fuerzas sirias, treinta soldados desertaron del régimen de Bashar Al Assad y fueron a dar a Turquía.

El ataque al avión turco podría  parecer poca cosa como para generar una reacción contundente de la comunidad internacional –que lleva 14 meses sin intervenir para ayudar a los sirios, bloqueada por China y Rusia-. No obstante, se trata de un motivo más que para que la comunidad internacional se unifique en la condena contra el régimen de Al Assad.  Los principales países occidentales, encabezados por Estados Unidos y Francia, se movilizaron, considerando "inaceptable" la agresión de las fuerzas sirias. 

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, prometió trabajar con Ankara para una reacción apropiada a este incidente que ella calificó de "descarado", denunciando la ausencia de respeto por "las leyes internacionales, la vida humana, la paz y la seguridad" de parte de las autoridades sirias. El avión, según Clinton, estaba desarmado, cumplía un vuelo de rutina y fue derribado sin advertencia previa. 

El gobierno de Damasco, por su parte, afirmó que el derribo del avión militar "no fue un acto hostil", y reiteró que el aparato había violado las aguas territoriales sirias y que, por lo tanto, su respuesta fue legal. "Siria actuó según sus derechos y como un estado soberano. Lo que sucedió fue un accidente y no una agresión como algunos dicen, porque el avión fue derribado por una batería antiaérea sin radar con un alcance máximo de 2,5 kilómetros", explicó Yihad Maqdisi, portavoz del Ministerio sirio de Exteriores.

La Unión Europea adoptó nuevas sanciones contra el régimen sirio, dirigidas contra nuevas sociedades y administraciones y que comprenden el embargo sobre la venta de armas. Las sanciones se suman a una quincena de sanciones sucesivas dictadas en un año por el organismo europeo.

Pero si hay algo que debilite al régimen puede ser la deserción de sus militares. Esta vez fueron alrededor de 40 –entre ellos un general y dos coroneles- los que decidieron el domingo en la noche buscar refugio en Turquía, agravando aún más la crisis entre ambos países. Los soldados, que llegaron a Turquía con sus familias, fueron enviados por las autoridades al campamento de refugiados de Apaydin, en la provincia de Hatay. A ellos se suma otro piloto desertor que la semana pasada aterrizó con su caza MiG 21 en un aeródromo de Jordania para reclamar político.

Los aliados de la OTAN debatirán el martes el asunto del avión, a petición de Turquía, que ha invocado para esta reunión el artículo 4 del Tratado de Washington, que se inclina por la respuesta moderada y defensiva a una amenaza, en este caso procedente de Siria, frente al artículo 5, que llega hasta el uso de la fuerza armada.

Mientras tanto en Siria sigue la matanza entre el régimen y el Ejército Sirio de Liberación. Los últimos días han sido particularmente sangrientos, con casi un centenar de muertes cada día. El domingo, la represión y los combates dejaron al menos 91 muertos, de los cuales 59 eran civiles, según el Observatorio sirio de los derechos humanos (OSDH). El lunes, las fuerzas del régimen bombardeaban los barrios de la ciudad rebelde de Homs, donde un civil murió en la noche por disparos de un franco-tirador. El Consejo militar superior del Ejército Sirio Libre, advirtió contra "una nueva matanza" en Homs, acusando al régimen de preparar el envío de un centenar de tanques suplementarios hacia esa ciudad y llamando a los países árabes, islámicos y amigos a asumir sus responsabilidades hacia los habitantes de la ciudad.

Mientras los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea discuten en Luxemburgo qué medidas tomar respecto al ataque contra un avión turco que, según el gobierno de Ankara, fue derribado cuando volaba en espacio aéreo internacional por las fuerzas sirias, treinta soldados desertaron del régimen de Bashar Al Assad y fueron a dar a Turquía.

El ataque al avión turco podría  parecer poca cosa como para generar una reacción contundente de la comunidad internacional –que lleva 14 meses sin intervenir para ayudar a los sirios, bloqueada por China y Rusia-. No obstante, se trata de un motivo más que para que la comunidad internacional se unifique en la condena contra el régimen de Al Assad.  Los principales países occidentales, encabezados por Estados Unidos y Francia, se movilizaron, considerando "inaceptable" la agresión de las fuerzas sirias. 

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, prometió trabajar con Ankara para una reacción apropiada a este incidente que ella calificó de "descarado", denunciando la ausencia de respeto por "las leyes internacionales, la vida humana, la paz y la seguridad" de parte de las autoridades sirias. El avión, según Clinton, estaba desarmado, cumplía un vuelo de rutina y fue derribado sin advertencia previa. 

El gobierno de Damasco, por su parte, afirmó que el derribo del avión militar "no fue un acto hostil", y reiteró que el aparato había violado las aguas territoriales sirias y que, por lo tanto, su respuesta fue legal. "Siria actuó según sus derechos y como un estado soberano. Lo que sucedió fue un accidente y no una agresión como algunos dicen, porque el avión fue derribado por una batería antiaérea sin radar con un alcance máximo de 2,5 kilómetros", explicó Yihad Maqdisi, portavoz del Ministerio sirio de Exteriores.

La Unión Europea adoptó nuevas sanciones contra el régimen sirio, dirigidas contra nuevas sociedades y administraciones y que comprenden el embargo sobre la venta de armas. Las sanciones se suman a una quincena de sanciones sucesivas dictadas en un año por el organismo europeo.

Pero si hay algo que debilite al régimen puede ser la deserción de sus militares. Esta vez fueron alrededor de 40 –entre ellos un general y dos coroneles- los que decidieron el domingo en la noche buscar refugio en Turquía, agravando aún más la crisis entre ambos países. Los soldados, que llegaron a Turquía con sus familias, fueron enviados por las autoridades al campamento de refugiados de Apaydin, en la provincia de Hatay. A ellos se suma otro piloto desertor que la semana pasada aterrizó con su caza MiG 21 en un aeródromo de Jordania para reclamar político.

Los aliados de la OTAN debatirán el martes el asunto del avión, a petición de Turquía, que ha invocado para esta reunión el artículo 4 del Tratado de Washington, que se inclina por la respuesta moderada y defensiva a una amenaza, en este caso procedente de Siria, frente al artículo 5, que llega hasta el uso de la fuerza armada.

Mientras tanto en Siria sigue la matanza entre el régimen y el Ejército Sirio de Liberación. Los últimos días han sido particularmente sangrientos, con casi un centenar de muertes cada día. El domingo, la represión y los combates dejaron al menos 91 muertos, de los cuales 59 eran civiles, según el Observatorio sirio de los derechos humanos (OSDH). El lunes, las fuerzas del régimen bombardeaban los barrios de la ciudad rebelde de Homs, donde un civil murió en la noche por disparos de un franco-tirador. El Consejo militar superior del Ejército Sirio Libre, advirtió contra "una nueva matanza" en Homs, acusando al régimen de preparar el envío de un centenar de tanques suplementarios hacia esa ciudad y llamando a los países árabes, islámicos y amigos a asumir sus responsabilidades hacia los habitantes de la ciudad.