Donald Trump no entiende qué está haciendo su homólogo ruso, Vladímir Putin, en Ucrania, o al menos eso escribió el fin de semana en su red social de Truth Social: “Siempre he tenido una muy buena relación con él, pero algo le ha pasado”. El tono del mensaje subió de ahí en adelante: “¡Se ha vuelto completamente loco! Está matando innecesariamente a muchas personas, y no solo me refiero a soldados. Misiles y drones están siendo disparados contra ciudades ucranianas sin ningún motivo. Siempre he creído que él quiere toda Ucrania, no solo un pedazo, y quizá tenga razón. Si lo hace, ¡provocará la caída de Rusia!”, dijo el domingo.
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La paciencia parece que se le está acabando frente a algo que, según él, iba a solucionar apenas llegara a la Casa Blanca, y que cada vez se recrudece y complica más. La frustración también la expresó con respecto al ucraniano Volodímir Zelenski: “Todo lo que sale de su boca causa problemas”. Sin embargo, hasta el momento, no ha dado un paso más allá de las quejas y, más bien, ha creado un tipo de vacío que muestra cómo, poco a poco, está dando un paso al costado frente a la guerra en suelo europeo.
Si el fin de semana se vivió algo de celebración por la terminación del último intercambio de presos de guerra entre Kiev y Moscú, que significó una cifra de 1.000 por 1.000, un hecho que se les atribuyó a las discusiones llevadas a cabo este mes en Estambul, Turquía, el dolor y la devastación también se sintieron el domingo por un ataque que dejó al menos 13 muertos, pero igual el lunes después del lanzamiento de 355 drones, la mayor ofensiva rusa de este tipo desde el inicio de la invasión a gran escala, en febrero de 2022, según el portavoz de la Fuerza Aérea.
Keith Kellogg, el enviado especial de Estados Unidos para Ucrania, reaccionó a los ataques: celebró la liberación de las personas de ambos bandos, pero también condenó la agresión del fin de semana. “Esto es una vergüenza. Paren la matanza. Alto al fuego ahora”, escribió en un mensaje en la red social X.
Él, un general retirado que también perteneció al think tank ultraconservador America First Policy Institute, formó parte de la ronda de discusiones que se celebró hace apenas unos días en suelo turco. En compañía de Marco Rubio, secretario de Estado, y otros más, conformó la delegación estadounidense. Del lado ucraniano asistieron el jefe del gabinete presidencial, Andriy Yermak; el ministro de Defensa, Rustem Umerov, y el canciller Andriy Sybiha.
“Nuestras delegaciones tienen capacidad de decisión y legitimidad institucional”, mencionó Ruslán Spírin, representante de Ucrania para Latinoamérica: “En el caso de Estados Unidos, su compromiso se refleja en el nivel de representación en estos foros”.
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A diferencia de los enviados de Washington y Kiev, Rusia no mandó a funcionarios de alto nivel y, de hecho, allí resaltó la ausencia del ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov. Él, citado por la agencia de noticias Tass, mencionó que la estrategia “Hagamos una tregua y luego vemos” no funciona para su país: “Ya hemos pasado por esto y no queremos seguir haciéndolo”.
En su lugar, Vladimir Medinsky, exministro de Cultura, asesor de Putin y cabeza de la delegación que viajó en 2022 a Turquía a unos primeros diálogos con la parte ucraniana, lideró el grupo de funcionarios del Kremlin. Los encuentros de mayo fueron, según él, “una continuación del proceso de paz” de hace dos años, cuando Moscú exigió que Kiev nunca se uniera a la OTAN, disminuyera el tamaño de su ejército y cediera parte de su territorio.
Más que creer que la diferencia en el perfil de los delegados signifique un canal roto de comunicación entre las partes, el representante Spírin aseguró que eso tiene más que ver con una falta de interés: “Eso muestra, una vez más, la falta de voluntad genuina del Kremlin para comprometerse de manera seria con el proceso de paz”. A su parecer, eso “puede interpretarse como una estrategia dilatoria o simbólica, más orientada a proyectar una imagen internacional que a buscar soluciones reales”.
Entretanto, las críticas también caen sobre Washington. Citado por “The New York Times”, Ian Bremmer, presidente del Grupo Eurasia, una firma consultora en temas geopolíticos, aseguró: “Rusia dice no a un cese al fuego y Trump se lava las manos cada vez más. Lo que viene es más guerra”.
Hace un mes el republicano ya había escrito: “Vladimir, para”, pero su postura no ha cruzado el límite del discurso. Es decir, lo que hay es un vacío estratégico en el que se escuchan las quejas del líder de la Casa Blanca, pero en el fondo no parece estar dispuesto a obligar a Putin a pagar algún precio por su ofensiva contra Ucrania, aunque se le ha escuchado hablar de sanciones. De hecho, algunos de sus funcionarios han hablado de una eventual salida de Estados Unidos de las negociaciones. El vicepresidente J. V. Vance lo expresó así ante unos periodistas desde el Air Force 2: “Estamos más que dispuestos a retirarnos (...). El presidente ha sido muy claro: Estados Unidos no va a malgastar su voluntad aquí”. Rubio, por su parte, aseguró ante Fox News: “Creo que el presidente tendrá que tomar una decisión sobre cuánto tiempo más vamos a dedicar a esto”.
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