Dudas en el mundo frente a la vacuna de Rusia contra la COVID-19
Para nadie es un secreto que detrás de la carrera por encontrar una vacuna contra la COVID-19 no solo hay intereses sanitarios, sino también políticos. Ante el anuncio de Rusia de que por fin tiene una que funciona, la comunidad internacional ha lanzado mensajes de alerta, cuestionando los métodos y la rigurosidad de sus pruebas.
Desde hace meses Rusia viene advirtiendo que su participación en la carrera por encontrar una vacuna para el nuevo coronavirus es en serio. Ayer el ministro ruso de Sanidad, Mijaíl Murashko, aseguró que las pruebas clínicas de la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por el Centro Nacional de Investigaciones Epidemiológicas y Microbiología “Gamalei” de Rusia han concluido y que ahora comienza la etapa de registro. Eso sí, la comunidad internacional no deja de ver con suspicacia el anuncio, incluso la OMS, de la mano de su portavoz, Christian Lindmeier, afirmó: “Hay actualmente cientos de vacunas (contra covid-19) en proceso de prueba, y deben cumplir las guías y regulaciones para proceder de forma segura”.
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Desde hace meses Rusia viene advirtiendo que su participación en la carrera por encontrar una vacuna para el nuevo coronavirus es en serio. Ayer el ministro ruso de Sanidad, Mijaíl Murashko, aseguró que las pruebas clínicas de la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por el Centro Nacional de Investigaciones Epidemiológicas y Microbiología “Gamalei” de Rusia han concluido y que ahora comienza la etapa de registro. Eso sí, la comunidad internacional no deja de ver con suspicacia el anuncio, incluso la OMS, de la mano de su portavoz, Christian Lindmeier, afirmó: “Hay actualmente cientos de vacunas (contra covid-19) en proceso de prueba, y deben cumplir las guías y regulaciones para proceder de forma segura”.
Además, el funcionario destacó: “A veces se reportan hallazgos que luego tardan en pasar por todas las fases necesarias antes de poder aplicarse de forma general”.
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Claro, detrás de los estándares sanitarios necesarios también hay una lucha política entre las grandes potencias. Laboratorios de todo el mundo se encuentran desarrollando en este momento más de 155 vacunas contra el COVID-19. Desde Estados Unidos, hasta Australia, pasando por Reino Unido, Alemania y Rusia, son varios los países que han dirigido sus esfuerzos para buscar una solución a la pandemia.
Según el titular de Sanidad ruso, los médicos y los docentes serán los primeros en recibir esta vacuna, y está previsto que a partir del próximo 10 de agosto sea enviada a las regiones rusas. ”Tenemos previsto que la campaña de vacunación más amplia, que se sumará paulatinamente al nuevo sistema de atención, comience en octubre”, dijo.
El ministro añadió que la segunda vacuna rusa, desarrollada por el centro Véctor, se encuentra actualmente en el proceso de pruebas clínicas y afirmó que el Ministerio de Sanidad espera "en los próximos mes y medio o dos meses" recibir otras dos solicitudes de permiso para la realización de pruebas clínicas de nuevas vacunas.
A tal punto se ha demostrado que la carrera se ha adquirido tintes políticos, que el fondo de riqueza soberana de Rusia, que financia los proyectos de desarrollo de vacunas por parte de científicos rusos, recurrió a la carrera espacial en la que compitieron la hoy extinta URSS y EE.UU. para afirmar que Rusia quiera adelantarse a una vacuna estadounidense.
“Es un momento como el del Sputnik”, dijo Kirill Dmitriev, director del fondo de riqueza soberana de Rusia refiriéndose al lanzamiento en 1957 del primer satélite del mundo por parte de la Unión Soviética. “Los estadounidenses se sorprendieron cuando escucharon los pitidos del Sputnik. Es lo mismo con esta vacuna. Rusia habrá llegado primero”, agregó.
Acusaciones de las potencias
Además, el gobiern ruso ha sido acusado de querer robar los avances de la vacuna que adelanta el Reino Unido. Un informe publicado a mediados de julio por Canadá, Reino Unido y Estados Unidos, aseguró que las empresas farmacéuticas y los grupos de investigación británicos, donde se investigan actualmente vacunas contra el coronavirus, habían sido atacados por piratas informáticos rusos que, casi con seguridad, estarían trabajando para los servicios de inteligencia del Kremlin.
“Mientras que otros persiguen sus intereses egoístas con un comportamiento imprudente, el Reino Unido y sus aliados continúan con el arduo trabajo de encontrar una vacuna y proteger la salud global. El Reino Unido continuará contrarrestando a quienes llevan a cabo tales ataques cibernéticos, y trabajará con nuestros aliados para que los responsables rindan cuentas”, declaró Dominic Raab, secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido.
Además del NCSC, Establecimiento Canadiense de Seguridad de la Comunicación (CSE) y Agencia de Seguridad de Infraestructura de Seguridad Cibernética del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de los Estados Unidos (CISA) también advirtieron que sus países fueron víctimas de ataques cibernéticos de espías rusos, pero no especificaron cuáles organizaciones fueron atacadas.
Rusia negó su responsabilidad sobre lo ocurrido. El portavoz del presidente Vladimir Putin, Dmitry Peskov, señaló que el gobierno no tenía nada que ver con los ataques a compañías farmacéuticas y centros de investigación en Reino Unido.
“No deberíamos sorprendernos demasiado con el reclamo. Comprender la investigación de vacunas y otros detalles sobre la pandemia se ha convertido en un objetivo principal para las agencias de inteligencia de todo el mundo y es probable que muchos otros, incluidos los espías occidentales, estén activos en este espacio”, señaló en su momento Gordon Corera, corresponsal en temas de seguridad de la BBC.
El principal epidemiólogo de Estados Unidos, Anthony Fauci, dijo apenas hace un par de días que espera que China y Rusia “estén realmente probando” las vacunas contra la COVID-19 que desarrollan antes de administrarlas a alguien.
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Por otro lado, la vacuna plantea un problema que se inscribe en las lógicas de desigualdad que se viven desde siempre entre los países. De hecho, la OMS ya advirtió que el proteccionismo en cuanto a la distribución de la vacuna podría limitar la disponibilidad global de las dosis. “Quienes tengan más dinero asegurarán esas vacunas y medicamentos y, básicamente, gran parte del mundo en vías de desarrollo estará completamente fuera del panorama”, le comentó a “The New York Times”, Simon Evenett, profesor de Comercio Internacional y Desarrollo Económico de la Universidad de San Galo.
“A corto y mediano plazo significará que la pandemia se desate en países sin insumos. A largo plazo, habrá consecuencias por alcanzar la cooperación global en otros asuntos”, dice por su parte Thomas Bollyky, director del programa de salud global del Consejo de Relaciones Exteriores, think-tank estadounidense especializado en política exterior y en los asuntos internacionales de Estados Unidos, a “Foreign Policy”.
Rusia ha sido uno de los países más golpeados por la crisis, aunque en los últimos días registra una discreta mejoría de la situación de la pandemia de COVID-19. Desde el pasado 20 de julio la cifra de nuevos contagios se mantiene por debajo de los 6.000 y hoy solo se han reportado 95 fallecidos, 66 menos que el día anterior. Desde que comenzó la pandemia, en Rusia han enfermado 845.443 personas y han muerto 14.058, lo cual la sitúa en el cuarto lugar a nivel mundial por número de contagios, superada por Estados Unidos, Brasil y la India.
Y mientras Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea y otros más se aseguran, con el pasar de los días, cada vez más y más millones de posibles dosis, los países pobres o en vías de desarrollo ven con impotencia cómo estos negocios de los ricos con los laboratorios los dejan a un lado. La Organización Mundial de la Salud ha dicho que sería más efectivo garantizar que las poblaciones vulnerables en todo el mundo fueran las primeras en recibir la vacuna para prevenir futuros rebrotes de la pandemia, pero las grandes potencias, al menos por el momento, no contemplan esa posibilidad.