El romance entre la derecha europea y el eje entre Donald Trump y el magnate Elon Musk en Estados Unidos empezó a flaquear esta semana, producto del caótico encuentro entre el republicano y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, el pasado 28 de febrero. Un ejemplo del cambio es el de Marine Le Pen, lideresa del Agrupamiento Nacional de Francia, quien pese a mantenerse neutral al principio, se desmarcó el martes al condenar la “brutalidad” con la que el republicano está tratando a Ucrania.
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“Es muy cruel para los soldados ucranianos implicados en una defensa patriótica de su país”, dijo Le Pen sobre la decisión de Trump de retirar la ayuda militar a Ucrania.
Las fuerzas de Le Pen, cabe destacar, ya habían empezado a mostrar distancia con Trump hace unas semanas. Su delfín político, Jordan Bardella, canceló su participación en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), luego de que figuras cercanas a Trump hicieran el saludo nazi en el evento.
Pero el caso más diciente sobre este “desamor” con Trump es el de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, muy cercana al republicano hasta esta semana. No solo propuso ampliar el artículo 5 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para defender el territorio ucraniano sin otorgarle una membresía, sino que además empezó a discutir una alternativa a Starlink, empresa de Musk, con la que el Gobierno italiano esperaba firmar un contrato para adoptarlo como el nuevo sistema de comunicaciones del ejército y el sistema de internet satelital de emergencia del gobierno.
Según Bloomberg, Meloni y su gobierno tienen dudas de elegir a Starlink por la falta de compromiso de Estados Unidos con Europa en materia de seguridad. La empresa franco-británica Eutelsat Communication SA tendría la posición más privilegiada para reemplazarla, y además fue propuesta por Francia para cubrir con 40.000 terminales las operaciones de Starlink en Ucrania, si es que Musk decide retirarlas. El anuncio quintuplicó el valor de las acciones de la compañía, lo que debería ser visto con atención por Musk.
Por supuesto, no toda la derecha ha reaccionado igual. Nigel Farage, líder del derechista Reform del Reino Unido; Alice Weidel, de la Alternativa para Alemania (AfD), y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, están entre quienes no han moderado para nada su discurso hacia Trump y siguen rindiéndole tributos. Pero la fisura en la derecha que generaron las últimas acciones de Trump sobre Ucrania es evidente. En España, Vox se ha dividido entre quienes comparten el desdén del republicano por Zelenski y quienes optan por una defensa europea.
“Si Trump decide darle la espalda a un país europeo como Ucrania y dividir sus fronteras y hacer los llamados acuerdos de paz sin tomar en cuenta a (esa) nación agraviada, no podemos estar de acuerdo con Trump”, dijo Javier Ortega Smith, exsecretario general y cofundador de Vox, en una emisora local ante la defensa del actual líder del partido, Santiago Abascal, quien condenó la renuencia de Europa a respaldar el plan de paz de Trump.
El primer efecto de esta fisura es que ha permitido un fortalecimiento de la idea de seguridad europea que proponen líderes como el presidente francés, Emmanuel Macron. Europa se está rearmando. El caso más significativo es el de Alemania, donde su posible próximo canciller, Friedrich Merz, presentó un plan para quitarse la camisa de fuerza fiscal que limitaba el gasto de defensa.
“Las preocupaciones sobre las acciones de Trump y su impulso o no a un mayor gasto militar en Europa están haciendo efecto. La tendencia era limitar el gasto, mantenerlo bajo, en especial con respecto a países que habían tenido un comportamiento como Alemania. Esta posición de tomar más partido es al mismo tiempo necesaria, pues Washington tenía una gran carga respecto al gasto en defensa. Es interesante saber entonces si viene más armamento pesado, si viene un retiro de tropas de defensa de Estados Unidos de Europa, o si vienen proyectos propios. La industria del Reino Unido y Francia son fuertes”, explica Rafael Piñeros, experto en seguridad y defensa de la Unión Europea y profesor de la Universidad Externado de Colombia.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, siguió los pasos de Alemania y propuso permitir subir los límites para el endeudamiento adicional de los gobiernos de la Unión Europea en materia de defensa. Esta semana los líderes del bloque respaldaron nuevas iniciativas de financiación, incluidos 150.000 millones de euros en nuevos préstamos, y una relajación en las normas para permitir que los países gasten más en defensa.
“Con Alemania, ahora hay una fuerte convergencia en cuanto al despertar estratégico y las medidas que se necesitan, como aumentar las inversiones en defensa, aunar el poder adquisitivo y desplegarlo en la base industrial europea”, afirmó un funcionario francés, según recogió The Financial Times.
Para Piñeros, sin embargo, “una Alemania muy fuerte no necesariamente satisface las necesidades de Europa Central y del Este, en especial porque nuevamente se encontrarían entre el oso (Alemania) y el lobo (Rusia). Es un cambio estructural desconocido y aun por descubrir”. Y en medio de ese cambio estructural en el tablero, otro actor clave ha entrado a participar de esta renovada alianza: China, cuyo enviado especial para la Unión Europea, Lu Shaye, aseguró que su país no apoya una negociación entre Trump y Putin que excluya a Ucrania, mostrando una especie de nuevo “romance” entre Pekín y Bruselas.
Para Plamen Tonchev, director del Departamento de Asia en el Institute of International Economic Relations (IIER), “Pekín percibió una oportunidad única en la grieta transatlántica y no perdió tiempo en intentar aprovecharla al máximo”. Sin embargo, agrega que “es poco probable que se produzca una distensión total entre la Unión Europea y China”, debido a las tensiones comerciales. “El bloque todavía tiene que superar el shock inicial, un proceso doloroso que ya está en marcha”, concluye, resaltando que el tablero seguirá reconfigurándose.
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