Emanuela Orlandi, la joven cuya desaparición investiga el Vaticano 40 años después

Justo este jueves, el secretario personal del papa emérito Benedicto XVI publicará un libro en el que, entre otras cosas, niega que exista un “expediente fantasma” sobre este enigmático caso.

12 de enero de 2023 - 02:59 a. m.
El hermano de la joven italiana desaparecida en 1983 Emanuela Orlandi, Pietro Orlandi, participando en un programa de la televisión italiana en Roma (Italia) el 31 de octubre del 2018.
El hermano de la joven italiana desaparecida en 1983 Emanuela Orlandi, Pietro Orlandi, participando en un programa de la televisión italiana en Roma (Italia) el 31 de octubre del 2018.
Foto: EFE - FABIO FRUSTACI

El Vaticano reabrió la investigación por la desaparición en 1983 de Emanuela Orlandi, la hija de 15 años de un empleado del Vaticano, meses después de que un nuevo documental de Netflix pretendiera arrojar nueva luz sobre el caso y semanas después de que su familia pidiera al Parlamento italiano que se hiciera cargo de la causa.

Según informan diversos medios italianos, el promotor de Justicia del Vaticano (fiscal), Alessandro Diddi, ha vuelto a abrir diligencias para aclarar las misteriosas circunstancias de la desaparición de Emanuela Orlandi hace 40 años. Los diarios italianos citan fuentes vaticanas y han atribuido esta decisión judicial “a las peticiones formuladas por la familia en diversos lugares”, si bien de forma oficial el Vaticano no ha revelado si hay nuevas pruebas.

¿Cómo desapareció Emanuela Orlandi?

La joven desapareció el 22 de junio de 1983 después de salir del apartamento de su familia en la Ciudad del Vaticano para ir a una clase de música en Roma. Su padre era un empleado laico de la Santa Sede. Su desaparición ha sido uno de los misterios más mediáticos en Italia del Vaticano, y a lo largo de los años se ha relacionado con todo tipo de asuntos.

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Algunas hipótesis que no llegaron a ser confirmadas por la Justicia italiana apuntaban a que la joven podía haber sido secuestrada por un grupo extremista turco para pedir la liberación de Ali Agca, el terrorista encarcelado entonces por haber atentado contra el papa Juan Pablo II en 1981. Otras teorías sugerían que Orlandi fue víctima de una red pedófila dentro del Vaticano. La Fiscalía de Roma investigó también la presunta relación del caso con la Banda de la Magliana, la organización criminal que sembró el terror en la capital italiana durante los años del plomo.

El reciente documental de Netflix ‘Vatican Girl’, que consta de cuatro capítulos, explora estos escenarios y también proporciona un nuevo testimonio de una amiga que asegura que Emanuela le había dicho una semana antes de su desaparición que un clérigo de alto rango del Vaticano le había hecho insinuaciones sexuales.

La apertura de dos tumbas en 2019

En 2018, el Vaticano autorizó la apertura de dos las tumbas de dos princesas alemanas en el cementerio teutónico, en el marco de la investigación para esclarecer esta desaparición. En 2019, cuando se accedió a ellas y se hizo el examen de las mismas, no se encontraron restos humanos de ningún tipo.

El entonces el director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, explicó que las tumbas estaban vacías, por tanto, no se encontraron ni siquiera los restos de las nobles alemanas. La primera de ellas es la de la princesa Sofía von Hohenlohe, fallecida en 1836. La segunda es la de Carlota Federica de Mecklemburgo, fallecida cuatro años después.

“No se encontraron hallazgos humanos o urnas funerarias —confirmó Gisotti—. La cuidadosa inspección de la tumba de la princesa Sophie von Hohenlohe ha traído a la luz un gran compartimento subterráneo de unos 4 por 3.70 metros completamente vacío”.

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Posteriormente, según añadió, tuvieron lugar las operaciones de apertura de la segunda tumba-sarcófago, la de la princesa Carlotta Federica di Mecklemburgo. “En su interior, no se han encontrado restos humanos. Los familiares de las dos princesas fueron informados de los resultados de la investigación”, explicó.

Las dos princesas alemanas fallecieron en 1836 y 1840 y fueron enterradas en el cementerio situado entre la basílica de San Pedro y el gran palacio de las Audiencias Generales, en un lugar donde se encontraba el llamado Circo de Nerón, escenario del martirio de muchos de los primeros cristianos en los pantanos vaticanos, y cuya antigüedad se remonta al año 799.

La Secretaría de Estado de la Santa Sede autorizó en abril de 2018 la apertura de la investigación. En ese contexto, la familia pidió al Vaticano que investigara una de las tumbas del cementerio teutónico, alrededor de la cual circulan rumores en el Vaticano desde hace años. De hecho, la familia había recibido una carta anónima con una foto de una sepultura y una frase escrita: “Busque donde indica el ángel”.

En el cementerio teutónico próximo a la Plaza de San Pedro, se encuentra una estatua de un ángel que sostiene una sábana con el texto en latín ‘Requiescat in pace’ (Descanse en paz), mientras que en la lápida hay una inscripción dedicada a la princesa Sofía y al príncipe Gustavo von Hohenlohe, que en 1857 fue nombrado arzobispo por el papa Pío IX.

El hermano de la joven explicó entonces que además de pedir la apertura de la sepultura, la familia solicitó a la Santa Sede documentos relativos al caso y la posibilidad de escuchar a algunos cardenales.

Benedicto XVI y el caso Orlandi

El secretario personal del papa emérito, Georg Gänswein, niega que exista un dossier fantasma sobre el caso de Emanuela Orlandi.

En el libro que se publicará este jueves 12 de enero bajo el título ‘Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI’, al que ha tenido acceso Europa Press, Gänswein asegura que no existía ningún documento de este tipo en los papeles robados por Paolo Gabriele, el exmayordomo de Benedicto XVI y principal protagonista del caso ‘Vatileaks 2′, de filtración de documentos confidenciales del papa emérito.

“Sencillamente, nunca he recopilado nada en relación con el caso Orlandi, por lo que este expediente fantasma no se ha hecho público simplemente porque no existe”, afirma.

En todo caso, considera que en la investigación sobre la joven desaparecida hay “diversas y contradictorias pistas” que nunca llevan “a la definitiva” e insiste en que al indagar sobre el asunto le dejaron claro que a largo de los años que “se había hecho todo lo posible para ayudar a la familia”.

“Se me aseguró que a lo largo de los años se había hecho todo lo posible para ayudar a la familia Orlandi e informé debidamente al papa Benedicto de toda esta información”, asegura en su libro, que ha desatado polémica por otras observaciones, como su confesión de que se quedó “en shock” y se sintió “humillado” cuando Francisco le encargó que dejara a un lado sus ocupaciones como prefecto de la Casa Pontificia para dedicarse a cuidar de Benedicto XVI en 2020.

En las memorias del secretario de Ratzinger, que este lunes se reunió con el papa Francisco en el Vaticano, escritas a cuatro manos con el periodista italiano Saverio Gaeta, se dedica un amplio capítulo al misterio de Emanuela Orlandi en el que desmiente las informaciones que han atribuido a las “instituciones vaticanas” el conocimiento de “secretos relativos a su secuestro”.

“Personalmente, había expresado mi máxima disposición y solidaridad con Pietro Orlandi (...), pero la atribución del conocimiento de secretos relativos al propio secuestro por personas pertenecientes a instituciones vaticanas, sin indicar ningún nombre, no corresponde por tanto a ninguna información fiable o fundamentada; a veces casi parece una coartada ante el desánimo y la frustración al no poder encontrar la verdad”, incide Gänswein, que revela también que se reunió el 9 de diciembre de 2011 con Pietro Orlandi, hermano de la joven desaparecida.

“Quería darme una copia de su libro (...) e informarme de algunas novedades del caso. También (...) me pidió que verificara la posibilidad de que el Papa Benedicto les dirigiera un saludo”, explica.

Así, detalla cómo el entonces comandante del Cuerpo de Gendarmería del Estado de la Ciudad del Vaticano, Domenico Giani, que presentó su renuncia al cargo en 2019, “consultó también la documentación de la época y llegó a la conclusión de que no se había conservado ninguna información de la magistratura italiana y que entretanto no había madurado ninguna hipótesis sobre la que seguir investigando en el Vaticano”.

“Las diversas y contradictorias pistas —desde la conexión con el intento de asesinato de Juan Pablo II hasta el intento de iniciar un intercambio con Ali Agca, desde los enfrentamientos entre los servicios secretos del Este y del Oeste hasta los asuntos criminales de la banda de Magliana, desde los asuntos relacionados con el IOR de la época de Marcinkus hasta la supuesta financiación del movimiento polaco Solidarnosc— tenían cada una pistas a favor y en contra, sin que nunca se llegara a una prueba definitiva”, subraya.

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