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Europa llegó a su límite con la migración ilegal

El fenómeno preocupa cada vez más a la comunidad europea. Las medidas se han endurecido, pero los inmigrantes siguen llegando.

28 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
Europa llegó a su límite con la migración ilegal

Los migrantes ilegales provenientes de África y Oriente Medio prefieren morir antes que regresar a sus países. Quedar a la deriva durante días, en terribles condiciones sanitarias, muchas veces tiene un desenlace feliz, cuando los gobiernos europeos los reciben y les permiten permanecer en su territorio. Desde hace un tiempo, sin embargo, algo ha cambiado en Europa. La fuerza de la derecha se impuso en algunos países claves con nuevas reglas de juego. Los barcos cargados de personas siguen buscando a dónde llegar, pero cada vez hay más puertos cerrados. ¿De dónde llegan tantas personas? ¿Por qué nadie los quiere recibir?

La gota que derramó el vaso fue el Aquarius, un buque de la ONG francesa SOS Mediterranée que rescató el pasado 9 de junio a 623 inmigrantes en las costas libias, al que Italia y Malta le negaron su llegada, un gesto tan predecible como sorprendente. Finalmente, el presidente español, Pedro Sánchez, autorizó su desembarque en Valencia, obligándolo a atravesar el Mediterráneo —más de 1.700 kilómetros— sin los alimentos y las condiciones mínimas. El último caso fue el del Lifeline, otro barco rescatista que vivió, la semana pasada, la misma situación, hasta que apenas ayer Malta aprobó recibirlos, casi a regañadientes.

(Le puede interesar: A Europa llegan barcos cargados de inmigrantes)

El investigador Matthieu Tardis, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, aseguró a AFP que hay que dejar de hablar de una crisis migratoria y empezar a hablar de una crisis política: “Si vemos las cifras de la Acnur (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados), observamos que las llegadas a Europa por el Mediterráneo pasaron de 1,01 millones en 2015 a 172.000 el año pasado. En lo que va del año estamos a 43.000, y sólo en Italia la disminución fue del 80 %, con sólo 16.000 arribos en total”.

En efecto, el gobierno italiano sí sufrió un cambio histórico con la llegada al poder del Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte, partidos antisistema que se han empeñado desde el inicio en promover duras medidas para combatir este fenómeno. En parte porque geográficamente sus costas son las más cercanas a Libia, uno de los puntos más calientes, pero además porque reclaman una falta de interés y de apoyo por parte de la comunidad europea. Matteo Salvini, ministro del Interior y líder de la Liga Norte, ha hecho hasta lo imposible para no recibir migrantes, llegando a acusar al presidente francés, Emmanuel Macron, de una supuesta hipocresía frente al problema.

El asunto está sobre la mesa de la gran mayoría de países de la comunidad europea, incluyendo España, Suiza, Francia, Grecia y algunos del oriente. En Alemania, por ejemplo, la fuerza conservadora ha venido creciendo, reprochando en Ángela Merkel una actitud blanda frente a los inmigrantes y exigiéndole un giro en sus políticas migratorias. Desde hace un tiempo, la canciller alemana se ha dedicado a buscar la posibilidad de lograr una política común en la Unión Europea para afrontar la situación, por lo que se ha negado en todo momento a cerrar la frontera.

(Ver más: El caos migratorio se extiende)

Mientras tanto, los organismos internacionales se empeñan en recordar que las personas no deciden abandonar su país por voluntad propia, sino que lo hacen en un contexto de violencia o necesidad.

¿De dónde vienen?

Al revisar los países de donde provienen los migrantes aparecen territorios en conflicto como Libia, Eritrea, Marruecos, Siria, Sudán y Sudán del Sur, con rutas extremadamente peligrosas que terminan siendo la única opción para los que deciden emprender su viaje a Europa.

Libia es uno de los países donde muchas veces se prefiere morir en el mar antes que regresar. Se pensaba que con la caída del dictador Gadafi, quien llevaba 30 años en el poder, llegarían la reconciliación y la paz al país. Sin embargo, desde la revolución de 2011, que dio fin a su mandato, sólo se ha obtenido un Estado fallido, violento y fragmentado política y territorialmente, con un conflicto armado abierto en el que han muerto más de 5.000 personas y del que han huido un millón más.

(En contexto: Libia: el peor lugar para los migrantes)

Desde 2013, cuatro millones de personas han tenido que abandonar Sudán del Sur debido a un enfrentamiento de poder entre sus dos etnias principales: los dinka y los nuer. La guerra civil dejó casi la mitad de la población en hambruna extrema, según un informe de la organización Oxfam. Actualmente, tanto en Sudán como en Sudán del Sur, las sequías, la escasez de alimentos, las amenazas de las milicias y el temor a ser atacados o reclutados en grupos armados incrementan el número de desplazados internos y externos.

La guerra en Siria ha dejado un saldo de casi 470.000 personas muertas y el éxodo de más de 5 millones de personas, según informe de Acnur. Lo que empezó como una protesta en búsqueda de la democracia y en contra del mandato de Bashar al Asad, involucrando a las grandes potencias mundiales por su posición estratégica, derivó en violencia y represión por parte del Gobierno. Esto terminó perjudicando, sobre todo, a la población civil, la cual ha tenido que migrar hacia Alemania, Grecia, Macedonia, Austria y Hungría.

La comunidad marroquí, por su parte, es una de las más antiguas y numerosas en España. Por un lado, debido a las fronteras terrestres que tienen las ciudades españolas autónomas como Melilla y Ceuta, y el Peñón de Vélez de la Gomera, que se encuentran ubicadas en territorio africano. Y, por otro, por la cercanía de la península española con la región de Magreb, especialmente en la zona de Marruecos. Sólo en 2017 llegaron casi 6.000 personas, según Acnur, pues se ha convertido en un sueño para muchos, debido a la falta de oportunidades y de condiciones de vida que ofrece la monarquía parlamentaria que rige el país y que desde hace unos años ha tenido que lidiar con duras protestas en su contra.

La violencia y la falta de recursos no parece que vayan a cesar pronto en estos países. Europa tendrá que tomar medidas y decidir si permite la imposición de esa derecha que se ha comenzado a expandir fomentando su mano dura o encontrar mecanismos alternativos para recibir a los inmigrantes. ¿Hasta dónde aguantará?

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