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Más de 180.000 mujeres irlandesas, según cifras oficiales, han tenido que irse a Inglaterra para poder abortar desde 1983. En ese año un referéndum modificó la “octava enmienda” de la Constitución irlandesa que le reconoció el derecho a la vida de los no nacidos al mismo nivel de las madres. Hoy, sin embargo, el panorama podría cambiar. A través del mismo mecanismo consultivo se les preguntará a los irlandeses si quieren cambiar dicha enmienda y abrir la ventana para que se apruebe el aborto sin restricciones en las primeras 12 semanas y en los primeros seis meses con prescripción médica en casos puntuales extremos. Se apruebe o no la decisión será histórica.
El país tiene un largo recorrido rompiendo tabús enmarcados en el catolicísimo radical presente en el país. Uno de los grandes logros fue legalizar el matrimonio igualitario en 2015. En 1992 se descriminalizó la homosexualidad y al año siguiente se permitió el uso de anticonceptivos. En 1996 se legalizó el divorcio y el año pasado se eligió a un primer ministro gay, Leo Varadkar, quien esta misma semana defendió la postura de aprobar la interrupción del embarazo asegurando que eso ayudará a acabar con el "legado de vergüenza que la cuestión ha dejado en la sociedad”.
(En contexto: A finales de mayo, Irlanda celebrará un referendo sobre el aborto)
En el gobierno parece haber un consenso en apoyar a Varadkar, aunque algunos líderes de la oposición, han comenzado a reconocer que existen disidencias internas.
El aborto siempre había sido legal en Irlanda hasta 1983. Por eso, desde que se abrió la oportunidad de cambiar la polémica enmienda que lo prohibió, se despertó en el país una violenta confrontación de campañas, tanto del ‘sí’ como del ‘no’, que ha evidenciado la profunda polarización que se vive a nivel nacional. Los que se oponen a legalizarlo han llegado a utilizar canciones de reconocidos artistas como Ed Sheeran, que inmediatamente rechazaron el uso de sus producciones. También fueron criticados por utilizar a niños con síndrome de Down para generar empatía y convencer a las personas de rechazar el aborto.
A las urnas están citados poco más de tres millones de irlandeses que tendrán la última palabra de una lucha lleva años sobre la mesa. En 2012 se obtuvo un primer triunfo al lograr que se permitiera interrumpir el embarazo cuando la vida de la madre está en riesgo. Ahora, para dar el siguiente paso, hay un sector de la población que todavía se resiste. Se trata de los grupos provida, junto con la iglesia católica, que sigue siendo importante en Irlanda pese a los escándalos de abusos sexuales por parte de miembros de la institución. Lo que dicen, entre otras cosas, es que la aprobación del aborto permitiría interrumpir el embarazo de fetos que vengan con malformaciones físicas o psíquicas.
Aunque las encuestas indican que la mayoría de la población ve con buenos ojos el cambio de la enmienda, lo cierto es que todo puede pasar, más aún teniendo en cuenta que en las últimas semanas la diferencia entre las posiciones se ha reducido. Algunos expertos aseguran que el país está divido en tres: los que apoyan totalmente el aborto, los que lo rechazan y los de la mitad, que todavía no se deciden. Esta última puede ser la parte que termine inclinando la balanza y proclamar un vencedor.
(Lea: El acceso al aborto sigue siendo muy desigual en el mundo)
La decisión puede parecer un hecho aislado, sin embargo, lo que decidan los irlandeses puede tener repercusiones en todo el mundo. La legislación de muchos países en la actualidad sigue teniéndole pavor al hecho de interrumpir un embarazo. De hecho, el aborto sigue estando prohibido en cerca de 20 países. Otros, entre los que se encuentran Guatemala, Paraguay, Venezuela, Costa de Marfil, Libia, Uganda, Sudán del Sur, Irak, Líbano, Siria, Afganistán, lo permiten solo cuando la vida de la madre está en peligro. Lo cierto es Estados Unidos y Europa son, en general, los que tienen las legislaciones más liberales.
Lo que pase hoy en Irlanda puede comenzar a cambiar el panorama y empujar a los otros gobiernos a seguir sus pasos. Lo que significa el país, en términos de conservatismo y la forma como ha empezado a romper tradiciones que llevaban décadas en la cultura irlandesa, posiblemente ejerza presión. Para Varadkar, la situación es clara: "Confío en que el 'sí' ayudará a acabar con el estigma. Si gana el 'sí', Irlanda seguirá siendo el mismo lugar, aunque será un poco más compasivo y un poco más comprensivo que en el pasado".