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Los hechos se presentaron en la catedral y la estación del tren. La Policía recibió más de 120 demandas por agresiones sexuales o robo, o los dos. Además, dos mujeres declararon haber sido violadas. Hubo hechos similares, a menor escala, en Hamburgo (norte) y Stuttgart (sur).
La Policía investiga a 31 sospechosos, incluidos algunos solicitantes de asilo, de los cuales nueve son argelinos, ocho marroquíes, cuatro sirios, cinco iraníes, un iraquí, un serbio y un estadounidense. También dos alemanes, añadió.
Wolfgang Albers, jefe de la Policía de esta ciudad del centro de Alemania, fue suspendido temporalmente tras recibir duras críticas por la actuación de sus agentes, indicaron la agencia alemana DPA y el diario Köelner Stadt-Anzeiger, citando fuentes de la administración local.
A medida que avanzan las investigaciones crece el debate nacional sobre la llegada de refugiados al país, al punto que el Gobierno se plantea endurecer el régimen de expulsiones. Una mala noticia para la administración de Ángela Merkel, que apostó por recibir un número récord de demandantes de asilo en 2015: 1,1 millones.
La canciller alemana aseguró con insistencia durante los últimos meses del año pasado: “Lo conseguiremos”, al pedirles a los alemanes que dejaran de preocuparse por el aumento del flujo de refugiados. Pero la presión aumenta con el paso de las horas. El ministro de Justicia alemán, el socialdemócrata Heiko Maas, aseguró a la televisión pública ZDF que “el asunto parece haber sido acordado de antemano”. Lo asegura luego de recibir información de la Policía, que, tras hablar con varias agredidas, señaló que los ataques fueron premeditados. “Vimos a varios hombres arrinconar mujeres en la catedral y tocarlas mientras ellas pedían auxilio y luchaban con ellos. La escena se repetía en varios puntos”, dijo una testigo.
“Hay que reducir sensiblemente el número (de demandantes de asilo), no podremos acoger cada año a un millón de refugiados”, consideró el jefe de filas de los diputados del partido socialdemócrata SPD, Thomas Oppermann.
Al igual que otros responsables políticos, George Streiter, uno de los portavoces de la canciller Ángela Merkel, instó este viernes a no meter a todos los refugiados en el mismo saco. “No se trata en primer lugar de refugiados, sino de criminalidad”, afirmó, recordando que los demandantes de asilo sufrieron en sus países y viajaron a Alemania para buscar protección.
Los refugiados lo saben y temen la reacción de los alemanes. “Lo que hicieron en la estación central es una vergüenza”, aseguró Asim Vllaznim, un kosovar de 32 años en una habitación de un centro de solicitantes de asilo en Colonia. “Pero no todos los refugiados deben pagar por eso”, agregó. Recuerda que recientemente varios refugios fueron quemados por alemanes que no los quieren en el país. “Estas no son buenas noticias para Merkel”, suspira Vllaznim.