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La tragedia del Lovefest

Graves errores logísticos convirtieron en tragedia importante fiesta electrónica en Duisburgo, Alemania.

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Juan Gómez / Especial de ‘El País’, Berlín
25 de julio de 2010 - 10:00 p. m.
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Una estampida humana mató a 19 personas e hirió a más de 80 en la fiesta tecno Love Parade, que se celebró este año en la ciudad de Duisburg, al oeste de Alemania.

El pánico comenzó en el túnel de acceso al recinto del festival, que había congregado a miles de personas. Por la tarde, la Policía prohibió la entrada de nuevos visitantes a la antigua estación de mercancías donde se celebraba. Cientos de personas, enfadadas por quedarse fuera, trataron de colarse saltando vallas o buscando entradas laterales. El túnel de la tragedia se convirtió en un embudo por el que muchos creyeron poder entrar a la fiesta y otros trataron de alejarse del recinto siguiendo las instrucciones de la Policía.

Según varios testigos, el subterráneo estuvo abarrotado durante más de una hora. La falta de aire y el sofoco provocaron decenas de desmayos. Hacia las cinco de la tarde se desató el pánico. El director del gabinete de crisis de Duisburg, Wolfgang Rabe, aseguró en la televisión pública ARD que el pánico se originó cerca de una entrada del paso. Según esta versión, varias personas cayeron al vacío cuando intentaban colarse en la fiesta escalando las vallas. Su caída desde ocho o 10 metros de altura habría provocado el pánico y la estampida de los que se hacinaban en el túnel.

Mientras la tragedia se consumaba en el túnel, la fiesta continuaba en el recinto. Los organizadores optaron por no informar a los asistentes para evitar nuevos incidentes o brotes de histeria masiva.

Un gabinete de crisis de la ciudad de Duisburg decidió, “por razones de seguridad”, no suspender el evento tras el desastre, según declaró el portavoz del Ayuntamiento, Frank Kopatschek. Los teléfonos móviles y el boca a boca extendieron la noticia. Poco a poco, los visitantes fueron abandonando el recinto por las salidas de emergencia, pero a las ocho de la tarde seguía sonando la música tecno.

El recinto donde se celebró la funesta Love Parade de 2010 era demasiado pequeño para el enorme número de aficionados que suelen acudir a la llamada del tecno veraniego. La frustración de quedarse fuera de la fiesta, combinada con el alcohol y las drogas, contribuyó sin duda a la tensión que culminó en la tragedia.

Por Juan Gómez / Especial de ‘El País’, Berlín

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