Los conciertos como objetivos de los grupos terroristas no son nuevos. Solo en los últimos 30 años, el Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y las Respuestas al Terrorismo ha registrado al menos 33 casos de amenazas o ejecuciones de planes terroristas en eventos musicales, siendo el atentado en el teatro Bataclán de París, Francia, el más mortal de todos con 90 muertos. En aquella ocasión, el Estado Islámico (EI) se adjudicó la autoría del ataque.
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Debido a ese historial, es apenas entendible que las autoridades de Austria optaran por cancelar los conciertos de la cantante estadounidense Taylor Swift en Viena, los cuales estaban previstos para empezar desde este jueves, al destaparse un plan para atacar estos eventos.
La Oficina de Inteligencia Militar de Austria detuvo a dos sospechosos de llevar a cabo planes para “matar a un gran número de personas” en el concierto de Swift, en el que se esperaban 65.000 asistentes al interior del estadio para cada fecha, y unos 30.000 espectadores a las afueras. Durante una redada, la policía encontró explosivos químicos y detonadores, así como cuchillos y machetes.
“Entiendo muy bien que aquellos que querían experimentar el concierto en vivo están muy tristes. Las mamás y los papás están cuidando a sus hijas e hijos, quienes estaban llenos de entusiasmo y anticipación por este concierto. Pero también es importante que en momentos tan serios como el actual, sea inevitable que la seguridad sea lo primero”, dijo el canciller austriaco, Karl Nehammer, justificando la decisión.
En Londres, Reino Unido, donde Swift también tiene agendadas varias fechas con boletería totalmente agotada, las autoridades estudian si los eventos deberían llevarse a cabo ante las recientes amenazas. Las razones para contemplar la cancelación allí también son entendibles. Las amenazas a los eventos de Swift en Austria revivieron de inmediato el ataque a un concierto de Ariana Grande en Manchester en 2017, el cual terminó con 22 personas muertas y más de 500 heridos.
Una investigación oficial de 2023 concluyó que la Agencia de Inteligencia Nacional de Gran Bretaña, el MI5, no actuó con la suficiente diligencia ante informes de amenazas a la seguridad del concierto de Grande, por lo que se perdió una oportunidad de oro para evitar el que ha sido el ataque terrorista más mortífero en los últimos años en la nación. El director general del MI5, Ken McCallum, se disculpó públicamente por los errores en el servicio que pudieron evitar la tragedia.
Para el Reino Unido, la posibilidad de una amenaza de este tipo no solo está fresca por los recuerdos de la tragedia en Manchester. En 2022, un ciudadano fue detenido por planear un ataque contra un festival de música en la Isla de Wight. El abril de este año, tras dos años de investigación, fue condenado a siete años de prisión. Lo más llamativo de este caso, así como el de la amenaza al concierto de Swift en Austria, ha sido la edad de los sospechosos. En este caso fue un joven de 16 años. En las amenazas de Austria, los detenidos tienen 17 y 19 años. ¿Qué está pasando?
Para los expertos, la edad cada vez menor de los sospechosos de planear atentados terroristas es alarmante, y habla de las capacidades de organizaciones terroristas como el Estado Islámico para captar adolescentes en línea y radicalizarlos para llevar a cabo sus planes. Como señaló el detective Ollu Wright, cabeza del equipo de Policía Contraterrorismo del Sureste de Reino Unido, “estos grupos terroristas usan una retórica tóxica que explota la vulnerabilidad de las personas jóvenes”.
El experto en terrorismo Peter Neumann señaló en julio en CNN que los adolescentes han representado dos tercios de los arrestos relacionados con planes del Estado Islámico en Europa: de los 58 sospechosos arrestados desde octubre de 2023, 38 tenían entre 13 y 19 años.
“Grupos como ISIS-K (el Estado Islámico del Gran Jorasán) tienen como blanco específico a adolescentes. Puede que no sean muy útiles, que cometan errores, que cambien de opinión. Pero, son menos sospechosos. ¿Quién pensaría que un chico de 13 años es un terrorista? Con uno basta”, señaló Neumann.
Los adolescentes son reclutados a través de redes sociales como TikTok y con comunicaciones encriptadas, que hacen que sus ejercicios pasen desapercibidos en las vigilancias antiterroristas de rutina de algunos cuerpos como el MI5. Por eso, otros expertos como Mike Burgess, director de la Organización de Seguridad e Inteligencia de Australia, han recalcado que Internet es la “incubadora de extremismo más potente del mundo”.
Así como se ha identificado un cuadro común entre los sospechosos (jóvenes migrantes que pasan mucho tiempo en Internet y que tienen de alguna manera relación con un país donde predomina el Islam), también hay una tendencia preocupante en los grupos demográficos a los que van dirigidos los ataques: tanto en el caso de Grande como en el de Swift, los públicos están compuestos principalmente por mujeres, niñas, niños y padres que les acompañan. En el concierto de Grande, recordemos, la víctima más joven fue una niña de 8 años.
Siete años después del ataque de Grande, el episodio del concierto de Swift muestra que las amenazas terroristas siguen latentes y que se han ido adaptando a un contexto cambiante, con el aumento de la frecuencia de las amenazas, a la vez de una reducción en la edad del reclutamiento de “soldados” para ejecutar los ataques.
¿Debe ser motivo de pánico? Burgess dice que no, pues que exista la probabilidad de un ataque no significa que sea “inevitable”. Por eso, el experto recomienda que se profundice la cooperación entre los gobiernos y la ciudadanía, pues si bien los golpes a los servidores que daban soporte a los medios del Estado Islámico han ayudado a combatir la propaganda terrorista, la vigilancia comunitaria sigue siendo una herramienta poderosa en esta lucha.
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