La educación en Europa avanza, pero no al mismo ritmo en todos los países. Según el último informe de Eurostat, publicado en mayo de 2025 con datos de 2024, el 44 % de los jóvenes entre 25 y 34 años en la Unión Europea completó estudios universitarios, acercándose así a la meta del 45 % fijada para 2030.
A nivel general, también se ha ampliado el acceso a la secundaria superior, bachillerato, con un 84 % de los jóvenes europeos alcanzando al menos ese nivel educativo.
Pero el promedio oculta una realidad de dos velocidades: mientras algunos países ya superaron los objetivos, otros siguen arrastrando brechas educativas importantes.
Irlanda, Luxemburgo y Suecia: educación universitaria por encima del 50 %
Irlanda es el país con la mayor tasa de educación terciaria de Europa: el 52,8 % de sus jóvenes adultos tiene un título universitario. Le siguen de cerca Luxemburgo, Suecia y Chipre, todos por encima del 50 %. En estas naciones, acceder a la universidad es más que una aspiración: es una norma generalizada, impulsada por sistemas educativos fuertes, apoyos estatales y una clara articulación entre educación superior y empleabilidad.
Además, otros países como Lituania, Finlandia, Bélgica y los Países Bajos también han superado ya el objetivo de la UE para 2030.
Rumanía e Italia: lejos de la universidad
En el extremo opuesto, Rumanía registra la tasa más baja de educación terciaria en Europa: solo el 17,1 % de sus jóvenes adultos ha alcanzado ese nivel. En Italia, el porcentaje también es preocupante, con menos del 25 %.
Estas cifras revelan problemas estructurales: desigualdad territorial, abandono escolar temprano, escasa inversión en educación superior y débil integración entre universidad y mundo laboral.
En ambos países, las mujeres superan a los hombres en logros educativos, pero el avance es aún insuficiente frente al resto del continente.
La formación técnica: una buena alternativa
Más allá de la universidad, una gran parte de la población europea opta por la formación vocacional o técnica, que prepara directamente para el trabajo.
En este punto destacan Chequia y Eslovaquia, donde más del 65 % de los adultos tiene un nivel educativo medio, especialmente en áreas técnicas con alta demanda laboral, lo que les ha permitido mantener bajas tasas de desempleo juvenil y fortalecer su base productiva.
En contraste, España, Portugal y Luxemburgo tienen menos del 30 % de su población adulta en este nivel, reflejando una menor oferta o valoración social de estas carreras.
Portugal, Malta e Italia: rezagos en educación básica
Uno de los datos más alarmantes del informe es que el 45,5 % de los adultos en Portugal (de 25 a 74 años) solo ha completado estudios básicos.
Italia, Malta y España también presentan altos porcentajes (más del 35 %), lo que evidencia un rezago educativo persistente en el sur del continente.
Por el contrario, Lituania, Polonia, Chequia, Letonia y Eslovaquia han logrado reducir este porcentaje a menos del 10 %, consolidándose como referentes en acceso educativo temprano y retención escolar.
Jóvenes mejor preparados, pero la brecha persiste
Comparar generaciones también muestra avances. Solo el 17,3 % de los adultos jóvenes en la Unión Europea (25-54 años) tiene una educación baja, frente al 29,6 % entre los mayores de 55 años.
Además, casi el 40 % de los jóvenes adultos ya tiene estudios universitarios, mientras que en la generación anterior apenas el 24 % alcanzó ese nivel.
Sin embargo, la brecha entre países se mantiene, y la diferencia entre géneros se acentúa: el 49,9 % de las mujeres jóvenes completó la universidad en 2024, frente al 38,7 % de los hombres. Una distancia que, lejos de cerrarse, ha crecido en la última década.
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