
Lo que comenzó con una clara ventaja para el cardenal Pietro Parolin, terminó con la sorpresiva elección de Robert Prevost.
Foto: EFE - VATICAN MEDIA HANDOUT
El mundo entero se detiene a mirar hacia la chimenea de la Capilla Sixtina esperando el humo blanco, símbolo de decisión divina y del más cerrado de los procesos electorales en el mundo: el cónclave. Días antes de que empiece esta ceremonia, creyentes y no creyentes se apresuran a lanzar sus pronósticos de quién podría ser elegido sin ningún material de apoyo que los respalde, como una encuesta de popularidad.
Algunos usan la intuición como método, y otros, estadísticas. Las casas de apuestas, por ejemplo, intentan seguir la lógica del juego...
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