Estos restauradores limpian y acondicionan las enormes pinturas que decoraban la catedral de Notre-Dame.Mientras se llevan a cabo los trabajos para la reconstrucción del edificio, arrasado por un incendio en 2019, estos expertos aplican delicadas pinceladas en un taller a las afueras de París, cuya localización se ha mantenido en secreto por motivos de seguridad.
”Las obras fueron extraídas de la catedral la semana del incendio. Enseguida, fueron colocadas de manera provisional en un almacén a finales de 2020. Llegaron aquí, al lugar de almacenamiento final que fue acondicionado para ellas. Llegaron en un estado, yo diría de suciedad, no por el incendio porque el incendio estrictamente no causó ningún daño a los cuadros pero estaban muy sucios en la catedral”.
De las 25 obras, solamente se renuevan 22, repartidas en tres inmensas salas herméticas.Las telas fueron pintadas en los siglos XVII y XVIII.Antes de tocar cualquier lienzo, los restauradores realizan un historial médico mediante un minucioso análisis técnico.
”En las alteraciones estéticas hay dos diferentes alteraciones: unos son los desgastes como puedes ver aquí, por ejemplo porque la capa de pintura está desgastada, vemos la trama del lienzo. Otro son los huecos como aquí, es una laceración donde falta completamente la capa de pintura, es decir que ya no existe, está incompleta”.
Una operación de restauración simultánea de estas dimensiones es inusual. Se trata de la mayor jamás realizada en Francia y tiene un costo de unos 2,6 millones de dólares.
Una vez terminadas todas las etapas, las pinturas son trasladadas a una sala especial, donde permanecerán hasta el día de su traslado definitivo a la catedral, cuya reapertura está prevista en 2024.
