Son las siete de la noche del viernes 23 de agosto. El muelle de Scheveningen en la ciudad de la Haya, Holanda, está lleno de gente. Entre la multitud conformada por holandeses y en su mayoría por colombianos de todas las edades, se observa algo en particular: todos tienen la mirada fija hacia un mismo punto en el horizonte. Mientras unos alzan los brazos como diciendo adiós con las manos, otros zarandean una bandera de Colombia gigante que dice: “desde Holanda estamos contigo, Colombia”. No están viendo un partido de fútbol de la selección. Tampoco hay un concierto. Es el buque escuela ARC Gloria que está a punto de zarpar del muelle holandés después de tres días de visita en el país.
Un grupo de marineros comienza a subir el ancla, mientras que otros, vestidos con camisetas de la Armada Nacional de colores rojo, blanco y azul suben escalando las diez cuadras del buque. Una vez arriba, a 40 metros de altura, se sujetan de las cuerdas y se ubican en línea recta. Están en posición. Entonces se escucha el sonido de las primeras notas de una trompeta que eriza la piel y estremece a los colombianos presentes. Unos ponen su mano derecha en el pecho, mientras que otros, entre lágrimas y con la voz entrecortada de la emoción, comienzan a pronunciar los primeros versos. Y es así como la multitud de más o menos 600 personas, más los 156 tripulantes a bordo del buque, se convierte en un coro que entona a todo pulmón la letra del himno nacional. Lo hacen al unísono. Resulta imposible no contagiarse de esa nostalgia que produce el escuchar el himno nacional cuando se está lejos de casa.
Durante los tres días que el Buque Gloria estuvo en el puerto de Scheveningen recibió a más de 5.000 visitantes. Una vez a bordo, los colombianos residentes en Holanda pudieron sentirse en Colombia, mientras que los extranjeros tuvieron la oportunidad de conocer una muestra del país: sus coloridos trajes, la variedad de su música y de los bailes típicos de las diferentes regiones. Para ello, pusieron a disposición del público música colombiana en vivo a cargo del grupo artístico “A son de mar”, así como una muestra de baile de cumbia, sanjuanero, salsa y vallenato.
Fueron varios los colombianos que viajaron desde diferentes partes del país para ver el buque. Uno de ellos fue Catherine Medina, quien viajó durante más de dos horas y llegó envuelta con la bandera de Colombia y un sombrero vueltiao en la cabeza. “Es una experiencia hermosa porque uno se siente otra vez como en su país” dijo con un acento típico del Valle del Cauca que permanece intacto después de 18 años de vivir fuera del país. “Cuando escuchás la música te da como esa alegría, te contagia. Es muy emocionante”. A diferencia de Catherine, a la colombiana Liana Botero, quien vive en Holanda desde hace 40 años, la llegada del Gloria le produce nostalgia. “Es muy nostálgico escuchar la música, ver a nuestra gente” dice. “Nos hacen mucha falta nuestros orígenes, nuestra tierra y el ver al buque Gloria nos trae muchísimos recuerdos”.
Esta es la segunda vez que el buque escuela ARC Gloria, en sus 51 años de cruceros, arriba al puerto de Scheveningen. La primera vez fue en el año 2011, cuando el comandante del barco era el hoy en día Almirante Gabriel Pérez. De ahí volvió en el 2015 durante la participación del ‘Sail Amsterdam’, uno de los eventos marítimos más importantes del mundo que se realiza cada cinco años en la capital del país. “Su visita en esta oportunidad, lejos de tratarse de una coincidencia, es una muestra de las estrechas relaciones y los lazos de amistad entre los dos países” indicó el encargado de negocios de la Embajada de Colombia en los Países Bajos, Juan José Páez Pinzón, durante su discurso de bienvenida al buque. “Una buena relación que se ha visto reflejada en los últimos años, especialmente en noviembre pasado, con la visita que realizó al país el Primer Ministro neerlandés, Mark Rutte” concluyó.
El recorrido del buque después de su salida está planeado así: el 30 de agosto llegarán a Liverpool, Reino Unido. Allí estarán en puerto del 30 de agosto al 2 de septiembre. Después descenderán hacia Casablanca, Marruecos. Puerto al que tienen previsto llegar el 16 de septiembre y salir tres días después a su destino final: Cartagena, Colombia. “Ahí cruzaremos nuevamente el Atlántico por 29 días” señala el Comandante y capitán de Navío, Camilo Mauricio Gutiérrez Olano. Después advierte que el récord de navegación a vela cruzando el Atlántico desde Europa hasta América es muy difícil de romper. “Espero que podamos hacer historia” comenta. “Todo depende del viento y de las condiciones climáticas porque entre septiembre y octubre es época de huracanes” señala. “Afortunadamente ahora tenemos muchos equipos de comunicación, internet satelital, hacemos seguimiento de las condiciones meteorológicas y se puede predecir si hay alguna tormenta o no. Si ese fuera el caso, cambiaríamos el rumbo para evitarlas” concluye.
El reloj marca las siete y quince minutos de la noche. Desde la cabina de mando el Comandante da las instrucciones de partida. En este momento seguramente recuerda la responsabilidad que exige el liderar una tripulación de 156 personas, de 156 vidas. Entonces toma el radioteléfono y da la orden de salida. El buque, poco a poco, comienza a separarse del muelle, y es ahí cuando suena un vallenato que comienza así: “Saludos desde Colombia a todo el mundo, con esta canción que nace en el corazón” el grupo de marinos saca unos pañuelos blancos y los mueve de un lado al otro, mientras el grupo de espectadores, que mantiene los ojos vidriosos de la emoción, continúa diciendo adiós con las manos. El buque Gloria, el orgullo de los casi 50 millones de colombianos, sale del muelle y toma un nuevo rumbo, está listo para iniciar una nueva travesía con el viento, el mar y las estrellas.
Por María Alejandra Bejarano
