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Pero la migración seguirá

Eslovenia, Croacia y Serbia abrirán sus puertas sólo a quienes busquen refugio en sus países. El tránsito hacia Europa occidental se acaba, pero la emergencia humanitaria continúa.

Redacción Internacional

09 de marzo de 2016 - 10:50 p. m.
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Que los países de los Balcanes cierren sus fronteras tiene el mismo efecto que una puerta cerrada ante una tempestad que amenaza con tumbar la casa entera: eludir el problema. Salvo la tranquilidad para los gobiernos balcánicos, el sellamiento de los bordes sólo obligará a los migrantes de Siria, Afganistán e Irak a transitar por otras rutas más largas y peligrosas.

En este momento, quien llega a las islas griegas para continuar su viaje errático por Europa ya no podrá entrar ni por Macedonia ni por Bulgaria, que se han entregado al pragmatismo: clausurar los bordes con vallas o con un riguroso cuerpo de vigilancia que encarcela a quien eluda los controles. De modo que suena a broma macabra la afirmación del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk: “El flujo irregular de inmigrantes a lo largo de la ruta de los Balcanes occidentales ha llegado a su fin”.

No, no ha terminado. En el puerto de entrada a Europa más concurrido, Grecia, más de 36.000 personas están atrapadas. En Turquía, hay 2’715.000 refugiados sirios, y buena parte de ellos pretende llegar a Europa occidental a pesar de que la Unión Europea y el gobierno de ese país llegaron al acuerdo de devolver a cientos de miles de ilegales. Ahora, Turquía recibirá mucho más dinero en ayuda humanitaria (hasta ahora recibe 3.000 millones de euros) y numerosos migrantes tendrán que resignarse a tomar como nuevo domicilio un país que es atacado, con cierta frecuencia, por grupos extremistas. Europa ha hecho realidad otra de las afirmaciones de Tusk, formulada hace unas semanas: “No vengan a Europa”.

Portavoces de la Unión Europea explicaron el nuevo mecanismo: los migrantes tendrán que pedir asilo en su país de llegada. Es decir, si arriban a las costas de Grecia, su petición de asilo debe ser formulada allí para, después de la evaluación correspondiente, determinar en qué país pueden ser ubicados. Desde principios de 2015, cuando comenzó el mayor movimiento migratorio hacia Europa desde África y Oriente Medio (el total en 2015 fue de 1’046.000), los migrantes solían utilizar la ruta de los Balcanes para refugiarse en Austria, Alemania, Francia y Reino Unido. Ahora, si dan un paso sobre Croacia tendrán que pedir asilo allí.

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Las restricciones a las peticiones también aumentaron. Dado que Tusk pidió a los “migrantes económicos” (es decir, aquellos amenazados por la pobreza o la falta de recursos en su país de origen) que no fueran a Europa, las autoridades de los países balcánicos han aclarado que sí recibirán a los migrantes que estén amenazados por el conflicto o que necesiten ayuda humanitaria de urgencia. El mayor número de ellos proviene de Siria (56,1%, según la Organización Internacional para las Migraciones), pero cientos de miles están atrapados en Turquía o no han podido obtener el papeleo legal para hacer su tránsito. En el camino enfrentan una burocracia severa que, en ocasiones, los obliga a esperar años antes de concertar su asilo.

Con la geografía cerrada por todas las bandas, una de las rutas que podrían resucitar es la que une las costas de Albania con las regiones de Apulia y Calabria en Italia. Entre 2011 y 2013, de acuerdo con la organización Frontex, más de 15.000 personas migraron por esta vía. Las autoridades albanas anunciaron controles fronterizos. Todavía existen posibilidades de que los traficantes envíen a los migrantes a través de Rumania, a pesar de que sólo existen dos puentes que comunican este país con Bulgaria y de que un trayecto sobre el Danubio sería detectado por las autoridades de ambos países.

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El efecto de los cierres se verá, en realidad, entre abril y septiembre, cuando el tiempo es mejor y los migrantes se sienten más confiados para atravesar el Mediterráneo o tomar las rutas terrestres a través de Turquía. A pesar de que el viaje es mucho más extenso, los migrantes podrían tomar hacia España en busca de las Islas Canarias o por Georgia y Rusia para llegar, en el norte, a la frontera con Noruega, menos vigilada. Los caminos existen y la guerra persiste en Siria e Irak.

Es posible proyectar una disminución de los migrantes por los Balcanes. Hasta hace unas semanas pasaban por Serbia y Eslovenia un promedio de 2.500 migrantes a la semana. En cambio, Hungría, que extendió una valla de 175 kilómetros en su frontera con Croacia y Serbia, ha visto una reducción significativa en el número de migrantes que arriesgan camino por su territorio: 831.

Por Redacción Internacional

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