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Putin, hacia la guerra psicotrónica

Armas que atacan mediante ondas y no dejan rastro determinarán los conflictos armados después de la era nuclear.

Daniel Salgar Antolínez
31 de julio de 2012 - 11:28 p. m.
Vladimir Putin, presidente ruso, anunció antes de su elección que gastaría US$770.000 millones en avances militares durante una década. / AFP
Vladimir Putin, presidente ruso, anunció antes de su elección que gastaría US$770.000 millones en avances militares durante una década. / AFP

El desarrollo de armas psicotrónicas —aparatos que mediante ondas controlan los pensamientos, sentimientos y comportamientos humanos— ha permanecido oculto desde hace más de cinco décadas. Por eso hay una desmesurada cantidad de información especulativa al respecto y muchos piensan que se trata de pura ciencia ficción. Pero recientemente el presidente ruso, Vladimir Putin, avaló su programa de armas psicotrónicas, dando a entender que el avance de éstas no se ha detenido y que Rusia se prepara para las guerras del futuro. Es difícil pensar que las otras potencias no lo hagan.

Putin, junto a su ministro de Defensa, Anatoly Serdyukov, dijo que “la capacidad militar de un país en el espacio o sus contramedidas de información, especialmente en el ciberespacio, jugarán un papel importante, si no decisivo, en la determinación de la naturaleza de un conflicto armado. En el futuro más lejano se desarrollarán sistemas de armas basados en nuevos principios (tecnología de rayos, geofísica, ondas, genética, psicofísica, entre otras). Todo esto, sumado a las armas nucleares, proveerá instrumentos nuevos para alcanzar metas políticas y estratégicas”.

El mandatario también señaló que esas armas serán comparables en efecto a las nucleares, pero “más aceptables en términos de ideología política y militar”.

Serdyukov añadió que Moscú creará una agencia de investigación militar avanzada similar a la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados del Pentágono (Darpa, siglas en inglés). El anuncio se hizo en la presentación de propuestas de armas que se incluirán en el próximo programa de inversión militar del Estado. Putin había anunciado antes que gastaría US$770.000 millones en desarrollo bélico durante una década.

La curiosidad científica de los rusos sobre esta tecnología no es nueva. Mojmir Babacek, autor checo conocido por sus investigaciones sobre armas psicotrónicas y fundador del Movimiento Internacional Contra la Manipulación del Sistema Nervioso Central, le cuenta a El Espectador que desde 1920 empezaron a investigarse fenómenos como la telepatía, la telequinesis y la clarividencia, y durante los 60 y 70 había una verdadera carrera armamentista entre Rusia y EE.UU. en esta área.

La meta era encontrar los fenómenos físicos que gobiernan a los fenómenos psíquicos. Científicos rusos hablaron de campos de torsión y los estadounidenses acerca de campos escalares. “Los conceptos difieren substancialmente y suenan como mistificaciones científicas, lo cual soporta las sospechas de que se descubrieron los principios físicos de los principios psíquicos, pero han permanecido escondidos”, dice Babacek.

John Hall, un biólogo y médico estadounidense que trata a presuntas víctimas de control mental y es autor del libro A New Breed: Satellite Terrorism in America, explica a El Espectador que las armas psicotrónicas envían ondas al espectro electromagnético y al sistema nervioso humano para alterar el comportamiento, el pensamiento, la percepción y el sistema músculo-esquelético. “Una víctima ve hologramas, oye voces, tiene movimientos musculares y límbicos involuntarios y dolores de cabeza, entre otros”.

¿Cómo se usarían estas armas en las próximas guerras? “Cuando uno puede usar un sistema —como el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP), desarrollado por EE.UU.— que multiplica ampliamente la energía emitida llevándola a la ionosfera, puede apuntar hacia áreas extensas en la superficie terrestre. Al enviar la radiación en frecuencias que controlan la actividad del corazón, uno podría matar a ejércitos enteros deteniendo el latido del corazón de sus soldados”, responde Babacek.

¿Y por qué dice Putin que esas armas serían más aceptables en la ideología política y militar? Para el autor checo, pueden ser menos reprochables porque no dejarían radiactividad tras su utilización, como sí ocurre con las armas nucleares. Además, si la tecnología no se usa para matar enemigos, sino para volverlos “incapaces de combatir, recalentando sus cuerpos, dejándolos inconscientes, haciéndolos vomitar, causándoles dolor en los órganos internos o ataques epilépticos, quienes usan esa tecnología podrán presumir que conducen el combate humanamente. Pero el uso de esta tecnología los haría poderes totalitarios de un nuevo tipo y el concepto de la libertad humana desaparecería de la historia”.

Otro aspecto de una guerra psicotrónica, añade Hall, es que no hay protección conocida que funcione consistentemente contra estas armas. “La meta obvia es controlar a una población global sin usar la violencia”. Al menos no la violencia hecha de balas, misiles y bombas, como la conocemos hoy.

Los Estados tienden a negar que posean armas psicotrónicas y sólo admiten que las desarrollan, pero Babacek —entre una inmensa cantidad de autores, científicos, investigadores, blogueros— dice que desde la literatura científica y las filtraciones de información, la existencia de este tipo de armas es obvia, aunque sea imposible probar si han sido utilizadas.

Un desarrollo conocido en EE.UU. es el proyecto Pandora del Walter Reed Army Institute y Darpa, y su subproyecto Bizarre. Richard Cesaro, director de Darpa durante el proyecto Pandora,habló de sus objetivos: “Para conseguir un salto tecnológico en el campo militar hay que ir más allá de las bombas y llegar a controlar las mentes de los enemigos”.

El programa HAARP se encuentra en Alaska y fue financiado por la Fuerza Aérea, la Marina estadounidense y Darpa. Aunque su propósito oficial es estudiar la ionosfera y mejorarla para favorecer las radiocomunicaciones y los sistemas de vigilancia, muchos culpan a este proyecto de usar energía para provocar desastres naturales.

El Washington Post ha publicado acerca de otro proyecto de la Fuerza Aérea estadounidense, sin mencionar su nombre, en una investigación también conducida por la Marina de ese país. En el proyecto, según el diario estadounidense, los médicos lograron “transmitir frases dentro de la cabeza de seres humanos, pese a tener una inteligibilidad marginal”.

En la Unión Soviética, dice Babacek, la investigación fue llevada a cabo por el centro Vent, financiado y controlado por el Departamento de Defensa Soviético. El mismo centro realizó otras 26 investigaciones.

Hay un sinnúmero de casos en los que supuestamente se han utilizado armas psicotrónicas. De acuerdo con periódicos rusos, hubo un intento de usar “generadores psicotrónicos” durante el golpe de Estado contra Gorbachov, pero su aplicación no fue exitosa. El expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, alegó ser víctima de un bombardeo de electrones con microondas mientras estaba sitiado en la embajada de Brasil en Honduras. El hijo de Sadam Husein escribió en un diario iraquí que los estadounidenses trataron de formar coágulos en la sangre de su padre mediante radiación electromagnética. De acuerdo al diario del ejército de EE.UU., Israel ha usado esta tecnología contra los palestinos.

Alexander von Hahn, un investigador independiente, dice a El Espectador que no hay evidencia de que estas armas se hayan usado últimamente en Rusia. No obstante, Von Hahn habló con el abogado, exestudiante de la Academia Rusa de Defensa Fronteriza y líder opositor, Yury Shulipa, quien le comentó que “el 21 y el 25 de diciembre de 2011 —los días de la primera y segunda manifestaciones anti-Putin más grandes en Moscú—, la Policía interrumpió el funcionamiento de los teléfonos celulares de quienes participaban en la marcha pacífica”. Shulipa añadió que no se podía “excluir que armas psicotrónicas o psicotrópicas hayan sido utilizadas, al menos sobre una base experimental”, contra los manifestantes o contra líderes opositores individualmente, aunque es imposible recabar una evidencia factual de que esto haya sucedido.

Ninguno de los anteriores casos ha sido suficientemente probado. Uno de los mayores desafíos de las armas psicotrónicas es que no dejan evidencias o pruebas para hallar culpables. Cheryl Welsh, directora del portal Mind Justice, dice a este diario que el hecho de que las armas “sean operadas a control remoto y que no dejan un rastro de bala o evidencia” complica demasiado la investigación sobre su uso.

Esto también hace que quienes alegan ser víctimas de estas tecnologías sean usualmente clasificados como enfermos mentales. Hall dice que la mayoría de las víctimas que trata son de EE.UU. y que los avances de este país en el área son muy importantes. “Lo más desconcertante es la habilidad para comunicarse con las víctimas por medio de telepatía sintética que sólo ellos pueden escuchar. Es imposible para ellas (las víctimas) convencer a cualquiera de la tortura a la que son sometidas. Obviamente, el sistema de estas armas está diseñado para imitar síntomas de enfermedades comunes, esquizofrenia o alucinaciones”.

Putin proyectó las armas psicotrónicas para el futuro más lejano, pero la comunidad internacional ha debatido el tema durante varias décadas. En 1979 el representante de la Unión Soviética en el Comité de Desarme de la ONU advirtió en un artículo que los efectos dañinos de radiaciones de radiofrecuencia en órganos como el corazón, el cerebro y el sistema nervioso central, debía ser establecida como una realidad.

El mismo año la Unión Soviética envió al Comité de Desarme una lista en la que incluyó como potenciales armas de destrucción masiva las armas radiológicas (que usan materiales radioactivos); las de rayos de partículas; las infrasónicas, que usan radiación acústica, y las electromagnéticas, que operan con radiofrecuencias.

Welsh dice que la comunidad internacional ha intentado acordar una legislación que regule el uso y producción de armas psicotrónicas y “aunque los países de Occidente están de acuerdo en que el tema debe estar bajo supervisión, han tomado perspectivas diferentes y algunos alegan que los nuevos desarrollos científicos deben ser tratados individualmente cuando tengan un potencial armamentista”.

En 1999 el Parlamento Europeo urgió a la realización de un convenio internacional para la prohibición global de la investigación y el desarrollo, militar o civil, que busque aplicar conocimientos químicos, eléctricos, de vibración de sonido u otro tipo de funcionamiento del cerebro humano al desarrollo de armas que permitan cualquier forma de manipulación. Hasta ahora, sin embargo, no hay un consenso global y Rusia es el primero en anunciar oficialmente que prepara su arsenal psicotrónico para el futuro.

Por Daniel Salgar Antolínez

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