Haber esperado hasta 2021 para tener una mujer al frente del gobierno es casi una anomalía histórica en un país muy avanzado en igualdad de género como Suecia.
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La llamaron Magdalena Andersson, la efímera primera ministra. Y es que el pasado miércoles, esta política socialdemócrata de 54 años se convirtió en la primera mujer en gobernar Suecia.... por apenas siete horas, pues tuvo que renunciar al desintegrarse su coalición de gobierno.
“Existe una práctica constitucional que dice que un gobierno de coalición dimite cuando un partido se va. No quiero dirigir un gobierno cuya legitimidad está cuestionada”, manifestó, después de que sus aliados ecologistas abandonaran el gobierno.
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Después de este papelón, este lunes, el Parlamento sueco volvió a reunirse para elegir el cargo de primer ministro. Y esta vez fue elegida. Andersson, primera mujer en gobernar Suecia, recibió 101 votos a favor, por 173 en contra y 75 abstenciones, con lo que se cumple la condición establecida en el sistema sueco para ser elegido primer ministro: no tener en contra la mayoría de la Cámara, fijada en 175 escaños.
La primera ministra sueca presentará mañana su nuevo gobierno y se reunirá posteriormente con el rey Carlos XVI Gustavo en el Consejo de Estado.
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¿Quién es Magdalena Andersson?
Heredera del primer ministro saliente Stefan Löfven, del que fue ministra de Finanzas durante siete años, esta economista diplomada en la principal escuela de comercio de Suecia, estuvo menos de un día en el cargo.
Andersson se describe a sí misma como una “mujer simpática y trabajadora” a la que le encanta tomar decisiones. Pero políticamente se ha forjado una reputación de mujer firme, segura de ella misma y con un tono directo que contrasta con la moderación habitual de Suecia, destacan los expertos interrogados por AFP.
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“Hay gente que incluso dice tenerle miedo, lo que es bastante curioso viniendo de profesores de economía o politólogos de élite”, señala Anders Lindberg, jefe del servicio político del diario Aftonbladet, próximo a los socialdemócratas.
¿Su eslogan? “Suecia puede hacerlo mejor”. En Bruselas, Andersson defendió la contención presupuestaria, alineándose el año pasado con Austria, Holanda y Dinamarca en el club de los “frugales”, opuestos al macroplan de reactivación económica europeo.
También asumió el año pasado la presidencia de un comité consultivo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Tiene una forma de argumentar que recuerda un poco a Angela Merkel. Lo que ella quiere decir no siempre está totalmente claro, pero suele terminar por conseguirlo porque nadie más sabe responder, mientras que ella domina todos los detalles”, indica Lindberg.
La raíz del caos en Suecia
Suecia vive una situación de inestabilidad política desde hace años por el “cordón sanitario” de varios partidos a la ultraderecha, que ha permitido que un Ejecutivo rojiverde en minoría gobierne este país escandinavo desde 2014.
“Tenemos una larga tradición de colaborar (con otros partidos) y estamos listos para hacer lo necesario para llevar a Suecia hacia adelante”, manifestó minutos después de ser elegida Andersson, que gobernará con el 25 % de los escaños del Parlamento.
La raíz del caos político se remonta a 2010, cuando entró en el Parlamento Demócratas de Suecia (SD), fuerza nacida la década anterior a partir de un grupo abiertamente nazi y que se ha ido moderando sin abandonar su tinte xenófobo hasta convertirse en la tercera en porcentaje de votos.
El veto del resto de partidos permitió al socialdemócrata Stefan Löfven gobernar en minoría desde 2014 pese a que el centroderecha tuvo mayoría en los dos últimos comicios. Pero en esta legislatura tuvo que asegurar el apoyo expreso de centristas y liberales, además del respaldo del Partido de Izquierda Socialista, lo que ha generado fricciones entre ellos.
Un nuevo régimen de alquileres impulsado por los centristas originó una moción de censura socialista en junio contra Löfven, primer jefe de gobierno en ejercicio tumbado por el Parlamento, aunque volvió dos semanas después al ser retirada la propuesta.
Löfven anunció en agosto de forma sorpresiva que dejaría todos sus cargos para allanarle el camino a su sucesor de cara a las legislativas de septiembre de 2022, y los socialistas condicionaron ya entonces su respaldo a un acuerdo, lo que provocó el malestar de los centristas y fue un aviso de lo que luego ocurrió.
En los últimos dos años el aislamiento generalizado al SD se ha ido resquebrajando, con conservadores y democristianos a la cabeza, pasando de los primeros contactos exploratorios a negociar ahora unos presupuestos con la ultraderecha, aunque insisten en que esa fuerza no formará parte de ningún hipotético gobierno.