Pensadores 2022: Impedir una carrera armamentista nuclear entre EE. UU. y China
El exprimer ministro de Australia y presidente de la Asia Society y del Instituto Internacional de la Paz advierte sobre la importancia de que las dos potencias lleguen a un acuerdo sobre “control estratégico de armas”.
Kevin Rudd* / Especial para El Espectador
Las pruebas de un misil hipersónico de capacidad nuclear por parte de China en julio y agosto de 2021, aunque fueron negadas oficialmente, amenazan con minar la estabilidad nuclear estratégica. De hecho, ya han agravado la escalada de tensiones entre Estados Unidos y China.
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Las pruebas de un misil hipersónico de capacidad nuclear por parte de China en julio y agosto de 2021, aunque fueron negadas oficialmente, amenazan con minar la estabilidad nuclear estratégica. De hecho, ya han agravado la escalada de tensiones entre Estados Unidos y China.
A lo largo del verano (boreal), imágenes satelitales revelaron que China estaba en proceso de construir unos 300 nuevos silos de misiles en sus desiertos del norte. Algunos de estos probablemente sean utilizados simplemente como señuelos vacíos. Aunque más de la mitad de ellos se conviertan en sitios de misiles nucleares, prácticamente el arsenal nuclear de China se estaría triplicando.
Luego de estas revelaciones, el Departamento de Estado norteamericano advirtió en octubre que “la rápida acumulación de arsenal nuclear de la RPC es preocupante y amenaza la seguridad y estabilidad internacional… Instamos a Beijing a comprometerse con nosotros en la toma de medidas prácticas para reducir los riesgos de carreras armamentistas y conflictos desestabilizadores”. Pero el embajador para Asuntos de Desarme de China, Li Song, respondió el mismo día describiendo el nuevo pacto de Estados Unidos con Australia y el Reino Unido (Aukus) para ayudar a Australia a adquirir submarinos nucleares como un “caso de manual” de proliferación nuclear que alimenta una carrera armamentista regional.
Hasta el día de hoy China se ha negado categóricamente a participar en conversaciones con Estados Unidos sobre un control de armas estratégico (ya sea de manera bilateral o trilateral con Rusia) hasta que Estados Unidos reduzca sustancialmente su propio arsenal de casi 4.000 ojivas activas. Sin embargo, al perseguir su propia expansión acelerada, China ha comenzado a socavar este argumento haciendo que la necesidad de conversaciones sea cada vez más urgente.
En septiembre de 2021, el exembajador chino para Asuntos de Desarme Sha Zukang se convirtió en la última voz prominente en Beijing en sostener que la política nuclear de no atacar primero de China “ya no es apropiada”. La “presión estratégica sobre China se está intensificando”, observó Sha, “en tanto Estados Unidos ha forjado nuevas alianzas militares y aumenta su presencia militar en nuestro vecindario”. La política ya no debería aplicar, dijo, “a menos que China y Estados Unidos negocien un entendimiento mutuo sobre no atacar primero con armas nucleares, o a menos que Estados Unidos deje de tomar medidas negativas que minen la efectividad de las fuerzas estratégicas de China”.
La intervención de Sha es seria. Las autoridades chinas no se involucran al azar en el debate público chino. Son autorizadas a hacerlo, especialmente con respecto a una cuestión tan existencial como la seguridad nuclear.
Una nueva postura nuclear china representaría un giro desestabilizador, pero los comentarios de Sha también sirven para poner de manifiesto la raíz del enfrentamiento actual. Estados Unidos necesita entender claramente la visión profundamente ansiosa del gobierno chino sobre su propia vulnerabilidad nuclear y geoestratégica. El presidente chino, Xi Jinping, ha caracterizado la situación más de una vez como una “pelea” de décadas contra una potencia que está decidida a contener el ascenso de China por cualquier medio.
Pero la misma visión ofrece la clave para romper la impasse actual. La cultura estratégica de China es profundamente realista. Cualquier llamamiento moral a China sobre hacer lo correcto no llevará a los negociadores norteamericanos a ninguna parte, argumentos fríos y pragmáticos que, en cambio, sí pueden hacerlo. La rivalidad cada vez más profunda entre Estados Unidos y China puede crear, en sí misma, un incentivo para que Beijing se siente a la mesa, siempre que Estados Unidos pueda convencer a los chinos de que serían menos vulnerables con un acuerdo sobre control de armamentos que sin él.
¿Cómo se puede hacer esto? China tal vez no esté dispuesta a participar en conversaciones de gran escala de inmediato, pero claramente está preocupada por las capacidades de Estados Unidos y, por lo tanto, puede estar dispuesta a empezar con conversaciones bilaterales de menor escala sobre transparencia estratégica y gestión de crisis. En 2019 se suspendió una serie de diálogos “Track-1.5″ -conversaciones no oficiales entre funcionaros del gobierno- centrados en estas cuestiones. Relanzar este proceso u otros similares, posiblemente después de que la administración Biden complete su revisión de la postura nuclear en curso a principios de 2022, sería un buen primer paso.
Luego podrían desarrollarse medidas modestas de construcción de confianza destinadas a aumentar la previsibilidad, la reciprocidad y la confianza. Estas podrían incluir un sistema de notificación para pruebas de misiles balísticos, evaluaciones técnicas conjuntas de capacidades de defensa con misiles y, llegado el caso, hasta una participación china en el régimen de monitoreo del Nuevo Tratado Start.
Para que el progreso sea real habrá que discutir los desarrollos que más perturban a China -entre ellos las defensas con misiles de Estados Unidos, el desarrollo de armas nucleares tácticas de baja potencia, los sistemas de ataques de precisión convencionales e hipersónicos y la ambigüedad de Estados Unidos sobre su postura nuclear-. Lo mismo es válido para los temores estadounidenses sobre la rápida modernización por parte de China de su arsenal nuclear y su ambigüedad respecto de pasar a una doctrina de “lanzamiento en caso de alerta” menos restrictiva.
Si bien empezar con esfuerzos bilaterales sería valioso en sí mismo, el objetivo final debería ser implementar un acuerdo multilateral de control de armas que al menos incluya a Rusia. El máximo objetivo sería entonces acordar sobre limitaciones de fuerzas en el nivel más bajo posible para cada país, evitando así el desplazamiento hacia una carrera de armas nucleares en el Indo-Pacífico.
Aun en las profundidades de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética lograron establecer salvaguardas reales y límites a las armas nucleares. Tenían buenos motivos para cooperar. Ambos habían experimentado las semanas trágicas de la crisis de los misiles cubanos, cuando el mundo estuvo peligrosamente cerca de una catástrofe. Hoy Estados Unidos y China -y el mundo- no pueden permitirse esperar otra crisis de este tipo para tomar precauciones similares.
* Copyright: Project Syndicate, 2021.