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                                                                                                                              La violencia en la frontera: nuevas exigencias para Venezuela

                                                                                                                              El escenario de violencia armada que transcurre en la frontera colombo-venezolana tiene todo a su favor para agudizarse en los próximos meses.

                                                                                                                              Jerónimo Ríos Sierra / @Jeronimo_Rios_

                                                                                                                              La Victoria, un pueblo fronterizo de Apure (Venezuela), en donde desde hace varias semanas hay enfrentamientos armados. / AFP
                                                                                                                              Foto: AFP - DANIEL FERNANDO MARTINEZ CERVERA

                                                                                                                              Aunque desde hace décadas las FARC-EP y el ELN fueron desarrollando una impronta binacional, gracias a las ventajas que ofrecía la condición selvática, fronteriza y cocalera, desde 2016 este escenario se ha convertido en un contexto de confrontación mucho más complejo. Además de por tratarse de enclaves altamente disputados, tal y como sucede en el Catatumbo, en donde se concentran más de 40.000 hectáreas de cultivos ilícitos, o por ser lugares con una alta presencia de contrabando y capital extorsivo, como sucede en Arauca, la frontera entre Colombia y Venezuela se ha transformado notablemente en los últimos cinco años.

                                                                                                                              La desaparición del actor mayormente protagónico de la violencia, como era el caso de las FARC-EP, al asumir el proceso de desarme y reincorporación a la vida civil, ofrece una ventana de oportunidad, en primer lugar, para el ELN, el cual experimenta un profundo proceso de fortalecimiento en los departamentos fronterizos de Cesar, Norte de Santander y Arauca, además de en los estados venezolanos de El Zulia, Táchira o Apure. Allí van a ganar protagonismo los Frentes de Guerra Oriental y Nororiental del ELN, pero también las primigenias disidencias de las FARC-EP.

                                                                                                                              Desde 2017, “Gentil Duarte”, “Jhon 40” o “Iván Mordisco”, al frente de la primera gran disidencia de la guerrilla, actúan como firmes convencidos de las ventajas competitivas que ofrece el corredor fronterizo a efectos de cooptar grupos residuales y estructuras continuadoras de la violencia -como los otrora Frente 33 (Norte de Santander), Frente 10 (Arauca) o Frente 28 de las FARC-EP (Arauca/Casanare). Igualmente, los recursos económicos, la porosidad de la frontera y la débil institucionalidad de lado y lado facilitan cualquier ejercicio de recomposición y obtención de recursos, a efectos de preservar la continuidad de la violencia.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              De lo anterior eran igualmente conscientes en “Segunda Marquetalia”, si bien este grupo disidente disponía de un valor añadido: el reconocimiento por parte del gobierno de Nicolás Maduro. Un factor nada baladí que, como es de esperar, hizo que este grupo armado igualmente optase por ubicarse en las proximidades de la frontera venezolana, en unos términos similares a los del ELN. Empero, esta intrincada situación de actores armados con presencia en Venezuela empieza a complicarse a partir del año 2020. Así, lo que hasta entonces era una suerte de “coexistencia pacífica”, no exenta de tensiones y contradicciones, se fue transformando a un contexto de disputa. Conscientes de que la presencia del ELN es ampliamente superior a cualquier otro grupo armado de la región, la rivalidad quedó mayormente concentrada entre las disidencias de “Gentil Duarte”, más numerosas y con mayores capacidades, y la de “Segunda Marquetalia”. “Márquez” y “Santrich” aun con todo pensaban que su liderazgo tradicional en la guerrilla, junto al de otros como “El Paisa” o “Romaña”, sería un factor más que suficiente para aglutinar, más pronto que tarde, las diferentes disidencias concurrentes. Todo lo contrario, para “Duarte” aquellos eran percibidos como traidores a la esencia revolucionaria y al legado de las FARC-EP, y rápidamente pasaron de ser adversarios a ser simplemente enemigos.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Le puede interesar: Apure, epicentro de la violencia en Venezuela

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                                                                                                                              Sin embargo, resulta innegable que la muerte de “Jesús Santrich” en este mismo corredor colombo-venezolano, sea cual sea la hipótesis que barajar, representa un serio problema para el gobierno venezolano. Desde una perspectiva más cortoplacista, si la muerte de “Santrich” fue producto de una disputa entre disidencias de las FARC-EP, lo cual no es nada disparatado, ello pone manifiesto hasta qué punto se ha sido aquiescente con la ubicación de grupos armados colombianos en Venezuela. Algo similar sucede con la posibilidad de que la muerte de quien fuese una de las voces más destacadas del proceso de negociación de La Habana se hubiera producido por mercenarios colombianos. Tanto una posibilidad como otra presentarían la realidad de un Estado que es incapaz de atender su territorio y cubrir unas mínimas garantías de presencia y capacidad en uno de los entornos que mayores problemas puede causar a la seguridad nacional venezolana.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Le puede interesar: La guerra entre guerrillas entre Apure y Arauca

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Investigador postdoctoral de la Universidad Complutense de Madrid. Acaba de publicar el libro “Colombia (2016-2021). De La Paz territorial a la violencia no resuelta”.

                                                                                                                              La Victoria, un pueblo fronterizo de Apure (Venezuela), en donde desde hace varias semanas hay enfrentamientos armados. / AFP
                                                                                                                              Foto: AFP - DANIEL FERNANDO MARTINEZ CERVERA

                                                                                                                              Aunque desde hace décadas las FARC-EP y el ELN fueron desarrollando una impronta binacional, gracias a las ventajas que ofrecía la condición selvática, fronteriza y cocalera, desde 2016 este escenario se ha convertido en un contexto de confrontación mucho más complejo. Además de por tratarse de enclaves altamente disputados, tal y como sucede en el Catatumbo, en donde se concentran más de 40.000 hectáreas de cultivos ilícitos, o por ser lugares con una alta presencia de contrabando y capital extorsivo, como sucede en Arauca, la frontera entre Colombia y Venezuela se ha transformado notablemente en los últimos cinco años.

                                                                                                                              La desaparición del actor mayormente protagónico de la violencia, como era el caso de las FARC-EP, al asumir el proceso de desarme y reincorporación a la vida civil, ofrece una ventana de oportunidad, en primer lugar, para el ELN, el cual experimenta un profundo proceso de fortalecimiento en los departamentos fronterizos de Cesar, Norte de Santander y Arauca, además de en los estados venezolanos de El Zulia, Táchira o Apure. Allí van a ganar protagonismo los Frentes de Guerra Oriental y Nororiental del ELN, pero también las primigenias disidencias de las FARC-EP.

                                                                                                                              Desde 2017, “Gentil Duarte”, “Jhon 40” o “Iván Mordisco”, al frente de la primera gran disidencia de la guerrilla, actúan como firmes convencidos de las ventajas competitivas que ofrece el corredor fronterizo a efectos de cooptar grupos residuales y estructuras continuadoras de la violencia -como los otrora Frente 33 (Norte de Santander), Frente 10 (Arauca) o Frente 28 de las FARC-EP (Arauca/Casanare). Igualmente, los recursos económicos, la porosidad de la frontera y la débil institucionalidad de lado y lado facilitan cualquier ejercicio de recomposición y obtención de recursos, a efectos de preservar la continuidad de la violencia.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              De lo anterior eran igualmente conscientes en “Segunda Marquetalia”, si bien este grupo disidente disponía de un valor añadido: el reconocimiento por parte del gobierno de Nicolás Maduro. Un factor nada baladí que, como es de esperar, hizo que este grupo armado igualmente optase por ubicarse en las proximidades de la frontera venezolana, en unos términos similares a los del ELN. Empero, esta intrincada situación de actores armados con presencia en Venezuela empieza a complicarse a partir del año 2020. Así, lo que hasta entonces era una suerte de “coexistencia pacífica”, no exenta de tensiones y contradicciones, se fue transformando a un contexto de disputa. Conscientes de que la presencia del ELN es ampliamente superior a cualquier otro grupo armado de la región, la rivalidad quedó mayormente concentrada entre las disidencias de “Gentil Duarte”, más numerosas y con mayores capacidades, y la de “Segunda Marquetalia”. “Márquez” y “Santrich” aun con todo pensaban que su liderazgo tradicional en la guerrilla, junto al de otros como “El Paisa” o “Romaña”, sería un factor más que suficiente para aglutinar, más pronto que tarde, las diferentes disidencias concurrentes. Todo lo contrario, para “Duarte” aquellos eran percibidos como traidores a la esencia revolucionaria y al legado de las FARC-EP, y rápidamente pasaron de ser adversarios a ser simplemente enemigos.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Le puede interesar: Apure, epicentro de la violencia en Venezuela

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                                                                                                                              Sin embargo, resulta innegable que la muerte de “Jesús Santrich” en este mismo corredor colombo-venezolano, sea cual sea la hipótesis que barajar, representa un serio problema para el gobierno venezolano. Desde una perspectiva más cortoplacista, si la muerte de “Santrich” fue producto de una disputa entre disidencias de las FARC-EP, lo cual no es nada disparatado, ello pone manifiesto hasta qué punto se ha sido aquiescente con la ubicación de grupos armados colombianos en Venezuela. Algo similar sucede con la posibilidad de que la muerte de quien fuese una de las voces más destacadas del proceso de negociación de La Habana se hubiera producido por mercenarios colombianos. Tanto una posibilidad como otra presentarían la realidad de un Estado que es incapaz de atender su territorio y cubrir unas mínimas garantías de presencia y capacidad en uno de los entornos que mayores problemas puede causar a la seguridad nacional venezolana.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Investigador postdoctoral de la Universidad Complutense de Madrid. Acaba de publicar el libro “Colombia (2016-2021). De La Paz territorial a la violencia no resuelta”.

                                                                                                                              Por Jerónimo Ríos Sierra / @Jeronimo_Rios_

                                                                                                                              Ver todas las noticias
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