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Alexandr Lukashenko, el dictador eterno de Bielorrusia

Las elecciones de este domingo en Bielorrusia no fueron una sorpresa: sucedió lo que viene pasando desde 1994 cuando Alexandr Lukashenko ganó por primera vez en las urnas: volvió a ganar en un proceso lleno de irregularidades. Piensa quedarse hasta 2025 y completar 30 años en el poder.

10 de agosto de 2020 - 03:01 p. m.
El actual presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, volvió a ganar las elecciones. Se quedará en el poder hasta 2025.
El actual presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, volvió a ganar las elecciones. Se quedará en el poder hasta 2025.
Foto: Agencia AFP
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En 2012, cuando todas las miradas de los organismos defensores de derechos humanos se posaron en Bielorrusia, el país en donde cualquier disenso es castigado con años de cárcel, la prensa es perseguida y la oposición aplastada, el entonces ministro de Exteriores de Alemania, Guido Westerwelle, le puso nombre al asunto: “Alexandr Lukashenko es el último dictador de Europa”.

Entonces varios países europeos apoyaron estas palabras y aumentaron sus sanciones contra Bielorrusia. Lukashenko, famoso por sus frases salidas del lugar (a propósito, es un gran admirador de Donald Trump) respondió: “Prefiero ser un dictador que ser gay, odio a los gays”. El ministro alemán, Westerwelle, había reconocido públicamente que es homosexual.

Un solo ejemplo de las muchas salidas en falso del presidente de Bielorrusia, quien acaba de ser reelegido por quinta vez. Desde que ganó las primeras elecciones en 1994 no ha perdido ni una sola vez, algo que despierta sospechas entre los opositores y organismos internacionales.

Lukashenko, de 65 años y en el poder desde 1994, buscaba un sexto mandato presidencial en medio de las tensiones con su principal aliado, Rusia, y el deshielo con Estados Unidos, que envió este domingo una segunda partida de petróleo para cubrir el vacío dejado por el crudo ruso. Porque Lukashenko ha sido hábil para ganarse aliados que se hacen los de la vista gorda con su gobierno.

Ver más: Alexandr Lukashenko reelegido (por quinta vez) en Bielorrusia

Sus críticos dicen que es “incongruente, lenguaraz, hiperactivo y poco inteligente”. Pero otros dicen que lo subestiman, pues maniobró para modificar la Constitución y poder reelegirse eternamente. Es un nostálgico de la Unión Soviética, nunca ha ocultado su admiración por Iósif Stalin y, según periodistas de ese país, cimienta su poder en métodos soviéticos, con los organismos de seguridad e inteligencia, KGB, como instrumento de represión.

Su gobierno se basa en el miedo y la dependencia financiera: Bielorrusia es la última economía planificada de Europa, un sistema en el que todos los ciudadanos dependen del presidente para cobrar sus salarios, subsidios o becas; es decir; si usted es crítico, no cobra.

Elecciones polémicas

Este domingo Lukashenko fue reelegido hoy con el 80 % de los votos, según sondeos a pie de urna, una victoria empañada por las detenciones de opositores y periodistas, el bloqueo de internet y las sospechas de fraude.

"Lo mas importante es saber aceptar la derrota. Es decir, aceptarlo (el resultado) y felicitar" al rival, dijo Lidia Yermóshina, la temida jefa de la Comisión Electoral Central (CEC), cargo que ostenta desde 1996. La candidata de la oposición unificada, Svetlana Tijanóvskaya, obtendría un 6,8 % de los sufragios, un resultado muy lejos de lo pronosticado por los analistas.

Ver más: El fútbol en Bielorrusia, ¿rebeldía sin causa?

Tijanóvskaya, que asumió en mayo el liderazgo de la oposición tras la detención de su marido, Serguéi Tijanovski, el bloguero más popular del país, consiguió movilizar en las últimas semanas a cientos de miles de personas en toda Bielorrusia. Pero Lukashenko sentenció su derrota antes de ir a las urnas: “Una mujer no puede ser presidenta de Bielorrusia”, señaló.

Y así fue. Pero activistas opositores inconformes con los resultados se congregaron en torno a varios colegios electorales, pese a las advertencias de las autoridades. Al final del día, varios opositores fueron detenidos y se produjeron enfrentamientos violentos entre manifestantes y efectivos antidisturbios.

Precisamente, después de que Lukashenko advirtiera de que no permitirá una revolución a la ucraniana en Bielorrusia, las fuerzas de seguridad reforzaron su presencia en el centro de Minsk y acordonaron edificios oficiales, parques y plazas.

Más del 41 % de los bielorrusos votó por adelantado, un instrumento de fraude, según la oposición y los observadores independientes. La jefa de la Comisión Electoral Central Yermóshina negó que se hubieran producido irregularidades que pudieran repercutir en el resultado final, en lo que coincidieron los diputados rusos que acudieron a los comicios, en los que por vez primera no hubo observadores occidentales.

Mejores relaciones con el dictador

Hoy Europa parece haber cambiado su opinión sobre Lukashenko. Lo hizo desde que el “último dictador de Europa”, como lo llamaron alguna vez, decidiera no reconocer la anexión rusa de Crimea (2014) y se mantuvo neutral en el conflicto en el Donbás; además propuso Minsk como sede de las negociaciones de paz.

Ver más: Lukashenko prefiere el vodka a la cuarentena para la COVID-19

Como consecuencia, la Unión Europea levantó sus sanciones contra Minsk, pero empeoraron las relaciones con Rusia, que ha reducido en los últimos años su asistencia a la economía nacional.

Este domingo, como siempre, Lukashenko aplastó las protestas. Una película que se ha repetido durante veinticinco años y que se repetirá muchos años más pues Lukashenko ha dicho que se quedará en el poder hasta 2025... o más.

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