Más de un mes de viaje por el Mediterráneo hacia las costas de la Franja de Gaza se vio truncado el miércoles, cuando las tropas de las Fuerzas de Defensa de Israel interceptaron los más de 40 barcos y neutralizaron a casi 500 tripulantes que pretendían abrir un corredor humanitario en el enclave. Es la primera vez desde 2009 que una flota intenta llegar a Gaza por vía marítima, desafiando el bloqueo impuesto desde Tel Aviv. En ese entonces, el primer ministro era el mismo: Benjamín Netanyahu.
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Las imágenes en redes sociales muestran a militares israelíes, con las armas en alto, entrando en las cabinas de la flota, apuntando a los tripulantes vestidos con chalecos salvavidas reflectivos y las manos en alto. También se ve cómo, en el barco principal, Alma, la activista sueca Greta Thunberg conversaba con oficiales israelíes.
Prácticamente en tiempo real, el mundo conoció cómo era interceptada la flotilla, mientras que en las mismas redes de los movimientos unidos a la campaña Global Sumud se publicaban videos individuales de los activistas, en los que cada uno repetía un discurso similar: “Si están viendo esto es porque fui secuestrado por el ejército israelí”. Era previsible y lo sabían, al igual que los gobiernos de Italia y España, que en su momento apoyaron la flotilla, pero recomendaron dar marcha atrás horas antes de la interceptación.
Videos como este se conocieron de Manuela Bedoya y Luna Barreto, dos voluntarias colombianas que hacían parte del grupo. Es su segunda vez intentando llegar a Gaza. Ya en junio participaron, junto a Carolina Alzate, en una marcha terrestre que buscó ingresar desde Egipto hasta el enclave. Ahora fueron capturadas y, pese a que Israel asegura que todos los detenidos serán deportados a Europa, las compañeras de las dos colombianas retenidas afirman no tener pruebas de supervivencia.
“Tenemos información general: los abogados que están ayudando en Palestina vieron que llegaron barcos ayer en la noche, así que sabemos que las llevaron a tal lugar, pero todavía no tenemos noticias específicas de ninguna de ellas”, explica Alzate a El Espectador, contando que desde las oficinas diplomáticas de Colombia están pendientes desde El Cairo y Jordania, teniendo en cuenta que no existe mayor representación en Gaza ni en Tel Aviv, más allá de la oficina consular encabezada por Carlos Piñeros, cónsul para Israel.
La otra batalla
Al mismo tiempo que se conocían las imágenes, se intensificaban en redes sociales los relatos que buscaban deslegitimar la campaña hacia Gaza: que eran barcos chinos, que las imágenes eran hechas con inteligencia artificial mostrando decenas de embarcaciones con banderas palestinas en el mástil, que habían salido festejando desde Turquía o incluso que habían estado de fiesta en Ibiza. Acciones coordinadas con mensajes difusos y, en su mayoría, falsos.
También, sin imágenes, circularon mensajes en plataformas como X con bulos que aseguraban que el líder norcoreano Kim Jong-un iba a bombardear Tel Aviv si le ocurría algo a Thunberg, o que la flotilla estaba financiada directamente por Hamás. Todo, en general, se configuraba como una guerra por el relato que avanzaba al mismo tiempo que los barcos hacia las costas palestinas.
“Lo que están haciendo es una acción mediática. El bombardeo de información también se vuelve problemático en el momento en que tratamos de digerir lo que está sucediendo y de formarnos una opinión al respecto. El problema es cómo construimos criterio a partir de todo lo que está ocurriendo y de ese bombardeo de imágenes y noticias”, explica sobre esta disputa por el relato Pilar Sáenz, coordinadora de proyectos de la Fundación Karisma.
El problema, según Sáenz, es que estos relatos funcionan como una cámara de eco y son alimentados por el algoritmo de cada usuario, mostrando cada vez más contenidos en la misma línea o provenientes de las mismas cuentas, creando un sesgo que potencialmente puede estar viciado por información falsa. “Si por alguna razón tú tienes un sesgo y ese sesgo hace que estés consumiendo un determinado tipo de noticia que es falsa, las posibilidades de que sigas consumiendo otras noticias falsas alrededor de este tema son altísimas y de que no logres encontrar información verídica sobre eso”.
La analista resalta cómo, en esta difusión de relatos, Israel tiene un campo reconocido: “Hay propaganda paga, e Israel es muy bueno en eso. Conoce muy bien las herramientas digitales y tiene desarrollos tecnológicos específicos que han ayudado en la difusión relacionada con la guerra en Gaza. Existe propaganda deliberada y pagos que se están haciendo desde el gobierno de Israel para publicidad en X, Facebook e Instagram, con el fin de posicionar otro tipo de contenidos alrededor del tema”.
Todos estos factores, a la larga, afirma Sáenz, tienen un efecto claro y peligroso: la falta de confianza en la información que recibimos de forma masiva e inmediata. “Es positivo porque se habla de que hemos empezado a transitar hacia la idea de una ciudadanía más crítica, donde la opinión se forma a partir de lo que se consume. Pero el problema es que, en general, se confía más en aquello que refuerza la opinión previa de las personas”, señala.
La Global Sumud Flotilla es solamente el ejemplo más reciente de este capítulo, que también enmarca la ocupación israelí en la Franja de Gaza, la cual está ad portas de cumplir dos años la próxima semana. Mientras se resuelve el destino de los barcos, sus tripulantes y la ayuda que transportaban, Carolina Alzate, miembro del Global Movement to Gaza que envió a las dos colombianas a la misión, afirma que en realidad el objetivo de esta cruzada sí se está cumpliendo: “Eso no ha minado el objetivo principal, que es mostrar lo que en realidad está pasando en Gaza. Más que enfocarnos en la misión, esto busca que el mundo se enfoque en Gaza, y eso sí ha sucedido. Fue, en ese sentido, un daño colateral esperado”.
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