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En Curitiba, en el cementerio Parque Iguaçu, fue enterrado este domingo 3 de mayo Rodrigo Gularte, el único suramericano que hacía parte de las ocho personas que fueron ejecutadas por el gobierno indonesio la semana pasada. De los ocho condenados a muerte, todos por cargos relacionados con narcotráfico, sólo uno era local: dos eran australianos, uno de Ghana y tres de Nigeria.
Mientras países como Australia y el propio Brasil deciden qué rumbo tomar en cuanto a sus relaciones diplomáticas con Indonesia, la familia de Gularte adelantó su funeral, programado para este domingo a las 4 de la tarde. Iba a ser cremado en Indonesia pero, por petición del propio Gularte, su cuerpo fue enviado de regreso a su país natal, reportó 'O Globo'.
Según el diario brasileño, Clarisse, la madre de Rodrigo Gularte, permaneció siempre al lado del féretro, en un funeral al que asistieron más de 100 personas. El cajón fue transportado al sonido de los violines. El servicio funerario fue privado, y los familiares prefirieron no dar detalles y pidieron respeto por su privacidad.
"Fue un castigo totalmente injusto", le dijo Clerison Texeira, amigo de la familia Gularte, al periódico 'O Globo', resaltando que lo que más les dolía a los parientes y amigos de Gularte es que no se hubiera tenido en cuenta que él era esquizofrénico. "Todos reconocemos los errores de Rodrigo, pero la pena fue desproporcionada y desconsiderada con su condición de enfermo".
Siguiendo los deseos de Gularte, su familia planea comprometerse con la lucha en contra de la pena de muerte y así se lo dijo explícitamente a una prima que alcanzó a visitarlo cuando estaba detenido en Indonesia. El cuerpo del hombre de 42 años llegó a Brasil el sábado pasado y fue trasladado en carro para Curitiba.
Rodrigo Gularte fue condenado a muerte en 2005, luego de que en 2004 ingresara a Indonesia con seis kilos de cocaína en unas tablas de surfeo. Es el segundo ciudadano de Brasil condenado a muerte en Indonesia por narcotráfico. El primero fue Marco Archer, ejecutado en enero de este año. La muerte de Archer llevó al gobierno de Dilma Rousseff a retirar a su embajador, por lo que ahora las relaciones Brasil - Indonesia son estrictamente comerciales.
La muerte de Gularte ha impulsado de nuevo a la administración Rousseff a replantear sus relaciones con Indonesia.
(Lea aquí el artículo completo del periódico 'O Globo')