“Brutalidad de la prudencia”, llamó Pier Paolo Pasolini al calculado silencio de los políticos que mostraban los líderes de oposición venezolanos, con quienes he hablado en las últimas semanas. Muchos de ellos, quizá demasiado acostumbrados a perder elecciones ante el carisma de Hugo Chávez, contaban y pesaban sus palabras, por no alentar engañosos entusiasmos.
Embrutecido por esa misma prudencia y acostumbrado también a perder indefectiblemente mi voto opositor desde mucho antes de la “era Chávez”, acudí al colegio donde estoy registrado, dispuesto a reportar otra decepción. La sorpresa fue mayúscula: creí estar en unas elecciones presidenciales por la larga cola de votantes. Como la simple vista es engañosa, conviene dar algunas cifras.
Los dirigentes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) venezolana fueron prudentes durante toda la jornada que estuvo abierta a todo el universo elector. Analistas locales proyectaban una participación del 10% del padrón electoral, de 18 millones de electores, algo así como un millón ochocientos mil votos. Pero los resultados sobrepasaron todos los pronósticos. Según datos oficiales, fueron cerca de tres millones los venezolanos los que participaron en este proceso histórico en Venezuela. Es decir, un 16% del padrón electoral y más de la mitad de los votantes de oposición en las parlamentarias de 2010. Es superior a la cifra que en ese año el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo en sus primarias: unos 2,5 millones, según los datos que ofreció en su momento el propio partido de gobierno.
Durante toda la jornada, las colas en todo el país se hicieron tan largas, que los organizadores anunciaron una prórroga. Ningún centro de votación cerró hasta que todas las personas en la fila ejercieron su derecho al voto.
En las colas del oeste de Caracas, en el populoso Municipio Libertador, considerado bastión chavista, se advirtió desafío y júbilo. Particularmente notable es el crecimiento de la participación juvenil, constatada en centros electorales de muy diverso estrato y en todas las regiones del país.
Cerca de las diez de la noche los voceros de la MUD emitieron el primer boletín electoral, con el 95% de los votos escrutados. El ganador indiscutible era Henrique Capriles Radonski con 1'806.860 votos.
¿Qué cabe esperar de su desempeño como candidato opositor en las presidenciales de octubre de 2012? Para empezar, la vocación unitaria tanto de la MUD como del electorado opositor permite asegurar que Capriles parte con casi dos millones de votos. Esto significa que la oposición, que ha venido de menos a más en las últimas elecciones y que ya hace un año obtuvo 52% de los votos, cuenta ahora con un candidato muy consensuado y matemáticamente ganador.
Por lo que atañe al equipaje político de Capriles, no es aventurado decir que su exitosa trayectoria como gobernador estatal y su talento concertador hacen de él un candidato capaz de captar votos entre los millones de decepcionados electores chavistas. La victoria de Capriles, de paso, demuestra que el mito de la maquinaria electoral de Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, partidos que apoyaron la candidatura de Pablo Pérez, es sólo eso: un mito del pasado.
La candidatura Capriles hace ahora más viable una coalición electoral que vaya más allá de la confederación de vetustas burocracias que partidos como AD y UNT han representado en el seno de la MUD. Esta elección deja ver que acaso Chávez tuvo razón al decir que ni AD, ni sus mustios desprendimientos como UNT, ni el desvencijado Copei (demócrata cristiano) volverán.
Parece la hora de toda la sociedad organizada, ya no sólo de los partidos; la hora de una coalición opositora mucho más vasta. Tan vasta como es grande la sorpresa que estas elecciones primarias han deparado a todos los venezolanos. Muy especialmente al comandante Chávez.
*Columnista y escritor venezolano.