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Cerco a las favelas de Río

Se están construyendo once kilómetros de pared para rodear nueve de los barrios más pobres que se ubican en los cerros de la zona sur de Río, la más turística de la ciudad.

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Juan Arias / Especial de El País, Río de Janeiro
31 de marzo de 2009 - 11:00 p. m.
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El objetivo es que las favelas no se expandan por la ciudad de Río de Janeiro. Y para eso, un muro de tres metros de alto, de hormigón armado, se comenzó a levantar en dos favelas de las que se encuentran en las colinas de la ciudad, con unas vistas espectaculares. Antes de fin de año, en 11 de ellas el muro, llamado por algunos “de la discordia” por las polémicas que suscita, estará ya listo. Los trabajos han comenzado por la favela Morro de Dona Marta, donde ya se pueden observar los primeros 55 metros de un muro que medirá cerca de un kilómetro.

Las otras favelas son las de Babilônia y Chapéu Mangueira; Vidigal; Morro dos Cabritos; Parque da Cidade; Cantagalo y Pavão Pavãozinho; Ladeira de Tabajaras y la Rocinha, la mayor favela de América Latina y la que contará con el muro más extenso: 2.800 metros. El muro, levantado por orden del gobierno del estado de Río, y que costará 40 millones de reales (17 millones de dólares), tiene como finalidad impedir que las favelas, que crecen de modo vertiginoso en vertical, acaben con el verde de las colinas o morros, como en Brasil se les llama. El muro será sólido de cemento armado para evitar que los traficantes de droga puedan dinamitarlo.

En total está previsto construir hasta final de año unos 11 kilómetros. Las autoridades han querido comenzar por la favela de Morro de Dona Marta, ubicada en el castizo barrio central de Botafogo, porque es la primera de las que las fuerzas del orden, que se han establecido en ella, han conseguido expulsar a los narcotraficantes. Es casi una favela modelo, con servicio de internet gratuito para sus 10.000 habitantes, electricidad oficial y un sinnúmero de servicios sociales. Se espera que las protestas en dicha favela sean menores que en las demás, aún dominadas por los traficantes de drogas.

La idea de levantar muros en las favelas para evitar su expansión llevaba madurándose desde hace años, pero las protestas ciudadanas acabaron abortando el proyecto. Para muchas comunidades vecinales la idea del muro era una forma de discriminar a ciertos barrios, de agrandar las fronteras que existen en Brasil entre ricos y pobres. “No hay discriminación, al contrario. Hay muchas casas en zonas de alto riesgo”, indicó a la agencia Reuters Tania Lazzoli, portavoz de la Secretaría de Obras Públicas en el gobierno de Río.

Con unos a favor y otros en contra, el muro es ya una realidad. ¿Resistirá a los posibles ataques de los narcotraficantes?

Por Juan Arias / Especial de El País, Río de Janeiro

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