Cien días de vértigo

Obama quiere imponer un estilo de gobierno en el que predominen las decisiones de gran consenso bipartidista. Por esa razón, va a reservar el mecanismo del decreto para lo más urgente —la orden de cierre de Guantánamo está en esta categoría—, mientras que, probablemente, buscará respaldo parlamentario para todo aquello que pueda y merezca esperar un tiempo para la negociación, como es el caso de la investigación con células madre embrionarias.

Por las declaraciones que la nueva secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo en el Senado durante el debate para su confirmación puede deducirse que pronto habría un diálogo con Siria e Irán. Eso sí, antes la nueva administración tendrá que ofrecer garantías a Israel de que todo se hace en beneficio de la seguridad de ese Estado y no sería extraño que Clinton viaje a la zona en sus primeros días de trabajo.

Obama también será muy claro con el tema del gasto. El Congreso está molesto por la forma algo opaca en que la anterior administración empleó los US$350.000 millones entregados y ahora, al aprobar la pasada semana la segunda remesa, exigió mayores garantías.

Obama buscará el apoyo de Israel y, en efecto, intentará consensos siempre que sea posible. Pero en este período de transición, en el que formó su Gabinete en un tiempo récord, ha demostrado también que sabe tomar decisiones con rapidez y que no le gusta que el paso del tiempo termine pudriendo las cosas. Preparémonos, pues, para cien días de vértigo.

*Columnista del diario ‘El País’, de España.